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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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El PP sigue sin pasar página

A falta de que Feijóo anuncie su candidatura, Ayuso ha dejado claro que la guerra interna del partido no ha terminado

Foto: El líder del Partido Popular, Pablo Casado (i), y la portavoz del partido en el Congreso, Cuca Gamarra (2i), presiden la Junta Directiva Nacional del PP. (EFE/Javier Lizón)
El líder del Partido Popular, Pablo Casado (i), y la portavoz del partido en el Congreso, Cuca Gamarra (2i), presiden la Junta Directiva Nacional del PP. (EFE/Javier Lizón)
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Tanto Pablo Casado como Isabel Díaz Ayuso entraron escoltados en el hotel cinco estrellas de las Cuatro Torres de Madrid en el que se reunían más de 400 cargos de la Junta Directiva Nacional del PP para despedir al todavía presidente. A simple vista, podría parecer que la seguridad que los acompañaba era para protegerlos de la cantidad de cámaras y micrófonos que los periodistas allí presentes abalanzaban sobre ellos. Luego fue dando la sensación de que a lo mejor todos esos guardaespaldas estaban ahí para protegerlos entre ellos.

Si la idea era dedicar el día a escenificar la unidad perdida, despedir a Casado y cerrar heridas, el acto no salió bien. Entre las dos facciones enfrentadas del PP, que han acabado costándole a la cúpula su destitución, no hay reconciliación. Cunde más bien la sensación de injusticia en un lado y la sed de venganza en el otro, aunque la mayoría lo que quiere es que esas dos partes se callen de una vez. De momento, no está siendo así.

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado, a su llegada a la reunión de la Junta Directiva Nacional. (EFE/Javier Lizón)

El PP quería pasar página, pero no lo está consiguiendo. Para empezar, porque Casado centró su discurso de despedida en reivindicar su papel de víctima de todo esto. Y, claro, hablar de lo injusto que está siendo el proceso que lo destituye no contribuye mucho a legitimarlo: “Lamento todo lo que haya hecho mal y la reacción que he tenido que sufrir, inédita en la historia democrática, que no merezco”, dijo Casado. Vamos, que más que haberse equivocado lo que sentía es que los presentes no se lo perdonaran. Luego añadió para quien quisiera creerle que se iba con la conciencia muy tranquila, “sin rencor ni frustración”. Ya es casualidad que añadiera un agradecimiento al partido por haberle permitido “estar en la historia de España, al lado de Fraga, Aznar y Rajoy”, y se olvidara precisamente de mencionar a Hernández Mancha.

Hubo un minuto de aplausos. No duró mucho la escenificación del agradecimiento a Casado, todavía de cuerpo presente cuando Ayuso tomó la palabra para pedir su expulsión, no del cargo, que eso ya lo ha conseguido, sino del partido: "No creo en las heridas cerradas en falso", dijo impugnando ella también la idea de que este acto sirviera realmente para pasar página. Y exigió que todo el que hubiera formado parte de lo que considera una campaña contra ella fuera "puesto de inmediato en la calle". Al oírle decir eso, los escoltas de la presidenta puede que dudaran de si, como en las discotecas, les estaba dando una orden para desalojar a los aludidos. Por Teodoro García Egea no tenían que preocuparse, no estaba presente.

Ayuso se mostró convencida, igual que Casado, de que lo que le ha pasado a ella no tiene precedentes y “nunca se habían visto estas prácticas” antes, refiriéndose al espionaje del que asegura haber sido víctima. Si hubiera estado Cospedal por ahí podría haberla sacado del error, pero de la Kitchen sí que hay unanimidad en este PP para pasar página.

A diferencia de cuando empezó esta crisis, de la honorabilidad de Ayuso ya no duda nadie en alto en la dirección del PP y los que dudaban ya se han despedido. El eurodiputado Esteban González Pons, organizador del congreso extraordinario que tiene como misión recomponer el partido, negó públicamente que la presidenta madrileña tenga que dar ninguna explicación de los contratos de su hermano con la comunidad que hace apenas 15 días sirvieron a Casado para abrirle un expediente que acaba de archivarse. Está por ver lo que dice la Fiscalía, pero el partido quiere dejar claro que esto ya no será objeto de disputa interna.

No todos los trapos sucios, sin embargo, van a volver a lavarse en casa. Ayuso ha dejado claro que no perdona el espionaje y exige depurar responsabilidades públicamente. No le vale con haber logrado la destitución de quienes, según ella, le pedían ayuda para ganar elecciones “mientras los mismos decían por lo bajo: le queda poco para caer”. A falta de que Feijóo anuncie su candidatura, ha quedado claro que la guerra interna del partido no ha terminado.

Tanto Pablo Casado como Isabel Díaz Ayuso entraron escoltados en el hotel cinco estrellas de las Cuatro Torres de Madrid en el que se reunían más de 400 cargos de la Junta Directiva Nacional del PP para despedir al todavía presidente. A simple vista, podría parecer que la seguridad que los acompañaba era para protegerlos de la cantidad de cámaras y micrófonos que los periodistas allí presentes abalanzaban sobre ellos. Luego fue dando la sensación de que a lo mejor todos esos guardaespaldas estaban ahí para protegerlos entre ellos.

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