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La amnistía puede ser constitucional y una malísima idea
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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La amnistía puede ser constitucional y una malísima idea

Los creyentes en la amnistía, conversos de última hora la mayoría, alegan que acabaría con el victimismo 'indepe'. No es descartable que sirva exactamente para lo contrario

Foto: El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. (EFE/Olivier Matthys)
El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. (EFE/Olivier Matthys)
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Antes de si es o no constitucional una amnistía para Puigdemont y compañía urge debatir si es una buena idea. No hace falta esperar a que el Constitucional haga de árbitro para resolver si esa hipotética ley exprés atentaría o no contra el estado de derecho, para empezar a debatir si estratégicamente es un error o un acierto político que algo así se tramite con tanta prisa y a la remanguillé. De momento, sin embargo, el Gobierno rehúye debatirlo mientras va negociándolo unos ratos de extranjis, otros entre abrazos a domicilio a Puigdemont, según de qué parte de la coalición se trate.

Está bastante claro a estas alturas del impasse en funciones que a Sánchez la amnistía le puede abrir las puertas de la investidura. Negarse a ella nos abocaría a una repetición electoral, algo de lo que ya se vanagloria Carles Puigdemont. En el mejor de los casos, la amnistía es solo un punto de partida, una apuesta de máximos del líder independentista huido de la justicia española que puede irse descafeinando por el camino. En el peor, la cesión a un chantaje al presidente del Gobierno de quien desafió la Constitución para permanecer en el poder.

Foto: Pedro Sánchez. (Getty/Anna Moneymaker) Opinión

El independentismo ha dejado clara su apuesta de máximos, de momento sin renunciar siquiera a la vía unilateral. Entre tanto, el Gobierno da a entender con su silencio que de momento no le parece descabellado. Pero antes de enredarnos en hipotéticos debates jurídicos, urge analizar los riesgos políticos. Son tan enormes, como arriesgado negarse a debatirlos antes de que entren a trámite como hechos consumados. Por eso es tan incomprensible que ni se explique ni se discuta su implicación, más acá de lo jurídico y más allá de la investidura en sí. La presbicia política emborrona el debate sosegado de las consecuencias hasta en el corto plazo.

Una amnistía no perdona el delito, eso era el indulto. Una amnistía lo borra antes incluso de juzgarlo. Así lo explicaban varios ministros socialistas antes de que la investidura les fuera en ello. El significado de otorgar una amnistía no ha cambiado, si acaso lo que ha cambiado es su utilidad para salir investido.

¿Qué consecuencias en el procés podría tener aprobar una amnistía? ¿Traer de rositas a Puigdemont a la primera línea política azuza el independentismo o ahonda en su letargo? ¿Por qué no iba a repetir Puigdemont lo que ya intentó en 2017? Si lo hizo cuando se arriesgaba a ir a la cárcel, ¿por qué no iba a repetirlo sabiendo que del primer intento pudo irse de rositas y sin siquiera pasar por un juicio?

Al fin y al cabo, el independentismo tiene especial práctica en convertir el victimismo en gasolina para el 'procés'

Por eso lo más arriesgado no es el trámite de la amnistía, sino lo que puede venir después.

Al fin y al cabo, el independentismo tiene especial práctica en convertir el victimismo en gasolina para el procés. Los creyentes en la amnistía, conversos de última hora la mayoría, alegan que amnistiar a Puigdemont sería útil para acabar con el victimismo indepe. Sin embargo, no es descartable que pase exactamente lo contrario.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Fernando Villar)

Puigdemont exigió un indulto completo en la rueda de prensa en la que celebraba su vuelta a la primera línea política. Una vez recuperado el protagonismo que tanto ansiaba, ¿por qué daría un paso atrás? Exige a Sánchez que el Estado reconozca la injusticia que se cometió con él. De hacerlo, no podemos descartar que vuelva más victimista que nunca. Y, lo que es peor, más protagonista. Esgrimirá que siempre tuvo razón y que es el mayor damnificado de unas leyes que el propio Gobierno habría declarado injustas.

Si finalmente Sánchez no encuentra mejor alternativa ni la audacia suficiente para esquivar el trámite de algo que hasta hace unos meses él mismo consideraba inconstitucional, abrirá una puerta a una dimensión desconocida del procés. Una amnistía no borra el victimismo, lo bendice.

Antes de si es o no constitucional una amnistía para Puigdemont y compañía urge debatir si es una buena idea. No hace falta esperar a que el Constitucional haga de árbitro para resolver si esa hipotética ley exprés atentaría o no contra el estado de derecho, para empezar a debatir si estratégicamente es un error o un acierto político que algo así se tramite con tanta prisa y a la remanguillé. De momento, sin embargo, el Gobierno rehúye debatirlo mientras va negociándolo unos ratos de extranjis, otros entre abrazos a domicilio a Puigdemont, según de qué parte de la coalición se trate.

Carles Puigdemont
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