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El mediador y la coherencia de Pedro Sánchez
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Marta García Aller

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El mediador y la coherencia de Pedro Sánchez

Solo Sánchez puede apelar a la transparencia mientras organiza un encuentro anónimo en paradero desconocido para negociar los detalles de un acuerdo opaco

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Saúl Terrel)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Saúl Terrel)
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Tener un mediador internacional reuniéndose a escondidas en Suiza con el PSOE y Junts es de lo más coherente que ha hecho este Gobierno últimamente. En serio. Ya lo anunciaba Pedro Sánchez el otro día en una entrevista en TVE, en la misma que habló también de transparencia y diálogo, para luego irse sin aclarar quién se iba a reunir con quién ni dónde ni cuándo. Solo quedó claro el porqué. Por lo mismo que justifica ahora la amnistía que antes rechazaba. Por coherencia.

Qué mejor estrategia para justificar la amnistía que hablar de coherencia. Dijo el presidente Sánchez que la amnistía no era el paso que quería, pero que ahora "es coherente para normalizar Cataluña". Y la palabra coherencia se quedó retumbando por ahí, esperando que alguien se la tomara en serio. ¿A qué coherencia se referirá el presidente? ¿Coherente? ¿Con qué?

Apelar a la transparencia y al diálogo en nombre de la coherencia, al tiempo que normaliza la reunión en el extranjero con un verificador anónimo que media entre dos partidos que dan esquinazo al parlamento, es arriesgado. Sin embargo, tiene más sentido de lo que parece. Imaginemos un gobernante que defiende que la amnistía es inconstitucional y un mediador internacional es algo inasumible en las negociaciones políticas de una democracia plena, y que poco después manda a su partido a reunirse a con ese mediador internacional del que hace nada renegaba para ver cómo avanza la amnistía. Imaginemos, además, que lo hace en nombre de la coherencia.

Bien pensado, sí tiene sentido. Sobre todo si antes ha prometido que no aprobaría unos indultos y los ha aprobado o que no gobernaría con Podemos para luego gobernar. El presidente Sánchez está siendo muy coherente. Mantiene la coherencia de andarse desdiciendo todo el rato.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Paco Paredes) Opinión
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A falta de leer Tierra Firme, el próximo libro de Pedro Sánchez, cabe pensar que la única manera de que el protagonista que se autorretrata resulte creíble, debería ser viéndole contradecirse todo el rato. Llevarse a sí mismo la contraria primero, para salirse con la suya después. Solo así mantendrá la verosimilitud interna del relato del 23-J. Solo así Sánchez será honesto al retratar su manera de hacer política. Cambiar de idea todo el rato en función de lo que va necesitando para gobernar puede llegar a ser coherente si se convierte en lo único que se espera del personaje.

Sánchez está siendo consecuente con su propio personaje. Solo él puede apelar a la transparencia mientras organiza un encuentro con un verificador anónimo en paradero desconocido para negociar los detalles de un acuerdo opaco. Solo en su caso sería coherente con su manera de hacer política. Es, de hecho, a lo que nos tiene acostumbrados.

Tener un mediador internacional reuniéndose a escondidas en Suiza con el PSOE y Junts es de lo más coherente que ha hecho este Gobierno últimamente. En serio. Ya lo anunciaba Pedro Sánchez el otro día en una entrevista en TVE, en la misma que habló también de transparencia y diálogo, para luego irse sin aclarar quién se iba a reunir con quién ni dónde ni cuándo. Solo quedó claro el porqué. Por lo mismo que justifica ahora la amnistía que antes rechazaba. Por coherencia.

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