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Garantías para Alves, revictimización para ella
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Verónica Fumanal

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Garantías para Alves, revictimización para ella

Cuando salga de la cárcel, que saldrá más pronto que tarde, podrá pasear por las mismas calles que su víctima y realizar una tournée por los medios de comunicación para victimizarse como diana de la ira del malicioso feminismo

Foto: Protesta contra la libertad de Dani Alves en la plaza de Sant Jaume, el 3 de febrero del año pasado. (Europa Press/Lorena Sopêna)
Protesta contra la libertad de Dani Alves en la plaza de Sant Jaume, el 3 de febrero del año pasado. (Europa Press/Lorena Sopêna)
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Alves sigue en prisión, pero no por justicia, sino por dinero. Así de crudo, así de injusto, así de inverosímil. A pesar de tener una condena por agresión sexual, el exfutbolista podría estar esperando sentencia firme en su casa si no fuera porque aún no ha conseguido el millón de euros que le separa de su libertad, de una libertad que huele a impunidad, a revictimización y a dolor. Cuando Alves salga de la cárcel, que saldrá más pronto que tarde porque este señor tiene acceso a esa cantidad de dinero, podrá pasear por las mismas calles que su víctima y realizar una tournée por los medios de comunicación que quiera para victimizarse como diana de la ira del malicioso feminismo. Mientras tanto, su víctima tendrá que revivir una y otra vez la agresión, convivir con un episodio traumático de por vida y tener que escuchar que ella es una malvada que quería acabar con el prestigio de un ciudadano modélico.

No se entiende, por qué un ciudadano sospechoso de un crimen tiene menos derechos que un ciudadano condenado por un crimen. En el caso de Daniel Alves, cuando fue acusado de agresión sexual la justicia decretó prisión sin fianza por riesgo de fuga. Ahora que ya es un sentenciado y condenado por violencia sexual, la misma persona puede esperar una sentencia que lo ratifique como condenado en su casa. ¿Qué ha cambiado? ¿Por qué Alves antes podía escaparse del juicio y ahora no va a poder hacerlo de cumplir la condena? Es un contra sentido. La pasada semana, un padre asesinó a sus dos hijos con una orden de alejamiento y con una pulsera telemática. Si alguien con estas medidas puede asesinar a sangre fría a dos niños, qué no podrá hacer un multimillonario con contactos en todo el mundo.

Obviamente, no debemos dejar de poner en valor cómo todo el sistema funcionó en el caso de la víctima de Alves; desde el protocolo de la sala Sutton, hasta los mossos d'Esquadra, el hospital que le hizo las pruebas… Todo. Por eso, Alves, a pesar de ser un rico famoso, fue juzgado. Sin embargo, esa condición material es la que le posibilitaba y, en mi opinión, posibilita, tener acceso a una defensa, unos medios de comunicación y unos medios de transporte (para huir) que no tendría cualquier agresor sin una cuenta corriente millonaria.

¿Alguien se ha parado a pensar qué supondría para la imagen de España y de la justicia patria que este señor se fugara a la espera de la sentencia firme? Porque la sola imagen de verlo paseando por la calle, disfrutando de un mojito en una terraza de un hotel de lujo ya sería hiriente. Sin embargo, que escapara de la justicia, una vez ha sido condenado, sería un mazazo difícilmente sostenible para la justicia y para el prestigio del país. Alguien puede pensar que esta situación no se dará. Sin embargo, siento comunicarle que una situación parecida ya se ha producido. Carlos Navarro el Yoyas es un condenado por violencia machista que escapó antes de entrar en prisión una vez fue condenado. Su expareja y superviviente vive denunciando su desprotección y la de sus hijos, sintiendo el miedo de la que se sabe que un día puede acabar engrosando las listas de las que ya no están porque fueron asesinadas.

Foto: ¿Qué implica la libertad provisional en España? Estos son los requisitos que tendrá que cumplir Dani Alves. (EFE / Alberto Estévez)

¿Se han dado cuenta de que el machismo mediático y judicial, cuando se juzga a un supuesto agresor sexual, sitúa el foco en la víctima y en cómo vive? Sin embargo, una vez se produce una condena, la atención se resitúa en el maltratador y sus condiciones vitales. Me explico. Durante los juicios a supuestos agresores, cuando todavía eran supuestos, el machismo se centra en la víctima, en si es capaz de vivir, en si sale con sus amigas, en si parece o no parece una víctima de agresión, desacreditándola por su modo de vida. Sin embargo, cuando el agresor es condenado el machismo se centra en relatar con todo tipo de detalles de lo mal que lo pasa el agresor en prisión, en hacernos saber lo mal que lo está pasando su familia, en el buenísimo comportamiento que está teniendo como reo. En esto, como en todo, las mujeres sufrimos una doble vara de medir, con un agravante: el machismo pide empatía con el verdugo mientras que deshumaniza a la víctima. El mundo al revés.

Las ley del sí es sí fue tremendamente criticada porque rebajaba la pena de los violadores en algunos casos. El argumento rápido que se utilizó para cargar contra ella era que dejaba sueltos en la calle a los agresores sexuales. Pues bien, Alves puede salir a la calle no por la ley del sí es sí, sino porque el sistema perverso permite que los agresores sexuales estén en la calle mientras están a la espera de sentencia firme o como en el caso de Carlos Navarro en el ínterin entre la sentencia y la entrada en prisión, permitiendo que como en el segundo caso, se escapen. Es tremendamente triste que todos aquellos que utilizaron la ley del sí es sí para cargar contra el Gobierno al grito de atención "violadores en la calle" ahora no salgan con la misma contundencia a denunciar que gracias al sistema actual, Alves estará en la calle, un agresor condenado.

Que escape de la justicia una vez condenado sería un mazazo difícilmente sostenible para la justicia y para el prestigio del país

No quería finalizar esta reflexión sin evidenciar los pasos que poco a poco vamos consiguiendo. Neymar, el famoso jugador de fútbol brasileño, ayudó a Alves cuando fue detenido, motivo por el cual se especuló con que podría ser él quien le dejara el dinero de la fianza para esperar la sentencia firme desde su casa. Sin embargo, el padre de Neymar emitió un comunicado para dejar claro que ahora no sería así "en este segundo momento, en una situación diferente a la anterior, en la que los tribunales españoles ya han decidido la condena". Con esta frase, Neymar quiere evidenciar que no va a ayudar a un agresor sexual a salir de prisión. Desconozco los motivos que están detrás de esta decisión, si lo hace para que su nombre no esté vinculado con el de un violador o si lo hace por la convicción de que Alves no debe salir de prisión. En cualquier caso, es de agradecer un gesto que, al menos, ha hecho que el agresor de la víctima del Sutton, permanezca en prisión un par de días más.

Alves sigue en prisión, pero no por justicia, sino por dinero. Así de crudo, así de injusto, así de inverosímil. A pesar de tener una condena por agresión sexual, el exfutbolista podría estar esperando sentencia firme en su casa si no fuera porque aún no ha conseguido el millón de euros que le separa de su libertad, de una libertad que huele a impunidad, a revictimización y a dolor. Cuando Alves salga de la cárcel, que saldrá más pronto que tarde porque este señor tiene acceso a esa cantidad de dinero, podrá pasear por las mismas calles que su víctima y realizar una tournée por los medios de comunicación que quiera para victimizarse como diana de la ira del malicioso feminismo. Mientras tanto, su víctima tendrá que revivir una y otra vez la agresión, convivir con un episodio traumático de por vida y tener que escuchar que ella es una malvada que quería acabar con el prestigio de un ciudadano modélico.

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