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Fascismo o inmigración, elige tu propia aventura
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Ángel Villarino

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Fascismo o inmigración, elige tu propia aventura

En Italia se publican decenas de libros sobre Mussolini y la herencia del fascismo. Abundan los títulos sobre el pasado, mientras que al futuro no le está prestando atención casi nadie

Foto: Una mesa entera de la librería Feltrinelli con libros sobre fascismo (Á. V.)
Una mesa entera de la librería Feltrinelli con libros sobre fascismo (Á. V.)
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De los catorce distritos electorales que tiene la región de Lazio, solo dos han acabado en manos de la izquierda. Y solo en uno se ha impuesto con comodidad, en el Lazio 01, el del centro histórico: del Vaticano al Esquilino, pasando por Trastevere. Como es 'Zona de Tráfico Limitado' (ZTL) y la izquierda siempre gana aquí, la derecha bautizó al Partido Demócrata (PD) como "el partido del ZTL". Pronunciado con sorna, con desprecio.

Es el hábitat de los turistas, pero también de la élite cultural romana. Y las librerías Feltrinelli, pongamos la de Prati, es uno de los lugares donde tomarle el pulso. Nada más entrar, en una de las primeras mesas, se exponen dos docenas de títulos sobre el fascismo, sobre Mussolini y sobre los peligros de la extrema derecha: 'El fascismo, día a día', 'Los jerarcas fascistas', 'Los hombres de la marcha sobre Roma'... Historia, ensayos, relatos periodísticos que argumentan que Italia no ha cambiado desde 1945 y otros que se esfuerzan por defender lo contrario. Está, por supuesto, la trilogía del Duce escrita por Antonio Scurati. Hay muchos, pero es solo un aperitivo de lo desplegado en el piso de arriba. El fascismo siempre interesó, pero ahora se ha producido una avalancha editorial.

Foto: Andrew Selee. (Jason Koerner/Getty)
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No hay tanto donde elegir cuando se trata, por ejemplo, de inmigración, otro de los grandes temas de la campaña y un marco totalmente dominado por la derecha. Mucho más escuchado en la calle que en los debates televisivos o electorales. Nunca es suficiente la producción sobre el fascismo, pero nadie parece tener nada que escribir sobre uno de los asuntos más discutidos y polémicos, quizá el que afecta directamente a más gente y el que ha movido el voto de millones de italianos. Primero hacia la Liga y ahora hacia Fratelli d'Italia. Y uno de los pocos asuntos al que el gobierno que forme Giorgia Meloni va a meter mano sin demasiados problemas, sin necesidad de equilibrios dentro o fuera de su coalición.

Decíamos que en la Feltrinelli no se encuentra nada actualizado sobre el tema. Lo más reciente es de 2016 y está escondido en el piso de arriba, en una estantería pegada al suelo. Se titula 'Historia de la inmigración extranjera en Italia' y es un libro técnico escrito por un profesor de universidad, por Michele Colucci. No hay ningún interés en la industria editorial italiana.

Foto: Giorgia Meloni. (Reuters/Ciro de Luca)

Habría mucho que explicar, que debatir, que decidir. Pocos asuntos son más importantes para el futuro de la sociedad y la economía del país. El Instituto Nacional de Estadística (Istat) lo ponía de relieve en un informe publicado días antes del voto y que pasó desapercibido. Se espera que, de aquí a 2050, Italia pierda el 50% de sus habitantes en edad de trabajar. La relación entre quienes pueden hacerlo (de 15 a 65 años) y quienes no (el resto) pasará de la ratio actual (tres trabajadores por dos dependientes) al empate (1-1). Si se cumplen los pronósticos, en 2050, alrededor de 10 millones de personas vivirán solas. Y morirán el doble de las que nacen, provocando una caída en picado de los ingresos y un aumento exponencial de los gastos asistenciales del Estado.

La población italiana, incluso manteniendo los flujos migratorios actuales, caerá de los 58 millones de ahora a poco más de 54. Pero además, el envejecimiento será mucho mayor en el sur del país, la zona más deprimida, aumentando la desigualdad y la brecha política, cada vez más amplia, que la separa del norte. Si el estancamiento económico de los últimos 30 años ha generado este malestar y ha hecho saltar por los aires el sistema político, imagínense lo que puede ocurrir con este salto al vacío.

Obsesionados con símbolos del pasado como el fascismo, acabaremos arrollados por el presente

La cosa tiene mal arreglo, pero convendría empezar a pensar en algo. La tasa de fecundidad italiana es similar a la española (1,27 hijos por mujer) y ninguna experiencia reciente hace suponer que aún queda margen para remontar hasta la tasa de reemplazo mediante políticas públicas o experimentos. Aún menos con una deuda pública superior al 135% como la que tiene Italia. No hay cheque bebé que nos saque a medio plazo del colapso demográfico. Ni siquiera los experimentos más exitosos, como el de la República Checa, han logrado revertirlo. Por todo ello, los italianos tendrán que elegir entre seguir acogiendo inmigrantes -incluso acelerar el ritmo al que lo hacen- y enfrentarse un invierno demográfico anticipado.

Foto: Foto: EFE/Ángel Medina G. Opinión

Tampoco tiene ningún sentido negar que la migración masiva y poco planificada trae también problemas. A veces muy serios. Y esa otra cara de la moneda, la identitaria, es la que han explotado tanto Salvini como Meloni, logrando arrastrar hasta ahí todo el marco de debate de una manera parecida a lo que han hecho en las últimas décadas tantos partidos europeos (en Italia, sin ir más lejos, Umberto Bossi, Gianfranco Fini y Silvio Berlusconi).

Mientras sigan llegando -y no sirven de mucho los bloqueos navales porque la aplastante mayoría no entran por mar, sino por avión o carretera-, habrá choques culturales y se reproducirán situaciones de marginalidad. Calles como Tor Pignattara, en Roma, o como Via Padova, en Milán, dejarán de ser excepcionales. Y no van a desaparecer los movimientos y partidos que lo utilicen para alimentar su maquinaria. Probablemente de manera más agresiva, si saben que al otro lado no hay nadie argumentando, nadie planificando, y nadie gestionando el desafío de ingeniería social que supone asimilar a cientos de miles de extranjeros cada año para que salga bien. Obsesionados con problemas del pasado, una vez más, mientras les arrolla el presente.

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De los catorce distritos electorales que tiene la región de Lazio, solo dos han acabado en manos de la izquierda. Y solo en uno se ha impuesto con comodidad, en el Lazio 01, el del centro histórico: del Vaticano al Esquilino, pasando por Trastevere. Como es 'Zona de Tráfico Limitado' (ZTL) y la izquierda siempre gana aquí, la derecha bautizó al Partido Demócrata (PD) como "el partido del ZTL". Pronunciado con sorna, con desprecio.

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