Es noticia
El camino de Feijóo: ni el de Moreno ni el de Ayuso
  1. España
  2. Tribuna
TribunaEC15

Tribuna

Por

El camino de Feijóo: ni el de Moreno ni el de Ayuso

La mayoría electoral del PP no llegará sacrificando su flanco derecho, sino reconquistándolo y haciendo convivir a esos votantes con otros muchos, en un centro muy ancho

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y los presidentes de Andalucía, Juanma Moreno (c), y de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Raúl Caro)
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y los presidentes de Andalucía, Juanma Moreno (c), y de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Raúl Caro)

Ahora mismo, y atendiendo a la última encuesta publicada por El Confidencial (las encuestas serias señalan la misma tendencia), el crecimiento del PP como consecuencia del congreso extraordinario parece haber llegado a su techo y haber iniciado una caída, a lo que se une que el PSOE ha detenido su deterioro y ha logrado, como mínimo, una tímida recuperación. La distancia se ha acortado en tres puntos durante el verano, con el añadido de que Vox ha subido.

Pero, para el PP, desde el punto de vista estratégico, lo relevante no son las subidas o bajadas coyunturales, sino el hecho de que incluso en el mejor momento no ha existido posibilidad de reproducir a nivel nacional el escenario andaluz. Una mayoría casi absoluta cuya inminencia operase como imán de voto nunca ha parecido posible; e incluso una mayoría simple apoyada en la abstención de Vox empieza a estar insistentemente fuera del radar, primero, porque los números no dan para eso, aun sumando al PNV y a partidos menores, y, segundo, porque Vox ya ha advertido de que no facilitará con su abstención un Gobierno del PP con ningún nacionalista.

Foto: Feijóo y Urkullu en el homenaje a Miguel Ángel Blanco. (EFE/Javier Etxezarreta) Opinión

Finalmente, se ha apelado a la posibilidad de que una derrota del PSOE implique la salida de Sánchez y de que un nuevo PSOE facilite la investidura de Feijóo. Pero Sánchez no es un extraño en el socialismo español, sino un representante canónico de lo que ese partido ha teorizado y ha hecho en los últimos veinte años, una regla que fue traumáticamente confirmada después de la excepción que supuso la segunda investidura de Rajoy. Y, en todo caso, eso solo generaría una legislatura en la que un PP en minoría muy precaria sufriría una presión insoportable desde la izquierda y desde la derecha, que conduciría a un Gobierno fallido y a una España a la deriva. El PP presidiría, pero no gobernaría, y el reformismo, inaplazable, volvería a naufragar.

Queda, por supuesto, la posibilidad de un Gobierno del PP con Vox, la más evidente con los números actuales en la mano. Pero eso se enfrenta a un problema difícilmente superable: no se puede esperar que el votante de centro izquierda que ha hecho crecer al PP en los últimos meses, que se acercó en Andalucía para que Vox no llegara al Gobierno y porque era creíble que el PP tampoco lo quería, que se ha acercado luego en toda España siguiendo esa misma pauta y en el peor momento de Sánchez, vaya a permanecer en el PP para hacer posible que Vox llegue al Gobierno de España, especialmente si Sánchez supera su peor momento.

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Es cuestión de tiempo que esto emerja como la clave electoral real, y que derive en la misma pregunta que Casado tuvo que escuchar y no se decidió a responder durante cuatro años: “Señor Feijóo, ¿usted descarta o no una coalición con Vox, que es lo único que las encuestas dicen que puede llevarlo a la Moncloa?”.

Estamos ya, aunque todavía no se vea con claridad, ante el mismo elefante de siempre en el salón del PP.

Por tanto, y sabiendo que vivimos tiempos en los que casi nada se puede descartar absolutamente —incluidas las trampas en el ajedrez—, con lo que hay hoy:

¿Va a lograr el PP mayoría absoluta? Probablemente, no.

Foto: Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Ismael Herrero)

¿Va a poder formar Gobierno mediante mayoría relativa por abstención de Vox? Probablemente, no.

¿Va a lograr la abstención del PSOE? Probablemente, no.

¿Va a conservar el voto que ha llegado desde el centro izquierda porque rechazó a Vox y para que lo siga rechazando, en el caso de que explicite su voluntad de formar Gobierno con Vox? O más simple: ¿ese votante de centro izquierda rechaza más a Sánchez que a Abascal? Probablemente, no.

¿Va a conservar el PP el voto que haya podido llegar desde Vox porque parecía inútil votar a Vox, en el caso de que explicite que Vox ya no es inútil sino indispensable para el PP y puede llevar a Abascal a un Gobierno de coalición? Probablemente, no.

Foto: Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, en el Senado. (EFE/Juanjo Martín) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Mayo viene antes que diciembre
Ignacio Varela

Entonces, ¿qué puede hacer el PP para cambiar este escenario? A mi juicio, la respuesta es esta: lo que Pablo Casado hizo durante los 34 minutos de su discurso de la moción de censura promovida por Vox, más el tiempo de la réplica, y no quiso hacer ni un minuto antes ni un minuto después de ese lapso, ni él ni nadie de su gabinete. Es decir, reclamar de manera creíble para el PP todo el espacio electoral del centro derecha institucional, y esta vez cultivarlo de verdad sin descanso, para reconstruir la base electoral del PP, de la que sigue ausente el voto que se marchó a Vox.

A mi juicio, no solo para el porvenir electoral del PP, sino para la gobernabilidad de España, urge una revisión estratégica en el Partido Popular que se oriente a dos cosas principales: primero, hacer mucho más visible el proyecto común para el conjunto nacional, hoy gravemente opacado por dinámicas de un autonomismo de tono y voluntad insólitos en la historia del partido, cuya inserción en una narrativa nacional coherente y compacta como la que el PP debe encarnar y de la que depende su rendimiento electoral en las generales, no es clara. Solo un dato a modo de recordatorio: fue la diferencia de escaños en Cataluña lo que privó al PP de la mayoría en 2008, apenas un año después de que los titulares de las autonómicas y municipales dijeran cosas como esta: “El PP gana las municipales y arrasa en Madrid y Valencia”. Y, segundo, avanzar de verdad en la reunificación electoral del centro derecha, es decir, dejar a Vox en la mitad o menos, algo que no se hizo en Andalucía porque había un camino alternativo, pero que es indispensable hacer a nivel nacional porque no hay camino alternativo.

Foto: EC.

No hay posibilidad de que Feijóo logre una investidura sin Vox si este partido permanece alrededor del 15 por ciento, porque eso son 50 diputados de un parlamento en el que, contra lo que ocurre en Andalucía, Madrid o Castilla y León, hay un montón de radicales y de nacionalistas que impiden que las cuentas salgan.

Pero buscar públicamente una investidura con Vox no dejaría las cosas como están ahora, sino que drenaría voto del PP hacia la izquierda y hacia la derecha. Sumar con Vox es lo único que podría hacer el PP con los números que tiene ahora, pero lo que tiene ahora es por haber hecho creíble que no sumará con Vox. Todo un problema estratégico, ciertamente, y hay que resolverlo.

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal, en el Congreso. (EFE/Fernando Villar)

Feijóo tiene su propia circunstancia, se enfrenta a barreras de investidura mucho más altas y complejas que las de cualquier presidente de cualquier Comunidad Autónoma, y no puede seguir sin más ninguno de sus caminos. Ni siquiera su camino en Galicia.

El PP tiene que atraer voto de Vox y debe hacerlo activamente y sin generar pérdidas en otra parte, porque en las generales, ni en Andalucía ni en el resto de España, eso ocurrirá sin más. Los fuegos que no se apagan se reavivan en un instante por un mal viento.

Se necesita densidad ideológica anclada en el universo moral de la derecha para competir por ese voto, promover iniciativas de fondo y con impacto.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Juanjo Martín)

Sobre algunas de ellas se trabajó mucho y bien, no en Génova, pero sí para Génova, en los últimos tres años, iniciativas que —ahora se ve con claridad— no solo no dificultan sino que acercan mayorías, y con las que, por razones nunca explicadas, la anterior dirección del PP no se quiso comprometer: una “ley de la vida real” (conciliación, vivienda, dependencia, maternidad, guarderías, impuestos, etc.: es decir, lo que una familia vive realmente, una vida en red entre padres, hijos, abuelos, nietos…, no en aislamiento de “ciudadanos tomados de uno en uno”; hacer del hecho de que las personas viven en familia, todas distintas y seguramente llenas de problemas y de voluntad para superarlos, la clave del diseño de cualquier política pública); un documento de bases para una sociedad de los cuidados a la que iremos seguro, con el PP en cabeza o rezagado; una ley de concordia que recuerda y agradece el ingente esfuerzo de reconciliación nacional que sí ha tenido lugar, y que refuta el revisionismo que dice querer iluminar una historia que desconoce u oculta; un compromiso con un constitucionalismo militante, que es esencial para redefinir la posición en Cataluña y ante los nacionalismos; y un compromiso con el modelo RedMadre de defensa de la vida, que ni siquiera habla del aborto, pero que produce vida, apenas controvertido en la izquierda y muy apreciado en la derecha, modelo que Feijóo conoce muy bien porque, si no estoy mal informado, la ley RedMadre fue la primera que firmó al inicio de una de sus legislaturas.

Foto: El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, junto con Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

El futuro del PP pasa por incursionar con decisión en la agenda de la derecha pura, no para someterse a ella en su expresión radical, populista y polarizadora, sino para redimirla y retornarla hasta el PP en su versión moderada y constructiva, que es lo que tanto él como España necesitan, y lo que le permitiría ganar peso en la derecha sin perderlo en el centro izquierda. La mayoría electoral del PP no llegará sacrificando su flanco derecho, sino reconquistándolo y haciendo convivir a esos votantes con otros muchos, en un centro muy ancho en el que compartan una gran tarea nacional.

Andalucía confirmó que el PP no puede ganar en España planteando una coalición nacional con Vox, y que tampoco podrá si renuncia a recuperar ese espacio electoral, que perdió pese a muchas advertencias.

*Miguel Ángel Quintanilla Navarro concurrió en las listas del PP en las pasadas elecciones generales. Consultor político.

Ahora mismo, y atendiendo a la última encuesta publicada por El Confidencial (las encuestas serias señalan la misma tendencia), el crecimiento del PP como consecuencia del congreso extraordinario parece haber llegado a su techo y haber iniciado una caída, a lo que se une que el PSOE ha detenido su deterioro y ha logrado, como mínimo, una tímida recuperación. La distancia se ha acortado en tres puntos durante el verano, con el añadido de que Vox ha subido.

Partido Popular (PP) Alberto Núñez Feijóo
El redactor recomienda