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Las reglas no escritas de la democracia
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Francisco Pleite Guadamillas

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Las reglas no escritas de la democracia

No solo es suficiente tener una Constitución y unas leyes para que nuestra democracia funcione: es necesario que los líderes políticos respeten las que podíamos denominar reglas no escritas de la democracia

Foto: El presidente del Consejo General del Poder Judicial, Vicente Guilarte. (EFE/Pool/Javier Lizón)
El presidente del Consejo General del Poder Judicial, Vicente Guilarte. (EFE/Pool/Javier Lizón)

La prórroga de la situación del Consejo General del Poder Judicial por falta de acuerdo en la renovación pone en evidencia que no solo es suficiente tener una Constitución y unas leyes para que nuestra democracia funcione: es necesario que los líderes políticos respeten las que podíamos denominar reglas no escritas de la democracia, como son el respeto de las instituciones y a las minorías, el diálogo y la posibilidad de alcanzar acuerdos.

Los romanos tenían esto muy claro, había que respetar lo que llamaban la 'mos maiorum', traducido al estilo de los antepasados. Consideraban esencial el respeto de una serie de reglas complementarias de las leyes de la sociedad, sin las cual el sistema legal se desmorona. Según Cicerón, la crisis de la 'mos maiorum' era lo que estaba provocando la caída de la República romana.

Actualmente, a nivel internacional, estamos viendo un deterioro de la democracia cuando se desafían estas reglas. Sirva como ejemplo no aceptar los resultados electorales en EEUU que condujo asalto al Capitolio.

Una buena Constitución y una buena legislación son elementos necesarios, pero no suficientes para que el sistema funcione. Es preciso que los líderes políticos deban dirigirse por lo que los clásicos llamaban de forma virtuosa para conseguir una sociedad más justa.

Foto: Didier Reynders junto a Vera Jourova. (EFE/Olivier Matthys)

Resulta notorio que el sistema actual de elección de vocales ha fracasado, es urgente su modificación, persistir en el error no conduce sino a prolongar su agonía y demorar la imprescindible reforma reclamada a nivel europeo. El miedo al cambio es lógico, pero es peor soportar la parálisis actual.

La ausencia de renovación, más de cinco años de retraso, unido a la suspensión de una de las funciones principales del Consejo como es la de realizar nombramientos, ya más de dos años, está asfixiando la institución, y arrastrando al Tribunal Supremo que tiene un 31% de puestos vacantes al colapso. Un Consejo maniatado que no puede nombrar es equivalente a privar al poder legislativo de la facultad de dictar leyes. Tenemos una democracia imperfecta mientras se mantenga esta situación anómala.

Foto: El presidente suplente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Vicente Guilarte. (EFE / Fernand Alvarado)

Ante esta grave situación es necesario reformar el sistema, permitiendo que los jueces participen mediante su voto en la elección de los vocales judiciales, volviendo al sistema mixto. Sin embargo, ese sistema tampoco garantizaría su éxito; su resultado dependerá de que en la composición del futuro Consejo estén todas las categorías de jueces y magistrados, y todas las sensibilidades asociativas mediante un sistema proporcional, así como del respeto y del diálogo de sus miembros. Pero sobre todo, que pongan como guía de su actuación garantizar un poder judicial independiente e imparcial, alejado de intereses políticos e intereses solo asociativos, alejado de influencias externas y de grupos de intereses internos.

Para que el sistema funcione los electores, miembros de las Cámaras, como los elegidos, los vocales, deben comprometerse con el fin último de la razón de ser del Consejo, que no es otro que contribuir a fortalecer la Justicia en nuestro país y respetar las reglas no escritas de respeto institucional, diálogo y acuerdos, garantizando la independencia del Poder Judicial mediante el correcto y pleno ejercicio de las funciones constitucionales encomendadas. Los ciudadanos y los jueces nos lo merecemos.

*Francisco Pleite Guadamillas, magistrado y doctor en Derecho

La prórroga de la situación del Consejo General del Poder Judicial por falta de acuerdo en la renovación pone en evidencia que no solo es suficiente tener una Constitución y unas leyes para que nuestra democracia funcione: es necesario que los líderes políticos respeten las que podíamos denominar reglas no escritas de la democracia, como son el respeto de las instituciones y a las minorías, el diálogo y la posibilidad de alcanzar acuerdos.

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