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Rumores de “furia y fuego” mientras el oro sube
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Javier Molina

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Rumores de “furia y fuego” mientras el oro sube

La inversión en oro se hace bajo dos objetivos: como forma de posicionarse al alza o a la baja y como forma de lograr cierta descorrelación con respecto a otros activos

Foto: Lingotes de oro.
Lingotes de oro.

Trump amenazó con una lluvia de “furia y fuego” y Kim Jung-un lanzó un misil que sobrevoló Japón. El peligro de tener a dos pirómanos al mando de un arsenal nuclear es una realidad que el mercado, en general y hasta la fecha, parece no tener en cuenta. Nada raro, dada la inmunidad tóxica que el inversor ha adquirido, por arte de magia, en los últimos años. A este no le afectan ni la baja volatilidad, ni los altos niveles de endeudamiento, ni los problemas de una gestión pasiva descontrolada y, ni siquiera, la alta valoración global del mercado. Sin embargo, en la última semana, el oro, ese activo que suele aparecer en momentos de crisis, ha experimentado un movimiento interesante que ha llevado la cotización a máximos del año.

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La inversión en oro suele hacerse bajo dos objetivos principales: como forma de posicionarse al alza o a la baja (tanto especulación a corto como buscando tendencias a más largo plazo) y como forma de lograr cierta descorrelación con respecto a otros activos financieros.

Antes de entrar en cada una de esas 'funciones', conviene diferenciar entre el precio contado y el precio futuro. El precio contado o 'spot' es el que se fija en el momento de la operación y responde a aquellas transacciones negociadas y liquidadas en el momento. Por el contrario, en los futuros financieros (contratos derivados), el precio y la cantidad se pactan hoy, pero con fecha de liquidación futura (seis meses, por ejemplo). En la siguiente tabla del CME puede ver los siguientes vencimientos y su cotización.

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Cuando un inversor se posiciona en el oro, simplemente busca alzas (o caídas, si se pone bajista) en la cotización futura. Puede hacerlo también como forma de mantener un activo finito de valor o, como en el caso de los bancos centrales, como parte de las reservas.

Si lo que el inversor busca es cubrir pérdidas provocadas por determinados activos, el oro puede cumplir esa función. La doble consideración de activo refugio y activo descorrelacionado entraría en este bloque. De esta forma, como sucede en el momento actual, muchos inversores están comprando oro para cubrir la evolución negativa del dólar. Por ejemplo, si tomamos datos desde 2005 hasta hoy, la correlación del ETF alcista en USD (UUP) contra el ETF que sigue el oro (GLD) es de -040. Y esa correlación negativa se viene manteniendo de forma casi constante en el tiempo. Así mismo, el posicionarse en oro protege contra la inflación.

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Para que vea el funcionamiento del oro como cobertura en este caso concreto, si tomamos tres carteras donde una tiene USD al 100%, otra tiene oro al 100% y otra 50% en cada uno de los activos, estos serían los resultados para lo que llevamos de 2017:

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Es decir, el alcista en dólar pierde casi 1.000 dólares, el alcista en oro gana esa misma cantidad y el que repartió está casi igual. Funciona perfectamente la cobertura. Si vamos a un plazo más largo, los últimos cinco años, los resultados cambian un poco dada esa evolución no constante de la correlación, pero en esencia, logran el objetivo perseguido de cobertura.

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Así mismo y como decía, el oro también ha funcionado históricamente como valor refugio ante posibles crisis o catástrofes. Por ejemplo, en la crisis financiera de 2008 o en la crisis de la eurozona, muchos inversores se posicionaron en el oro como forma de protegerse y buscar alternativa al mercado de acciones o deuda. Estos días, los problemas ocasionados por la tensión generada por Corea del Norte han llevado a que el oro supere la referencia de los 1.300 dólares, marcando niveles no vistos en un año.

Pero existen otra serie de motivos que, a día de hoy, me hacen ser mucho más optimista con respecto a la evolución del precio del oro. De un lado, el retraso en la puesta en marcha de las prometidas reformas económicas de la Administración Trump está pesando sobre la evolución de los tipos de interés y sobre las proyecciones de crecimiento económico. La probabilidad de que suban los tipos en la reunión de septiembre es del 0%, y para noviembre, no se supera el 2% (incluso es más alta la posibilidad de una bajada).

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En este contexto, si los tipos siguen cayendo en mercado, el impacto en el dólar seguirá siendo negativo, lo que, como hemos visto, puede suponer nuevas alzas del oro. Técnicamente, el campo parece despejado para intentar atacar referencias superiores, una vez conquistada la importante zona de los 1.300.

Así las cosas, puede ser interesante apostar por el oro en un contexto geopolítico complicado y donde la falta de reformas económicas se está notando ya en los tipos y en el crecimiento. Tal es la situación provocada, que se pone en entredicho la intención de la Fed de subir los tipos y la presión sobre el dólar no parece que remitirá a corto plazo. Veremos si los precios rompen al alza y asistimos a nuevos máximos anuales.

Trump amenazó con una lluvia de “furia y fuego” y Kim Jung-un lanzó un misil que sobrevoló Japón. El peligro de tener a dos pirómanos al mando de un arsenal nuclear es una realidad que el mercado, en general y hasta la fecha, parece no tener en cuenta. Nada raro, dada la inmunidad tóxica que el inversor ha adquirido, por arte de magia, en los últimos años. A este no le afectan ni la baja volatilidad, ni los altos niveles de endeudamiento, ni los problemas de una gestión pasiva descontrolada y, ni siquiera, la alta valoración global del mercado. Sin embargo, en la última semana, el oro, ese activo que suele aparecer en momentos de crisis, ha experimentado un movimiento interesante que ha llevado la cotización a máximos del año.

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