Comprar acciones en el supermercado

Puedes desear unas felices rentabilidades regalando acciones en el próximo cumpleaños. Y basta con ir al supermercado para comprar ese presente en formato tarjeta que vale por acciones de Google o Amazon. Incluso valen por si quieres regalar un trozo de un ETF del S&P, tan de moda últimamente.

Invertir en bolsa se ha convertido en algo muy simple, rentable y al alcance de todos. El riesgo, como expliqué aquí, ya no existe y el S&P 500 está con dividendos, por ejemplo, acumula nueve años de alzas y una rentabilidad anual media del 17%. Hay que ser muy malo para no ganar en este mercado y basta con pegarse a ese índice y disfrutar del movimiento.

Opinión

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Javier Molina

Comentaban analistas de Pictet Asset Management que el 30% de los activos norteamericanos está ya controlado por instrumentos pasivos. Y según Moody's, los inversores pasivos podrán controlar el 50% del mercado de acciones y bonos en 2021.

El éxito de este tipo de gestión pasiva se basa en las bajas comisiones aplicadas y en esa buena rentabilidad obtenida. No ayudan para nada los altos costes comparativos y la pobre rentabilidad media que han sacado los gestores activos en ese mismo espacio temporal. Solo un 10% de estos consigue superar al índice de referencia en rentabilidad. Si a esto le unimos el hecho de tener unos mercados totalmente alcistas (Estados Unidos), el argumento de indexarse parece lo más sensato, pues requiere de esfuerzo mínimo con máxima rentabilidad.

En este entorno de bonanza y complacencia absoluta, son muchos los negocios que en torno al arte de invertir se han ido creando. Los Robo Advisors, por ejemplo, están suponiendo una auténtica revolución en lo que a esa gestión se refiere, y existen ya más de 100 en 15 países y se estima que para 2020 tendrán más de tres billones de dólares en activos bajo gestión.

Una vez que le entregan esa tarjeta, que no caduca, se convierte en acciones reales en una cuenta del bróker que debe abrir a su nombre

Otro de los ejemplos que han surgido aprovechando el buen momento de la bolsa, que en cifras nada tiene que ver con el anterior, pero que es igual de oportunista, es Stockpile. Este 'bróker-dealer' regulado ofrece servicios clásicos de inversión, así como el poder adquirir tarjetas regalo sobre casi 1.000 acciones, ETF o ADR. Lo interesante y nuevo, junto a la idea de la 'gift card', es que puede hacerse por fracciones.

De esa forma, si Amazon cotiza a 900 dólares y queremos obsequiar por un monto total de 100 euros, la tarjeta equivaldrá a esa fracción y podremos regalar un 11,11% del título. Si queremos que sean 50 dólares, pues será el equivalente a un 5,55% de Amazon. Existe una versión física para la entrega tradicional y otra 'online' que puede enviarse por 'mail' a cualquier sitio. Estas tarjetas regalo físicas pueden ser de 25, 50 o 100 dólares y están disponibles en la web del bróker y en supermercados o tiendas de regalo clásicas. Para la versión digital, el obsequio puede llegar hasta los 1000 dólares. Una vez que le entregan esa tarjeta, que no caduca, se convierte en acciones reales en una cuenta del bróker que debe abrir a su nombre y que podrá mantener o vender sin problemas.

Si quisiéramos regalar 150 dólares a nuestra sobrina con motivo de su primera comunión, mediante la aplicación del bróker o acudiendo al súper, podemos confeccionar una cartera diversificada con, por ejemplo, estos componentes. Colocamos 25 dólares en cada una y se emite el regalo: Google, Amazon, Apple, Oro (GLD), ETF de Brasil y un poco de S&P (SPY).

Cuando la complejidad regrese al mercado, los primeros en caer serán los que han obrado sin conocimiento ni juicio y no estén preparados

Lo malo de esto es que cuando uno no tiene que pensar mucho, o cuando invierte usando un 'robo advisor', o cuando puede ir al súper y comprar junto a la leche y el papel del inodoro, una fracción del SPY (ETF del S&P) en formato 'gift card' de forma tan fácil, es que algo falla. Los mercados no son sencillos por su propia naturaleza y lo peor que puede pasar es la pérdida de la noción del riesgo. Se le recompensa por asumir riesgo y por gestionarlo. Dejarse llevar por la alegría del corto plazo sin ser conscientes de lo que se hace es, claramente, jugar a perder en el largo plazo. Y dado que ya estamos muy avanzados en esto de los tiempos (nueve años de alzas) cuando la complejidad regrese al mercado, que lo hará, los primeros en caer serán aquellos que han obrado sin conocimiento ni juicio y no estén preparados para los cambios. Es así de simple.