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No es oro todo lo que reluce, es... ¡¡¡plata!!!
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Alberto Artero

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No es oro todo lo que reluce, es... ¡¡¡plata!!!

Los que siguen esta columna desde hace un tiempo, saben que un servidor ha sido firme defensor de la inversión en oro desde el estallido de

Los que siguen esta columna desde hace un tiempo, saben que un servidor ha sido firme defensor de la inversión en oro desde el estallido de la crisis financiera (en 2007 y 2009, por citar solo dos ejemplos). En un entorno binario de posibles desenlaces, hiperinflación o colapso, las características del metal actuarían en su favor, como así ha sido. Sin embargo, si el recorrido de esta materia prima ha sido espectacular, nada comparado con lo que ha sucedido con la plata. Acaba de tocar máximos de 30 años, poco por debajo de los 40 dólares por onza, tras doblar en siete meses. Le quedan 10 para batir récords históricos. La virulencia del movimiento queda plasmada en el primero de los charts, gentileza de Bloomberg, que nos permite tomar un poco de perspectiva temporal. Pone los pelos de punta. El segundo análisis recoge, finalmente, la comparativa entre oro y plata desde la primavera de 2008 (antes habían ido bastante de la mano). Tras permanecer la segunda a la sombra del primero durante dos años y medio, la relación acaba de invertirse hasta el punto de que, desde 1983 no ha sido tan caro en términos de oro comprar una onza de plata. Algunos, de hecho, comienzan a cuestionarse la validez de esa relación. Peligro.

 

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¿Qué está pasando? A través de la siempre provocadora Zero Hedge llego a un extensivo análisis elaborado por la canadiense BMO que permite identificar parte de las claves del por qué de esta reacción reciente de la plata, interpretación que, como se pueden imaginar, participa de alguno de los argumentos que están impulsando igualmente al oro de manera más sostenida. En el origen, un cambio en las dinámicas de oferta y demanda, de la abundancia a la escasez, que lleva a pensar a los autores que si the sky is not the limit yet, casi, casi. Miedo me da este the trend is your friend. Vamos a ver qué dicen.

  1. Por el lado de la producción, esperan en su escenario central que la oferta de plata crezca un 9% anual de aquí a 2015, aumento que será algo más lento hasta 2012 y que se acelerará a partir de ese punto debido a la entrada en funcionamiento de explotaciones mineras actualmente en fase de proyecto e inversión. Contemplan también los analistas de BMO una hipótesis optimista y otra pesimista, que figuran en el documento enlazado para los que tengan mayor interés. Dado que su espectro de cobertura es del 55% del total productivo actual, fundamentalmente compañías cotizadas, sus proyecciones futuras merecen cierto crédito a priori.
  2. Por el lado de la demanda, también fijan un marco de referencia sobre el que caben interpretaciones extremas. En su modelo meten un incremento del 6% anual compuesto a 2015 en la demanda industrial y de joyería, fundamentalmente por Asia (McKinsey advertía ayer que el 20% del lujo mundial estará en manos chinas en 2015); un estancamiento de la financiera de aquellos que, para protegerse de la inflación y de la pérdida de valor del dinero fiduciario, acaparan materias primas, bien físicamente o a través de productos como los ETFs; y un mayor interés de aquellos bancos centrales que quieran diversificar sus reservas (China aumentó sus importaciones un 300% en 2010). Como apreciación importante constatan que, históricamente, la elasticidad de las compras a aumentos de precio de la plata ha sido residual.

A partir de estos datos los autores del informe distinguen dos fases claramente diferenciadas. Hasta finales de 2012 la mayor demanda, incluso solo la industrial, superará con creces la nueva oferta lo que provocará que los precios de la plata sigan tensionados al alza ante la escasez de inventarios. A partir de 2013, por el contrario, lo normal será que su cotización se relaje por la puesta en marcha de nueva producción. Será entonces cuando la percepción sobre deuda soberana, precios de consumo y similares jueguen un papel esencial sobre su evolución.

¿Estamos ante la oportunidad de una década o una aberración de cotizaciones más? El corazón dice que aquí hay dinero a ganar, pero la razón y la experiencia invitan a la prudencia, especialmente viendo su comportamiento reciente. Mejor esperarla por debajo de los 30 que volverse loco a estos precios, ¿no creen? Para gustos los colores…

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Los que siguen esta columna desde hace un tiempo, saben que un servidor ha sido firme defensor de la inversión en oro desde el estallido de la crisis financiera (en 2007 y 2009, por citar solo dos ejemplos). En un entorno binario de posibles desenlaces, hiperinflación o colapso, las características del metal actuarían en su favor, como así ha sido. Sin embargo, si el recorrido de esta materia prima ha sido espectacular, nada comparado con lo que ha sucedido con la plata. Acaba de tocar máximos de 30 años, poco por debajo de los 40 dólares por onza, tras doblar en siete meses. Le quedan 10 para batir récords históricos. La virulencia del movimiento queda plasmada en el primero de los charts, gentileza de Bloomberg, que nos permite tomar un poco de perspectiva temporal. Pone los pelos de punta. El segundo análisis recoge, finalmente, la comparativa entre oro y plata desde la primavera de 2008 (antes habían ido bastante de la mano). Tras permanecer la segunda a la sombra del primero durante dos años y medio, la relación acaba de invertirse hasta el punto de que, desde 1983 no ha sido tan caro en términos de oro comprar una onza de plata. Algunos, de hecho, comienzan a cuestionarse la validez de esa relación. Peligro.

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