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Un detalle desapercibido es la verdadera revolución del Santander
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Alberto Artero

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Un detalle desapercibido es la verdadera revolución del Santander

A partir de ahora Santander será un banco más fácilmente analizable a nivel operativo y financiero. Y eso será, de facto, lo que ayude a legitimar la certeza de todo lo demás, logros o fiascos

Foto: La presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín. (Reuters)
La presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín. (Reuters)

Santander presentó ayer sus objetivos estratégicos para los próximos tres años con un despliegue documental casi inabarcable para los legos en la materia. Datos y más datos; proyecciones, estimaciones y 'targets' concretos en áreas como capital, costes o ingresos; numerosas alusiones a la innovación y la transformación; mucho ruido de trompetas y timbales.

Lo esperado.

Si nos atenemos a la reacción de los mercados, silencio para la faena de los distintos ejecutivos que se sometieron al escrutinio público en el primer día de su 'Investor´s Meeting'. Incluso algún pito suelto en forma de ventas mayores que el Ibex35 en la sesión, mal que afectó a todo el sector con la única excepción de Bankia.

A falta de una gran sorpresa que llevarse a la boca, de un pase que levantara al respetable de su letargo, los analistas optaron por la prudencia a la espera de acontecimientos.

La acción está castigada, puede ser.

Demuéstreme de verdad que no hay motivos para ello.

'Delivery' quiero y no previsiones.

Bien.

En toda esa vorágine de 'slides' de Power Point, no se ha interpretado de manera correcta, negándole el alcance que se merece, una cuestión a la que, sin embargo, la entidad había adjudicado una relevancia sustancial. Tanta como para ocupar cuatro de las 30 diapositivas de la presentación inaugural de Ana Patricia Botín a los inversores.

A saber: los cambios en la configuración y asignación de resultados de su Centro Corporativo.

A McCoy se le ha ido la pelota.

¿Esto?

Pues sí, déjemne que me explique.

Vayamos con los hechos.

Los titulares de los medios especializados -los generalistas ni la habían olido a la hora de escribir este 'post', al menos en sus ediciones 'online'- se centraron sobre la marcha en cómo afectaba esta reordenación a los beneficios de las distintas divisiones del Grupo en general y de España en particular (200 kilos del ala). El hecho de que hubiera un Hecho Relevante específico sobre esta cuestión contribuyó, sin duda, a que las ramas de lo inmediato y noticioso impidieran a muchos ver el bosque de lo estructural.

Morboseemos. He aquí los datos.

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Sin embargo, como hemos comentado, la cosa tiene más miga de lo que parece.

Hemos denunciado en varias ocasiones en estas líneas el cachondeo que suponía, al menos hasta ahora, el uso impune por parte de las principales instituciones financieras patrias de ese cajón de sastre que es el 'Corporate Center' para ocultar sus miserias y presentar una mejor foto de las áreas de negocio, trampa en el solitario que algunos se tragaban con gusto.

Lo hicimos en 2009 en relación con el BBVA (Valor Añadido, "BBVA, su actividad corporativa y la sombra de México", 04-05-2009) y, de manera más taxativa, hace dos años y medio metiendo también a 'chez Botín' en el saco (V.A., "BBVA y Santander siguen engordando su particular agujero negro", 05-02-2013).

Ya entonces exigíamos un ejercicio de transparencia en los santo y seña de nuestro sistema financiero para que el conjunto de la industria recuperara una credibilidad bajo mínimos en aquel momento.

Pues bien, eso es precisamente lo que ha hecho el Santander -mejor tarde que nunca- con una decisión que va más allá de lo meramente estético o formal y puede marcar el camino al resto de la banca sistémica, que la mujer del César... ya se sabe. No solo identifica de manera taxativa qué va a ser a partir de ahora ese batiburrillo, precisamente para que deje de serlo, sino que limita sustancialmente su importancia a futuro como instrumento para dotar de flexibilidad perniciosa a las cuentas del banco.

Así, a partir de 2018 su peso sobre el beneficio atribuible de la firma quedará limitado al 15%, muy por debajo del 35% de media de sus principales competidores a nivel europeo, incluido el propio BBVA. Cada palo tendrá que aguantar su vela.

Aquí el compromiso.

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Y, en este otro cuadro, la definición.

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Quizás para alguno de ustedes este 'post' sea una decepción.

Puede que estuvieran esperando una pista para crucificar o ensalzar a un equipo gestor que ha cambiado demasiado en demasiado poco tiempo, haciendo que cruja toda la estructura de la organización y que, inevitablemente, el negocio se resienta.

Pero, como hemos señalado con anterioridad, hay ocasiones como esta en las que lo urgente –valorar algo que está por hacer sobre parámetros futuribles- debe quedar en un segundo plano frente a lo importante: a partir de ahora Santander será un banco más fácilmente analizable a nivel operativo y financiero.

Y eso permitirá, de facto, legitimar la certeza de todo lo demás, logros o fiascos, que no es poca cosa.

Amén.

Santander presentó ayer sus objetivos estratégicos para los próximos tres años con un despliegue documental casi inabarcable para los legos en la materia. Datos y más datos; proyecciones, estimaciones y 'targets' concretos en áreas como capital, costes o ingresos; numerosas alusiones a la innovación y la transformación; mucho ruido de trompetas y timbales.

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