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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

La otra razón para no comprar un coche nuevo...

El automóvil vive unos momentos complicados, básicamente por la incertidumbre que han creado los políticos en torno al diésel, la gasolina, el coche... y ahora por unos impuestos a las autovías

Foto: El nuevo impuesto a las autovías no va a solucionar los problemas del tráfico.
El nuevo impuesto a las autovías no va a solucionar los problemas del tráfico.

El sector del automóvil vive unos momentos realmente complicados, básicamente por la incertidumbre que han creado los políticos en torno al diésel, la gasolina, el coche eléctrico o la prohibición de circular en el centro de las grandes ciudades. Siempre con medidas poco claras. Una situación que está haciendo que las ventas de coches bajen, lo que hace que los ciudadanos sigan usando los coches cada vez más viejos y más contaminantes.

Ante esta situación, realmente complicada, de la que dependen muchos puestos de trabajo y la vida diaria de muchas personas, lo que hacen falta son anuncios oficiales que traten de calmar esta situación, de aclarar el futuro de la movilidad. Por ejemplo, el anuncio de un plan PIVE para renovar y achatarrar los coches más viejos del mercado y en su lugar adquirir vehículos nuevos mucho menos contaminantes y más seguros. O una reducción del impuesto para los coches eléctricos...

Pero la filosofía de bajar impuestos parece que aterra al Gobierno de Pedro Sánchez. Nuestro gobierno va por otra línea más de seguir metiendo el miedo en el cuerpo a los posibles compradores, seguir diciéndoles que las cosas van muy mal y que van a ir a peor, que cada vez van a pagar más impuestos y que la única opción es seguir usando el coche viejo hasta que se caiga a pedazos.

En esta línea va el nuevo anuncio del impuesto a las autovías, que ya se ha barajado en otras ocasiones, pero que ahora parece que va más en serio. Se trata, según ha anunciado el propio gobierno en funciones, de un impuesto simbólico con el que poder sufragar el mantenimiento de las carreteras. Para ello, para defender este nuevo impuesto, ya se empieza a hablar de que otros países lo tienen y que hay diferentes formas de implementarlo, con pago anual, pago mediante viñeta o el pago por kilómetro recorrido.

Tres impuestos

El argumento de los que quieren aplicar este impuesto adicional es que es lógico que se pague por la utilización de las infraestructuras. Pero no hay que olvidar que ya hay tres impuestos diferentes, además del IVA a la compra de un coche nuevo, que pagan exclusivamente los coches y vehículos de motor, el Impuesto de Hidrocarburos, el Impuesto de Matriculación y el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica, IVTM. Se supone que todos esos impuestos sirven para pagar los costes adicionales que produce su utilización, y entre ellos las infraestructuras.

En España, las tres administraciones cobran su impuesto correspondiente a los coches: el Estado cobra el IVA de la compra del coche nuevo y más del 50% del coste del carburante. De cada 50 euros que echamos de gasolina, más de 25 euros van directamente a la caja de Hacienda. Las Comunidades Autónomas cobran el Impuesto de Matriculación, que llega a ser del 14,75 % sobre el precio del vehículo sin impuestos. Es decir, que un cliente que compra un Ferrari paga en Alemania un 19% de impuestos y en España un 35,75% del precio en impuestos. Con esos impuestos a Alemania le da para tener la mejor red de autopistas del mundo y a los españoles para tener las carreteras sin mantenimiento que tenemos. Y los ayuntamientos cobran el IVTM, un impuesto anual en función de la potencia del vehículo.

El año 2018 los usuarios del automóvil ingresaron en las arcas públicas españolas más de 30.000 millones de euros solo en concepto de compra de vehículos nuevos y en carburantes, pero parece que esto no es suficiente para un Estado que solo piensa en aumentar sus ingresos a costa de cualquier excusa.

Hay varios problemas añadidos al impuesto por el uso de las autovías. El primero de todos ellos es que para poder cobrar ese impuesto, si finalmente se hace por kilómetro recorrido, es necesaria la creación de una red de cámaras en todas las autovías del estado y un equipo informático capaz de gestionar miles de millones de datos de coches cada día. Eso tiene un elevado coste que irá a manos de las empresas amigas, como siempre.

Otro problema grave es que si los ciudadanos van a pagar por usar las autovías, en muchos casos irán mejor por las carreteras secundarias, mucho más peligrosas y todavía peor mantenidas que las autovías. Pero por encima de todo, yo le veo un problema, y es que un impuesto directo por el uso de autovías no supone que ese dinero vaya a utilizarse en el mantenimiento de las carreteras. Lo más probable es que se utilice para dar más subvenciones de dudoso interés, de las que debemos ser el país líder a nivel mundial, con más de 30.000 millones de euros anuales, y subiendo cada año. O para pagar el AVE o para ayudas a Marruecos.

El sector del automóvil vive unos momentos realmente complicados, básicamente por la incertidumbre que han creado los políticos en torno al diésel, la gasolina, el coche eléctrico o la prohibición de circular en el centro de las grandes ciudades. Siempre con medidas poco claras. Una situación que está haciendo que las ventas de coches bajen, lo que hace que los ciudadanos sigan usando los coches cada vez más viejos y más contaminantes.

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