Es noticia
Soy americano, pero solo me ven como un musulmán
  1. Mundo
  2. El GPS global
Fareed Zakaria

El GPS global

Por

Soy americano, pero solo me ven como un musulmán

A diferencia de Europa, los musulmanes estadounidenses están plenamente integrados en la sociedad. Pero el discurso de Donald Trump y otros les está negando sus otras identidades

Foto: Frank Woodman sostiene un cartel en apoyo de sus vecinos musulmanes en una protesta contra el Estado Islámico y el extremismo político en Detroit, el 11 de diciembre de 2015. (Reuters)
Frank Woodman sostiene un cartel en apoyo de sus vecinos musulmanes en una protesta contra el Estado Islámico y el extremismo político en Detroit, el 11 de diciembre de 2015. (Reuters)

Pienso en mí mismo ante todo y sobre todo como un estadounidense. Estoy orgulloso de esa identidad porque, como inmigrante, me llegó a través de una profunda convicción y de duro trabajo, no por el accidente del nacimiento. También pienso en mí mismo como marido, padre, persona oriunda de India, periodista, neoyorquino y (en mis buenos días) un intelectual. Pero en el clima político de hoy día, tengo que abrazar otra identidad. Soy musulmán.

No soy musulmán practicante. La última vez que estuve en una mezquita, salvo como turista, fue hace décadas. Mi mujer es cristiana, y no hemos criado a nuestros hijos como musulmanes. Mis ideas sobre la fe son complicadas, algo entre el deísmo y el agnosticismo. Soy totalmente secular en mi apariencia. Pero viendo la forma en que los candidatos republicanos están dividiendo a los estadounidenses, me doy cuenta de que es importante admitir la religión en la que nací.

Y aun así, dicha identidad no me representa plenamente a mí o a mis ideas. Estoy horrorizado por la intolerancia y demagogia de Donald Trump no porque sea musulmán, sino porque soy estadounidense.

En sus diarios de los años treinta, Victor Klemperer describe cómo él, un judío alemán secular totalmente integrado, despreciaba a Hitler. Pero intentó convencer a la gente que lo hacía como alemán; que era su identidad alemana lo que le hacía ver el nazismo como una farsa. Al final, sin embargo, era visto solamente como un judío.

Este es el verdadero peligro de la retórica de Trump: fuerza a la gente que quiere integrarse, que se ven a sí mismos con múltiples identidades, dentro de un único marco. El efecto de su retórica ya ha envenenado la atmósfera. Los musulmanes estadounidenses están más asustados y se aislarán más. La comunidad general los conocerá menos y confiará menos en ellos. Se establecerá una espiral descendente de segregación.

La tragedia es que, a diferencia de Europa, los musulmanes en EEUU están en su grandísima mayoría bien integrados. Recuerdo hablar con un inmigrante marroquí en Noruega el año pasado, que tenía un hermano en Nueva York. Le pregunté en qué se diferenciaban sus experiencias. Me dijo: “Aquí siempre seré un musulmán o un marroquí, pero mi hermano ya es un americano”.

En un ensayo publicado en 'Foreign Affairs', el escritor británico Kenan Malik indica que en Francia, en los años sesenta y setenta, los inmigrantes de África del Norte no eran vistos como musulmanes ni se les definía como tal. Se les describía como norteafricanos o árabes. Pero eso ha cambiado en las últimas décadas. Cita a un cineasta que dice: “En la Francia de hoy, ¿qué une a un piadoso jubilado argelino, al director franco-mauritano que soy yo, el empleado de banca de etnia fulani de Mantes-La-Jolie, el trabajador social de Burgundy que se ha convertido al islam y el enfermero agnóstico que nunca ha puesto el pie en la casa de sus abuelos en Oujda?”. Su respuesta: “Vivimos en una sociedad que piensa en nosotros como musulmanes”.

Una vez que empiezas a etiquetar a todo un pueblo por características como raza y religión, y ves a todo el grupo como sospechoso, se crearán tensiones. En un emotivo artículo sobre soldados musulmanes estadounidenses, 'The Washington Post' entrevistó al sargento artillero marine Emir Hadzic, un refugiado de Bosnia, que explicó cómo empezó la brutal guerra civil entre comunidades religiosas en los Balcanes en los años noventa. “Eso es lo que asusta de las cosas que dice [Donald Trump]”, dijo Hadzic. “Sé cómo funcionan las cosas cuando empiezas a agitar la desconfianza entre tus vecinos y amigosLes he visto volverse unos contra otros”.

Sigo siendo optimista. Trump ha tomado al país por sorpresa. La gente no sabe bien cómo responder a las vagas e impracticables propuestas (“¡Tenemos que hacer algo!”), las estadísticas falsas, las oscuras insinuaciones sobre conspiraciones (“Hay algo que no sabemos”, dice sobre el presidente Obama), y los llamados desnudos a los prejuicios de la gente.

Pero no son los años treinta. Gente de todos los ámbitos del espectro condena a Trump, aunque hay diferentes 'trumpistas' entre los candidatos republicanos. El país no seguirá asustado. Incluso después de San Bernardino, el número de norteamericanos asesinados por el terrorismo islámico en suelo estadounidense en los 14 años desde el 11-S es de 45, una media de tres personas al año. El número de personas muertas en homicidios con armas de fuego tan solo este año será de unos 11.000.

Al final, EEUU rechazará esta agitación del miedo y esta demagogia, tal y como ha hecho en el pasado. Pero estamos pasando un importante test de carácter político y moral. Espero que dentro de unas décadas, la gente mire atrás y pregunte: “¿Qué hiciste cuando Donald Trump propuso test de religión en América?”.

Pienso en mí mismo ante todo y sobre todo como un estadounidense. Estoy orgulloso de esa identidad porque, como inmigrante, me llegó a través de una profunda convicción y de duro trabajo, no por el accidente del nacimiento. También pienso en mí mismo como marido, padre, persona oriunda de India, periodista, neoyorquino y (en mis buenos días) un intelectual. Pero en el clima político de hoy día, tengo que abrazar otra identidad. Soy musulmán.

Islam Racismo