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La turba que asaltó el Capitolio se manifiesta a diario y está siendo capaz de intimidar a quienes escriben las leyes de Estados Unidos

Foto: Partidarios del presidente estadounidense Donald Trump intentan atrapar una gorra durante un evento de campaña en Fayetteville, Carolina del Norte, el pasado 19 de septiembre.
Partidarios del presidente estadounidense Donald Trump intentan atrapar una gorra durante un evento de campaña en Fayetteville, Carolina del Norte, el pasado 19 de septiembre.

Los antiguos griegos, cómo no, tenían un término concreto para retratar lo que estamos viendo estos días en Estados Unidos: 'oclocracia'. El Gobierno de la muchedumbre. El asalto al Capitolio solo fue el ejemplo más simbólico y violento de cómo se ha degradado la convivencia civil, pero la turba se manifiesta a diario y está siendo capaz de intimidar a quienes escriben las leyes de Estados Unidos. Su presión constante es una de las razones por las que muchos congresistas republicanos continúan apoyando a Donald Trump. No por principios, sino por miedo.

“La mayoría de ellos están paralizados por el miedo”, declaró el representante demócrata Jason Crow al canal MSNBC, poco antes del voto del 'impeachment' a Trump el pasado miércoles. “Anoche tuve muchas conversaciones con mis colegas republicanos, y un par de ellos rompieron a llorar, diciendo que tienen miedo por sus vidas si votan a favor de este 'impeachment”.

El republicano Peter Mejier ha confirmado que muchos de sus compañeros han recibido amenazas, como él mismo. “Sabía que aquellos de nosotros que votaron para certificar [la victoria de Biden] tendríamos algo así como un punto de mira en nuestras espaldas”, dijo durante una larga entrevista a 'The New York Times'.

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Después de anunciar que certificaría la victoria de Biden, a la representante Nancy Mace le entró tanto miedo que, según Politico, mandó a sus hijos a un lugar seguro, cientos de kilómetros lejos de Washington, y pidió una licencia de armas. Otros congresistas, de vuelta a sus respectivos estados después del asalto, se encontraron con que muchos votantes celebraban el ataque al Congreso.

Los senadores republicanos Mitt Romney y Lindsey Graham, que también reconocieron la victoria de Biden, han sido objeto de insultos y gritos de “traidor” en los aeropuertos. El demócrata Al Green, vocal partidario del 'impeachment' a Trump, fue reconocido a bordo de un avión. Alguien le llamó “Mr. Impeachment”, la turba fue activándose y acabó gritándole “traidor”. El personal de Southwest Airlines tuvo que escoltar a Green a la salida del avión, hasta que llegase la policía.

“Esta gente estaba muy enfadada”, dijo Green, quien es afroamericano. “Soy un hijo del Sur segregado. Puedo recordar las expresiones de odio cuando la gente decía cosas feas, llamándome cosas feas que no repito. Me acuerdo de ese aspecto. Y he visto eso en las caras de algunas de estas personas”.

placeholder Un partidario de Donald Trump, en Washington D. C., previo a la inauguración de Joe Biden como presidente. (Reuters)
Un partidario de Donald Trump, en Washington D. C., previo a la inauguración de Joe Biden como presidente. (Reuters)

El futuro político de Estados Unidos depende de cómo se resuelva esta lucha en el seno del Partido Republicano. La lealtad férrea a Donald Trump, que ha sido el precio a pagar por casi todos los republicanos desde hace cuatro años, parece estar deshaciéndose, y del trauma han emergido dos grupos: quienes siguen siendo fieles al presidente, pase lo que pase, y quienes quieren dejar atrás su divisiva figura y abrir un capítulo nuevo. Estos últimos son objeto de la ira de los primeros.

El portal Axios ha averiguado que Trump llevaba desde octubre pensando en declararse ganador de las elecciones incluso en caso de perderlas

El discurso de Trump incitando a marchar sobre el Capitolio y dar una lección a los republicanos “débiles” tenía ya el terreno abonado por semanas de mentiras. El portal Axios ha averiguado que Donald Trump llevaba desde mediados de octubre pensando en declararse ganador de las elecciones incluso en caso de perderlas. Dado que los votos republicanos, que se depositan casi todos en persona, iban a teñir el mapa de rojo al principio de la noche electoral, esa sería la oportunidad de Trump. Pero fue Fox News, su televisión de cabecera, la que le aguó los planes. En torno a las 23:30 de la noche, Fox cantaba Arizona para Joe Biden.

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Trump y los suyos denunciaron fraude en la misma noche electoral. Sus abogados pusieron 61 demandas de presunto fraude, de las cuales solo prosperó una, relativa a un plazo de recuento en Pensilvania. Cuando estaba claro que los tribunales ni siquiera tocarían este material radiactivo, los trumpistas empezaron a presionar a los republicanos de los estados para que anulasen el voto popular y le diesen a él la victoria. Tampoco funcionó. Ahora tocaba presionar a los congresistas de Washington para que rechazasen certificar los votos de Biden.

Durante un mitin del grupo Turning Point USA, el representante Madison Cawthorn invitó a los allí reunidos a que intimidasen a los congresistas. Era el 21 de diciembre. “Podéis amenazarlos ligeramente y decir, ¿sabéis qué? Si no apoyáis la integridad de las elecciones, voy a ir a por vosotros, Madison Cawthorn va a ir a por vosotros, todo el mundo va a ir a por vosotros”. El congresista participó también en los discursos del 6 de enero que incitaron el ataque al Congreso, llamando “cobardes” a sus colegas de la cámara.

Peter Mejier recuerda cómo, después de ser evacuados a todo correr de la cámara donde se celebraba el debate, de ver cómo muchos colegas “comprensiblemente” entraban en pánico y de escuchar al presidente, en su primer mensaje, recibirse a los atacantes de manera amable y simpática, diciendo “os queremos” y “sois muy especiales”, la mayoría de sus colegas siguieron sin certificar los votos. “Mientras había una investigación de la escena del crimen y la sangre de una mujer muerta se secaba a medio metro de la puerta, [los congresistas] estaban dando el mismo discurso esa tarde que el que habían escrito por la mañana”.

Foto: Josh Hawley. (EFE) Opinión

La misma brecha se está dando en la comunidad evangélica blanca, uno de los grandes soportes del presidente. Aquellos que han hablado contra él, a raíz de los sucesos del Capitolio, se han encontrado con reacciones parecidas por parte de los seguidores más duros de Trump.

“En las últimas 72 horas, he recibido múltiples amenazas de muerte y miles y miles de emails de cristianos diciendo las cosas más vulgares y desagradables que jamás he escuchado de mi familia y ministerio”, escribió en Facebook el pastor Jeremiah Johnson. Este seguidor de Donald Trump había escrito una disculpa pública por haber sido defensor del presidente. Según el columnista David Brooks, Johnson dijo que Dios había quitado a Trump de su puesto por su orgullo y arrogancia, y como lección de humildad para las personas que habían confiado en él. “He sido etiquetado de cobarde, vendido, traidor del Espíritu Santo”, escribió.

Nadie sabe cómo de grande es la sangría de apoyos de Trump. Por ahora, su índice de aprobación, que siempre se ha mantenido estable en torno al 40%, ha caído por debajo del 30%. Nunca había sucedido. Y la bajada, según los datos de Pew Research Center, no se da entre los demócratas. Estos siempre se opusieron a Donald Trump con cada fibra de su alma. La bajada se dio entre los republicanos.

placeholder Partidarios de Donald Trump se enfrentan a manifestantes en su contra en Salem, Oregon. (Reuters)
Partidarios de Donald Trump se enfrentan a manifestantes en su contra en Salem, Oregon. (Reuters)

El Gobierno de la muchedumbre, sobre todo este año, también ha venido desde la izquierda: altos cargos del Gobierno de Trump han sido acosados en restaurantes, como también han sido víctimas del griterío y la violencia personas que cenaban tranquilas, o que habían salido a montar guardia frente a su negocio durante los disturbios raciales del verano. En el caso que nos ocupa en este artículo, del lado republicano, ha sido incitado por el todavía ocupante del despacho oval.

Peter Mejier, además de certificar el resultado electoral, fue de la minoría de 10 republicanos que votó a favor del 'impeachment'. Lo que le decidió a plantar cara al ídolo de su partido es aquel mensaje amigable que mandó a la turba, mientras esta ondeaba banderas confederadas en los pasillos. “Ese era el momento para que un presidente ocupase la mitad del escenario, defendiese la ley y el orden, dijera 'basta'. En cambio, nos llegó el vídeo”, dijo Meijer. “Fue una patada en el estómago”.

Los antiguos griegos, cómo no, tenían un término concreto para retratar lo que estamos viendo estos días en Estados Unidos: 'oclocracia'. El Gobierno de la muchedumbre. El asalto al Capitolio solo fue el ejemplo más simbólico y violento de cómo se ha degradado la convivencia civil, pero la turba se manifiesta a diario y está siendo capaz de intimidar a quienes escriben las leyes de Estados Unidos. Su presión constante es una de las razones por las que muchos congresistas republicanos continúan apoyando a Donald Trump. No por principios, sino por miedo.

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