Tribuna Internacional
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¿Vuelve la mili?
La trasformación de las fuerzas armadas han dejado Occidente con ejércitos insuficientes para enfrentarse a un escenario de guerra
A punto de cumplirse un año de la invasión de Ucrania, la guerra no deja de producir efectos secundarios que tienen que ver con la defensa de Estados —cada vez menos neutrales— que, al no poder ya sostener los ejércitos solamente con profesionales, se plantean la vuelta al reclutamiento y la preparación de la defensa militar de Europa como tarea conjunta.
La abolición de la mili obligatoria, en casi todos los países europeos, y la sustitución del ejército de masas por un ejército profesional han aumentado la confianza de los ciudadanos en las instituciones, pero la trasformación de las fuerzas armadas —con la reducción del tamaño de sus ejércitos y del presupuesto militar— ha dejado Occidente con ejércitos insuficientes para enfrentarse a un escenario de guerra.
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En el caso del invasor, la narrativa del Kremlin encierra un cinismo insuperable: una agresión negada; una guerra sin nombre; unos crímenes contra la población excusados por la liberación de un pueblo hermano; una violación flagrante de los acuerdos internacionales; unos referéndums democráticos ejecutados en territorios despojados de gran parte de sus habitantes.
La llamada a filas —edulcorada como “movilización parcial”— está produciendo el efecto de una estampida de hombres en edad militar que tendrá efectos negativos en la economía y en el aliento de la sociedad.
El reclutamiento de mercenarios y de presidiarios —a cambio de indultos— obliga a reclutar indiscriminadamente a jóvenes sin experiencia militar, a hombres cuya edad supera la de la reserva e incluso a enfermos.
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En los países miembros de la OTAN, la rebaja de sus gastos en defensa, aunque no les quedará otra que subirlos, junto a la dificultad de poder encontrar suficientes voluntarios, plantea la cavilación sobre una vuelta al servicio militar obligatorio (SMO) para quienes no lo hayan restablecido o tengan que extenderlo. Un ejército de reclutas cuesta mucho dinero y no evita seguir pagando a sus profesionales.
En lo que cabría mayor consenso es en la necesidad de un servicio voluntario más atractivo, para reclutar también a personas que luego puedan permanecer en el ejército.
Con la reciente subordinación de todas las brigadas holandesas a una división alemana y la integración de una unidad de defensa aérea alemana en la estructura holandesa —procesos de colaboración inéditos hasta ahora entre miembros de la OTAN—, Alemania y Holanda han dado un primer paso en el camino hacia la UE de la defensa.
A través de operaciones conjuntas —compra de armas y municiones, intercambio de oficiales, procedimientos de ambos ejércitos alineados—, la práctica fusión de los dos ejércitos parece ya esbozada.
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En España, el reclutamiento en masa permitió a cientos de miles de jóvenes abrazar la aventura de conocer una realidad distinta, pero el descontento provocado por el obligado paréntesis en sus vidas —agravado por la gran desventaja frente a las mujeres— se iba traduciendo de forma incesante en una rémora y servía de munición añadida a la repulsa por la ausencia de libertades.
A finales del siglo XX, del imaginario atávico se fueron borrando vocablos identitarios (quinto, recluta) al tiempo que afloraban nuevos retos (insumiso, objetor de conciencia) y quedaban atrás los ritos de iniciación (sorteos y pesaje de los mozos). La figura del soldado de cuota (creada por la Ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército de 1912, bajo la presidencia de José Canalejas) establecía, a cambio de una cantidad de dinero, una rebaja considerable en la duración del servicio militar. El pago de 1.000 pesetas lo reducía a 10 meses y con 2.000 pesetas, a cinco. Una corruptela permitida a la inmarcesible gente pudiente.
Más tarde, la prestación social sustitutoria se fue convirtiendo en la vía elegida, como puerta de atrás habilitada para que los que huían del uniforme pudieran expiar sus pecados.
El carpetazo a la mili se consumó tras el pacto del Majestic entre el Partido Popular y la minoría catalana, plasmado en 18 páginas —16 en catalán— con 21 exigencias, entre las que se incluía la supresión de la mili. Una vez que el inquilino de turno se acerca a la Moncloa, termina haciendo a los nacionalistas más concesiones de la cuenta.
El país entendió que un ejército moderno no tenía por qué apoyarse en el servicio militar obligatorio, dando paso a nuevos cometidos, como las misiones internacionales (en vistas a asegurar la paz en conflictos convulsos) y la Unidad Militar de Emergencias (UME), para hacer frente a pandemias y catástrofes naturales.
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En términos sociales, no es un despropósito que los ciudadanos de una democracia empleen un tiempo razonable en convivir con personas con quienes no se cruzarían jamás, que comprendan que la libertad hay que defenderla y que no todo es hacer lo que uno quiere cuando le apetece.
La mili es un arquetipo democrático en la medida en que todo el mundo tiene los mismos derechos y las mismas obligaciones —incluida la de defender su país—, porque la alternativa —que solo algunos se jueguen la vida para defendernos a todos— es de todo punto inaceptable.
Tomar conciencia de los desafíos que afronta la sociedad fomenta una cultura del compromiso e inculca —como un servicio obligatorio a la sociedad— el sentido del deber, el principio de la conexión social, la noción de la nación amenazada y hasta el desafío de defenderla, que sirve para cohesionar grupos y centrar individuos.
Juntar a jóvenes de distintas procedencias, sin otra finalidad que participar en actividades comunes y escuchar la palabra ecuánime sobre la cohesión —social y territorial—, llevaría al compromiso y beneficiaría a la nación.
Cuando los ejércitos se nutren de pobres y de gente que defiende posiciones extremas, el experimento acaba siendo arriesgado
Consideraciones sencillas que llevan a promover la conciencia nacional y a facilitar a las jóvenes generaciones reflejos con los que defenderse y proteger, reaccionar en caso de atentado terrorista o catástrofe natural, organizar una batida para buscar a una persona desaparecida o crear un puesto de seguridad.
Cuando los ejércitos profesionales se nutren de pobres y de gente que defiende posiciones extremas, el experimento termina siendo arriesgado. Una demostración del efecto que causa ocurre con mercenarios que acumulan mucho poder. Ejemplo, el grupo Wagner, que campa por sus respetos en Ucrania y alardea de su crueldad.
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La UE tiene por delante la tarea de fraguar la mejor alternativa a las amenazas contemporáneas, con un ejército profesional preparado, bien financiado y dotado de tecnologías avanzadas (inteligencia artificial, ChatGPT…)
En un mundo globalizado, internet está marcando las pautas de un nuevo individuo que pasa de identidades patrióticas, de banderas, de himnos y de nacionalismos en miniatura que solo nos han reportado guerras.
Un eventual SMO —que se antoja como una posibilidad remota, por la impopularidad de la iniciativa— para servir en caso de guerra, proteger la paz, aprender a aguantar estoicamente, conducir camiones, apagar incendios, tripular drones o avionetas, acampar, hacer buenos amigos y sobre todo mezclarse con gente de otros territorios y clases sociales que no verían nunca, plantea cuestiones subyacentes: ¿para qué sirve, fue una equivocación suspenderlo?
Su respuesta anticipa una acalorada discusión entre quienes piensan que fue un error —improvisado y desorganizado— y los que esgrimen que la reintroducción comporta un coste muy oneroso, ya que no hay oficinas militares para el reclutamiento, ni equipo militar suficiente, ni instructores para los reclutas.
En la cultura del compromiso, uno de los pilares de la civilización occidental, el servicio militar—obligatorio y universal— es un instrumento de transmisión de valores hoy en crisis, elimina barreras y transmite a los ciudadanos el sentido de pertenencia y arraigo a su país.
A punto de cumplirse un año de la invasión de Ucrania, la guerra no deja de producir efectos secundarios que tienen que ver con la defensa de Estados —cada vez menos neutrales— que, al no poder ya sostener los ejércitos solamente con profesionales, se plantean la vuelta al reclutamiento y la preparación de la defensa militar de Europa como tarea conjunta.
- Silencios rasgados Luis Sánchez-Merlo
- Pasiones turcas Luis Sánchez-Merlo