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Esteban González Pons

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¿Caben dos Uniones Europeas en Europa?

Ryszard Terlecki, un alto dirigente del partido nacionalista y populista gobernante en Polonia, declaró que si la UE no se comporta como ellos esperan, tendrán que buscar soluciones drásticas

Foto: Banderas de la Unión Europea (UE) ondean frente a la sede de la Comisión Europea. (EFE)
Banderas de la Unión Europea (UE) ondean frente a la sede de la Comisión Europea. (EFE)

'Polexit', no pierdan esta palabra de vista, porque puede que se empiece a poner de moda en poco tiempo, como lo hiciera Brexit en su día hasta convertirse en un vocablo aceptado por el mismísimo diccionario de Oxford.

Y es que, una vez más, las aguas políticas bajan revueltas por el Vístula. Hace apenas un mes, Ryszard Terlecki, un alto dirigente de Ley y Justicia, el partido nacionalista y populista gobernante en Polonia, declaró públicamente que si la Unión Europea no se comporta como ellos esperan, tendrán que buscar soluciones drásticas igual que hicieron los británicos.

Foto: Mateusz Morawiecki, primer ministro polaco. (EFE)

Corrieron ríos de tinta gráfica y digital, y el político se apresuró a matizar sus palabras en Twitter. Pero a nadie en Polonia se le escapa que el tal Terlecki es uno de los consejeros más próximos a Jarosław Kaczyński, líder de Ley y Justicia y hombre fuerte en la sombra del Gobierno polaco. Dicho en otras palabras, lo que los analistas políticos creen es que Terlecki no hacía otra cosa que hablar por la boca de su amo. En cualquier caso, el drama está servido.

Las relaciones entre Varsovia y Bruselas atraviesan uno de esos momentos de alta tensión mal disimulada

Las relaciones entre Varsovia y Bruselas atraviesan uno de esos momentos de alta tensión mal disimulada que desgraciadamente se han convertido más en la norma que en la excepción. Aunque ambos lados tratan de guardar las formas, lo cierto es que el cruce de acusaciones en forma de navajazos políticos no ha dejado de sucederse prácticamente desde 2015, cuando Ley y Justicia retornó al poder con una agenda política claramente nacionalista y euroescéptica.

Este agravamiento de las relaciones hay que enmarcarlo en el contexto de tres circunstancias:

La primera, el conflicto abierto por las reformas llevadas a cabo en el ámbito de la Justicia y que han puesto en entredicho la independencia del poder judicial polaco. Un frente con muchos ángulos, el último de los cuales es la decisión de la Corte Constitucional de Polonia de retrasar una vez más —y van cuatro— su sentencia sobre quién ostenta la primacía, si los tratados de la UE o la Constitución polaca.

La segunda circunstancia está directamente ligada con la anterior, y consiste en la decisión de la Comisión Europea de no dar luz verde al plan de recuperación presentado por Varsovia hasta que ese Constitucional no emita su veredicto. El Gobierno polaco ha insinuado que no habrá veredicto hasta que no se apruebe su plan y el comisario competente, Paolo Gentilone, ha doblado la apuesta, dejando entrever que no habrá fondos hasta que no haya sentencia. Y mientras tanto, los 57.000 millones de euros que podría recibir Polonia siguen congelados.

La tercera circunstancia, también íntimamente conectada con las otras dos, es la aprobación a inicios de este año del mecanismo europeo para la protección del Estado de derecho, que fue una condición de los países nórdicos para dar luz verde al paquete comunitario de recuperación, el Next Generation EU, y que, de activarse, podría bloquear el reparto de fondos a aquellos países que promocionen políticas contrarias al Estado de derecho, justo lo que hacen rutinariamente los gobiernos de Polonia y Hungría.

Foto: Viktor Orbán, primer ministro húngaro, junto a Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en Bruselas. (EFE)

Ahora mismo estamos a días, si no acaso a horas, de una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE —podría ser que la publicación de esta tribuna coincidiera con la de esa sentencia— que dará respuesta al recurso presentado por los gobiernos de Polonia y Hungría en contra del mencionado mecanismo de Estado de derecho. Todo parece indicar que la Corte comunitaria rechazará los argumentos de los ejecutivos polaco y húngaro, lo que definitivamente abriría la puerta a la Comisión para activar el mecanismo contra estos dos gobiernos.

No se pierda de vista que, aunque solo 18 Estados miembros han logrado la aprobación de sus planes de recuperación, entre estos no se encuentran ni Polonia ni Hungría.

Hungría y Polonia se han convertido en dos vecinos muy incómodos que parecen dispuestos a hacer lo posible por seguir siéndolo

Ciertamente, Hungría y Polonia se han convertido en dos vecinos muy incómodos que parecen dispuestos a hacer lo posible por seguir siéndolo. Se recrean en sus ofensas, como el pasado viernes, llenando de insultos en los medios de comunicación a una delegación del Comité de Libertades del Parlamento Europeo en visita oficial a Budapest. O como ocurrió no hace tanto cuando el Gobierno de Orbán pagó una campaña publicitaria contra la Unión Europea en distintos periódicos europeos, en España también.

Pues bien, todo esto viene al caso por una teoría que circula por los mentideros de Bruselas. Y es que el Gobierno polaco podría estar poniendo en marcha, esta vez en serio, una agenda política mucho más agresiva que las anteriores, destinada a preparar el terreno para su potencial salida de la UE. Esta estrategia puede sonar suicida, y, de hecho, lo es, los propios dirigentes del muy nacional-populista partido Ley y Justicia son los primeros en saberlo, pero según cómo se enfoque no resultaría tan descabellada.

Foto: Foto: Reuters

Al efecto, añadamos a la estrategia dos elementos más. El primero: no sería este un camino emprendido únicamente por Polonia sino también por otros países cuyos gobiernos sienten desafección, cuando no clara animosidad, por el proyecto europeo. En la lista, la sempiterna Hungría de Orbán, pero podría haber más, como República Checa y Eslovaquia. Y ya tendríamos al llamado grupo de Visegrado al completo.

El segundo elemento es si cabe el más inesperado, aunque no inimaginable. Y consistiría en la formación de una suerte de Unión Europea bis, basada únicamente en los intercambios comerciales —dejen eso de la política, los valores y los principios a un lado— y que tendría como socio preferente, y quién sabe si también miembro, al Reino Unido de Boris Johnson, quien, por cierto, podría liderar la operación.

¿Dos Uniones Europeas?

Tendríamos entonces dos Uniones Europeas en Europa: la nuestra, la federalista, y la nacionalista, la de británicos, polacos y húngaros para empezar. No sería la primera vez que sobre Europa se conforman dos Europas posibles, ya sucedió antes de la Primera Guerra Mundial.

La idea parece absurda, pero cosas más locas se han visto últimamente. Asistiríamos entonces a algo así como una lucha por la supervivencia política entre dos modelos antagónicos de Europa: el federal, que surgió al calor de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, y el intergubernamental, que ha ido creciendo con el paso de los años, fruto de la incapacidad de los Estados miembros para avanzar hacia la integración real.

Pese a todas las campañas antieuropeas, las sociedades polaca y húngara se encuentran entre las que valoran más positivamente a la UE

Sería algo así como los Estados Unidos de Europa frente a los Estados Confederados de Europa. Ahora bien, igual que sostengo que este proyecto alternativo podría plantearse en un futuro no muy lejano, con estos u otros mimbres, creo que los números no apuntan en esa dirección. Al menos por ahora.

Y me baso en datos que podrán encontrar ustedes en el Eurobarómetro publicado este mismo mes de septiembre. Pese a todas las campañas antieuropeas puestas en marcha por los ejecutivos nacionalistas de Morawiecki y Orbán, las sociedades polaca y húngara se encuentran entre las que valoran más positivamente a la UE, un 56% y un 55% respectivamente, frente a la media europea, que es solo del 49%.

Y lo que es más importante, cuando se pregunta sobre el futuro de sus países dentro de la UE, un 79% de los polacos y un 68% de los húngaros lo ven con bastante o mucho optimismo.

En comparación, déjenme ponerles el contrapunto francés, donde un 50% de los galos suspende la labor de la UE, siendo solo un 36% quienes la aprueban. Y cuando se trata de mirar al futuro, solo un 53% de los franceses ve con optimismo la continuidad de su país en el proyecto europeo.

Las elecciones polacas ocurrirán no antes de noviembre de 2023. Hungría irá a las urnas en la primavera de 2022

Las elecciones polacas ocurrirán no antes de noviembre de 2023. Hungría irá a las urnas en la primavera de 2022. Y Francia estará eligiendo presidente entre abril y mayo del año que viene.

A ver si de tanto poner el ojo en el este, no vamos a estar viendo el elefante francés en la habitación. El proyecto europeo se resentiría, aunque podría sobrevivir a una hipotética salida de Hungría y Polonia, pero la UE sin Francia sería un propósito muerto.

'Polexit', no pierdan esta palabra de vista, porque puede que se empiece a poner de moda en poco tiempo, como lo hiciera Brexit en su día hasta convertirse en un vocablo aceptado por el mismísimo diccionario de Oxford.

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