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Ayuso, en la Complu: ¿jarabe democrático o violencia política?
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Juan Soto Ivars

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Ayuso, en la Complu: ¿jarabe democrático o violencia política?

Las escenas que se desarrollaron en la facultad fueron tan feas como el diploma que entregaban a los premiados. A Ayuso, “mujer joven y poderosa”, la insultaron y hostigaron a la salida

Foto: Díaz Ayuso, nombrada alumna ilustre de la Universidad Complutense de Madrid. (Sergio Beleña)
Díaz Ayuso, nombrada alumna ilustre de la Universidad Complutense de Madrid. (Sergio Beleña)
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Hay estudiantes que creen que la universidad es de los que piensan como ellos. Esto es viejo, habitual y feo, pero los escraches universitarios son algo con lo que hay que convivir, como los mosquitos. Sería grave de no ser porque las certezas de los estudiantes tienen fecha de caducidad. Quien no haya tenido 20 años no habrá sido nunca gilipollas. Y quien crea que no ha sido gilipollas a los 20, quizá lo siga siendo.

Tampoco es que el rectorado haya estado muy fino dándole el diploma a un político en activo, y en un cargo de presidencia. Ignoro si se hace lo mismo en otras ocasiones, pero no parece la mejor forma de mantener la neutralidad de la universidad. En fin, da igual. De lo que vengo a hablar es de otra cosa. De un mal, endémico como la juventud, que no pasa con la edad: el doble rasero.

Por situar: Ayuso fue declarada este martes alumna ilustre de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, y se organizaron protestas estudiantiles en contra. Querían llamarla fascista y tal, y se montó un dispositivo de seguridad que impidió a los estudiantes iracundos entrar a la sala, de modo que estos se quedaron fuera, gritando. Cuando salió la presidenta, fue como en la escena de Juego de tronos en que cubren de mierda a Cersei, pero con ropa, gracias a don Amancio.

Foto: Ayuso nombrada alumna ilustre de la Universidad Complutense de Madrid. (Sergio Beleña)
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En fin. Que quisieron los estudiantes humillar a Ayuso, lo cual era un esfuerzo estéril, porque solo hay una cosa más vergonzante que ser declarado alumno ilustre en una Facultad de Ciencias de la Información, y es que te hagan doctor honoris causa. Lo mínimo es pitar al laureado. Tendrían que haber insultado también a Antonio de la Torre y a Elisa, esa chica que dio un discurso al que me referiré al final, y que llevará por siempre el estigma de haber sacado buena nota en la carrera.

Aquí viene, como tapa, un comentario totalmente apolítico: Ayuso, que no solo aceptó un diploma feísimo, tal vez diseñado en reprografía, sino que confesó en su discurso que había pasado siete años “esforzándose mucho” en esa facultad, y que además guardaba un grato recuerdo, ya solo por esto debería ser destituida.

Pero la verdadera fiesta, la auténtica juerga, no estaba en el salón vetusto donde se celebraba la entrega de diplomas, sino en el festival de dobles raseros que se desató a continuación en medios y redes sociales.

Empecemos por Ayuso. Hace apenas unas semanas, alardeaba de que ella puede ir por la calle en Madrid tan tranquila y presumía de que las masas le dan besos y la llaman guapa, no como al presidente Sánchez, que no puede salir del Falcon porque se lo comen. Parecía tan feliz con su propia popularidad como con los escraches de su némesis, de modo que en la pitada hubo justicia poética.

Otra cosa será averiguar si hubo, además, jarabe democrático o violencia política, porque las escenas que se desarrollaron en la facultad fueron tan feas como el diploma que entregaban a los premiados. A Ayuso, “mujer joven y poderosa”, la insultaron y hostigaron a la salida, y se la llamó asesina, y se la amenazó, y seguro que se le dedicaron palabras de las que se censuran con pitidos en la MTV.

Ahora se llama 'violencia política' a criticar a mujeres políticas, más todavía si son jóvenes

¿Oyeron ustedes, ante tan grave atentado contra la dignidad de la mujer, alguna alarma en ese ministerio morado que la semana pasada movía por la prensa un documento con unos 200 puntos para la lucha contra la violencia de género, incluida la “violencia política”? Recuerdo, para estudiantes lerdos, que ahora se llama violencia política a criticar a mujeres políticas, más todavía si son jóvenes, y que esto es una muestra más del machismo en que vivimos.

Foto: El rector de la UCM, Joaquín Goyache, junto a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Chema Moya)

Repito: ¿se encendió una alarma cuando Ayuso fue hostigada de tal forma? Pues no. Pero Juan Lobato llegó a decir que Ayuso había ido a la facultad a provocar. A provocar, sí. Vamos, que iba provocando. Me gustaría haber visto el espectáculo en España si en vez de hacer alumna ilustre a Ayuso le hubieran dado el galardón a Ione Belarra, y se hubieran congregado estudiantes del Elías Ahúja para marearla.

La violencia política funciona como las críticas: solo las percibe como faltas de respeto quien las recibe, mientras el otro se ríe. Y aquí va el último doble rasero: el de los amigos de la pluralidad.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, recibe su premio como alumna ilustre de la UCM. (S. B.)
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La chica con gafas, de nombre Elisa, a la que me referí más arriba, tiene la nota máxima de su promoción. Dijo que este diploma que le daban es una chorrada, y que la prueba es que los mismos se lo han dado a Ayuso. Ensalzó a sus compañeros y sus profesores, comunicó que el cine debería ser más político (¡no, piedad!) y quiso aprovechar que tenía delante un público cautivo para recriminar a la presidenta que no haga nada por los estudiantes.

Pues bien, mientras la estudiante premiada decía estas cosas, del todo congruentes con el papel de estudiante premiada, había gente en el público que la abucheaba. Sí: gente que profería silbidos y aullidos (¡pre-si-den-ta!) contra una chica que estaba recibiendo un premio. Gente que parecía olvidar que ahí fuera, a las puertas, otra muchedumbre intransigente hubiera estado encantada de interrumpir a Ayuso nada más saludar desde el estrado. Esa gente aplaudió mucho cuando la presidenta, bien protegida, decía en su discurso que hay que defender la pluralidad.

Ajá. Aplaudían a Ayuso y abucheaban a Elisa, como si pluralidad fuera otra cosa que permitir que una joven diga del poder lo que le salga de las narices, sin gritos ni silbidos. En fin, le puedo dar la vuelta. Pluralidad es lo que vimos entre las multitudes iracundas: Ayuso y Elisa, arriba y abajo, poder y queja. Un diploma para cada una y la "Comunicación Audiovisual" a lo suyo: a ver quién la suelta más gorda.

Hay estudiantes que creen que la universidad es de los que piensan como ellos. Esto es viejo, habitual y feo, pero los escraches universitarios son algo con lo que hay que convivir, como los mosquitos. Sería grave de no ser porque las certezas de los estudiantes tienen fecha de caducidad. Quien no haya tenido 20 años no habrá sido nunca gilipollas. Y quien crea que no ha sido gilipollas a los 20, quizá lo siga siendo.

Isabel Díaz Ayuso Universidad Complutense de Madrid
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