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Tres errores que he cometido emprendiendo (y por qué esto es una buena señal)
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Daniel Muñoz Guerrero

Desaprende

Por
Daniel M. Guerrero

Tres errores que he cometido emprendiendo (y por qué esto es una buena señal)

Aprender a gestionar los fracasos es fundamental en el mundo del emprendimiento: te llevas lecciones que no te puede enseñar ningún profesor, escuela o manual

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Sólo ha pasado un mes desde que empecé a montar mi primer negocio digital (a modo de trabajo final de máster en mi MBA autodidacta) y ya me ha dado tiempo a meter la pata al menos tres veces. A priori puede parecer una mala noticia, pero la realidad es que equivocarse es una de las mejores cosas que te puede pasar cuando emprendes si sabes analizar tus errores, aprender de ellos y rectificar rápido.

Sí, sé que esto último suena a consejo vacío de 'coach'. Pero os aseguro que en este contexto es muy importante saber afrontar los fracasos porque tienen un valor instructivo que no vas a poder encontrar en ningún manual, clase, profesor o curso 'online'. Para poder explicar mejor este concepto voy a analizar los principales errores que he cometido emprendiendo por primera vez y comentar qué lección he aprendido con cada error.

Foto:  Opinión

1. Creer que tenía una buena idea

En mi último artículo de Desaprende ya expliqué en detalle el proyecto que iba a tratar de poner en marcha. Básicamente consiste en trasladar el concepto de mercado de diseño físico (Nómada Market, Mercado de Motores o el propio Mercado de Diseño) al entorno digital. Crear un espacio donde diseñadores independientes y marcas emergentes pudieran exponer, vender y dar a conocer sus productos a un público más amplio que el que actualmente tienen.

Después de analizar los primeros datos sobre mi negocio sigo pensando que el proyecto tiene buena pinta, pero en su momento cometí el error de dar por supuesto que tenía una buena idea sin contar con ningún dato y fiarme en exceso de mi intuición. Este detalle puede parecer una tontería pero desde el punto de vista anímico es fundamental no dar nada por supuesto porque el golpe de realidad puede ser duro y acabar con tus esperanzas.

La gestión de los fracasos tiene un valor instructivo que no se puede encontrar en ningún manual

En mi caso di por supuesto que la mayoría de diseñadores y emprendedores emergentes, al no tener una marca muy conocida o consolidada en el mercado, iban a querer participar en mi 'market online' para tratar de impulsar sus ventas. Pero la realidad es que existen múltiples motivos con los que no contaba que llevan a los diseñadores a decidir no exponer sus productos fuera de su propia página web. Por poner un ejemplo, muchos de ellos no pueden atender una demanda más alta de la que actualmente tienen porque no cuentan con suficientes recursos para fabricar productos a mayor ritmo.

Para que veáis la importancia de este último párrafo he representado en el siguiente gráfico el embudo de conversión de mi 'market online'. Es decir, el número de diseñadores, emprendedores y vendedores que finalmente han decidido exponer sus productos en mi plataforma con respecto al total de los que he contactado.

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Sinceramente, no es de los peores embudos que he visto y sólo llevo dos semanas tratando de contactar y convencer a los vendedores. Pero el hecho de haber dado por sentado que iba a conseguir mejores resultados antes de analizar los datos me ha empujado a tirar la toalla en múltiples ocasiones por desánimo.

Primera lección aprendida: es fundamental no dar por sentado que tienes una buena idea hasta que empiezas a analizar datos que confirman o desmienten tus hipótesis. Por suerte o por desgracia una idea no es buena en tanto en cuanto te gusta o te da buenas sensaciones sino en la medida en la que es capaz de encajar en el mercado.

Repasando la teoría a toro pasado podríamos decir que una idea no es buena hasta que se cumplen estos tres encajes:

  1. Encaje cliente-problema (yo estoy en este punto): existen personas con necesidades que tu idea podría cubrir.
  2. Encaje problema-solución (estaré en este punto en el siguiente artículo): tu idea cubre efectivamente las necesidades de esas personas.
  3. Encaje producto-mercado: las personas compran tu idea.

2. No poder dedicarle suficiente tiempo

Para emprender la ilusión es muy importante pero no suficiente: también necesitas tiempo. Cuando finalmente te remangas y empiezas a meterte en harina las cosas se complican y te surgen problemas y tareas que no tenías previstas. La definición gráfica de esta realidad podría ser perfectamente esta:

placeholder Cuando no has empezado a trabajar ves el punto de partida y la meta, pero no el camino enrevesado por el que hay que pasar para llegar a ella
Cuando no has empezado a trabajar ves el punto de partida y la meta, pero no el camino enrevesado por el que hay que pasar para llegar a ella

Estoy tranquilo porque estoy cumpliendo con los plazos del plan de acción que propuse en mi anterior artículo:

  • Semana 1: diseño del concepto, ideas principales y web del 'market' (cumplido).
  • Semana 2: desarrollo de la plataforma tecnológica (cumplido).
  • Semanas 3 y 4: integración de los productos de los vendedores (terminando).
  • Semanas 5, 6 y 7: tratar de captar clientes interesados en comprar productos de mi market (próximas semanas).

Sin embargo, tengo que reconocer que no he hecho las cosas todo lo bien que me hubiera gustado. Sé que sería capaz de darle un plus de calidad a los diseños, a la plataforma tecnológica y a la comunicación que tengo con los vendedores. Pero la realidad es que mi trabajo habitual en El Confidencial, el estudio de los conceptos teóricos (ahora profundizando en el método Lean Startup) y la preparación de este blog hacen que no pueda dedicarle todo el tiempo que me gustaría.

Cuando uno se ilusiona con un proyecto debe ser consciente de que va a ser excesivamente optimista

Segunda lección aprendida: cuando uno se ilusiona con un proyecto debe ser consciente de que va a ser excesivamente optimista con los tiempos y la facilidad de llevarlo a cabo. Conviene ser realistas y gestionar las propias expectativas para planificarse mejor el trabajo.

3. No haber investigado el mercado lo suficiente

Cuando se me ocurrió la idea de trasladar el concepto de mercado de diseño físico al entorno digital hice una pequeña investigación con la que saqué información bastante valiosa. Analicé varios proyectos similares a mi propuesta y descubrí que la gran mayoría hacía tiempo que había dejado de tener actividad. Fui examinando caso por caso para asegurarme que mi idea tenía matices diferenciadores que pudieran llevarme por mejor camino que el de mis predecesores.

También diseñe un pequeño cuestionario que lancé en redes sociales y compartí con mis conocidos para empezar a tener un primer 'feedback' de los potenciales clientes de mi 'market'. A la gran mayoría le pareció útil así que decidí seguir ejecutando la idea.

Hacer investigaciones de mercado y análisis de la competencia demasiado cortos es muy arriesgado

Sin embargo, dos semanas después, cuando ya tenía toda la plataforma montada (tienda, pasarela de pago, analítica, gestión de productos, diseño, etcétera) descubrí que existía un competidor bastante grande que tenía una propuesta de valor muy similar a la mía. Por suerte no ocupa exactamente el mismo segmento de mercado que pretendo ocupar yo y las comisiones de venta son mucho mayores. Pero, haciendo autocrítica, esto no debería haber sido cuestión de suerte sino que tendría que haber hecho una fase de investigación más exhaustiva para evitar este tipo de sustos.

Tercera lección aprendida: diseñar fases de análisis de la competencia e investigación de mercado demasiado amplias no es bueno, pero es muy arriesgado hacerlas demasiado cortas.

Durante las próximas terminaré de integrar los productos de los vendedores y, si todo va bien, abriré el 'market' antes de que se cumplan los 50 días de límite que me propuse. Veremos el desenlace en el próximo artículo.

Sólo ha pasado un mes desde que empecé a montar mi primer negocio digital (a modo de trabajo final de máster en mi MBA autodidacta) y ya me ha dado tiempo a meter la pata al menos tres veces. A priori puede parecer una mala noticia, pero la realidad es que equivocarse es una de las mejores cosas que te puede pasar cuando emprendes si sabes analizar tus errores, aprender de ellos y rectificar rápido.