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La traición de 'Stranger Things': así han destruido a la fascinante Eleven
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Henar Álvarez

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La traición de 'Stranger Things': así han destruido a la fascinante Eleven

Han convertido a la misteriosa niña en una niñata celosa que desprecia a una compañera por miedo a perder el amor de su chico

Foto: 'Eleven' en una imagen de 'Stranger Things'
'Eleven' en una imagen de 'Stranger Things'

¿Alguien puede explicarme por qué cada vez que aparecen dos mujeres en una película o serie el conflicto entre ellas consiste casi siempre en pelear por el amor de un hombre? Cuando empecé a ver la segunda temporada de 'Stranger things' no daba crédito a lo que los guionistas habían hecho con su personaje estrella. Han convertido a Eleven en una niñata celosa que desprecia a una compañera por miedo a perder el amor de Mike. Han transformado un personaje absolutamente fascinante, que se salía del cliché que suelen reservar para las mujeres en la pantalla, en un estereotipo rancio y manido. No queda rastro de Furiosa o Ripley en nuestra miniheroina, ahora se parece más a la Reina de Blancanieves. Le ha faltado pedir que se llevaran a Max al bosque y le arrancaran el corazón. Qué pereza.

Foto: Imagen de la segunda temporada de 'Stranger Things'. Opinión

Algo que me molesta profundamente del género de aventuras es que las mujeres estamos infrarepresentadas y cuando aparecemos es únicamente para incluir una trama amorosa. Si atendéis a los cárteles veréis que la proporción suele ser una mujer por cada cuatro hombres, como ocurre en 'Stranger things'. Sin embargo, el protagonismo y la dimensión que alcanzó Eleven en la primera temporada, además de la ausencia de conflicto amoroso de peso en su argumento, me hizo sentir justificada la desproporción, como una denuncia de la falta de papeles femeninos con enjundia en el cine comercial de los ochenta. No podía imaginar lo que me deparaba un año después.

placeholder Mujeres en diferentes carteles de películas.
Mujeres en diferentes carteles de películas.

El primer capítulo me generó unas expectativas que cayeron en los episodios siguientes. Pensé que habían decidido incluir más personajes femeninos adolescentes, que había llegado el momento de romper con ese grupo principal -formado exclusivamente por varones - tan característico de las películas que homenajea la serie. Tanto Kali como Max se nos presentan como figuras muy potentes que se van desvaneciendo hasta pintar poco o nada en la trama principal. La primera sirve para dar a Eleven un lavado de cara con una imagen más punk, algo así como un hada madrina que transforma tus harapos en un vestido elegante y que embellece con zapatos de cristal, y la segunda para generar un triángulo amoroso. Todavía sigo sin dar crédito al asunto.

Enfrentadas por amor. ¡Qué original!

Después de que Eleven salvara a su grupo de amigos enfrentándose al demogorgon y poniéndose en peligro, los guionistas debieron pensar que para ser una niña ya había corrido suficientes riesgos. Ahora le tocaba experimentar la verdadera aventura de su vida: echarse novio. Resulta que para una adolescente de catorce años a la que separaron de su familia y criaron ajena a la sociedad, es más importante consolidar una relación de amor con un chico al que acaba de conocer que encontrar a su madre y a su hermana. La lógica del amor romántico me abruma.

Max, la pelirroja que domina los videojuegos y el monopatín, sufre los desprecios de la pandilla. Como los guionistas de medio mundo, consideran que con una chica en el grupo es más que suficiente y el puesto ya está ocupado por Eleven aunque esté desaparecida. Solo permiten a Max pasar algo de rato con ellos porque es guapa y porque Dustin se ha enamorado. Eso sí, cuando tienen que tomar alguna decisión importante la obligan a abandonar su compañía. Como os comentaba al principio, si no movemos el corazón de uno de los protagonistas parece que no tiene sentido incluirnos en una serie de aventuras.

El viejo mito de que las mujeres somos malas entre nosotras y que no soportamos a quienes suponemos más atractivas ataca de nuevo

Lo que realmente me indignó hasta abandonar 'Stranger Things', que retomé hace una semana, fue una escena en la que Eleven observa como Max juega con Mike y en un arrebato incontrolable de celos utiliza sus poderes para tirarla del monopatín. El viejo mito de que las mujeres somos malas entre nosotras y que no soportamos a quienes suponemos más atractivas ataca de nuevo. Me pareció de una crueldad inexplicable, además de pasado y rancio, representar a dos niñas que aún no habían cruzado una palabra enfrentadas por el amor de un chico.

Fíjate tú que cuando Dustin descubre que Lucas acaba de empezar un idilio con Max, lejos de pegarle, negarle la palabra o tratar de apartarle de su vida – como hace Eleven con Max -, se acerca a su amigo para decirle que entiende lo que le está ocurriendo y que él no va a ser un problema. Ellos si son capaces de comprender que puede gustarles la misma persona y que eso no es motivo para generar una brecha en su amistad. A Eleven, sin embargo, tienen que mostrarla como a una histérica incapaz de controlar sus celos a la que no le importa herir a una compañera por el hecho de acercarse a su hombre.

Apoyados en la ficción, a las mujeres nos han enseñado que no solo debemos pelear con otras por nuestro espacio: tenemos que eliminar a las rivales. Es por eso que las películas para niñas están protagonizadas por princesas que buscan marido y que se enfrentan solas y sin amigas al mundo. Aprendemos que ninguna mujer es de fiar, que en cualquier momento pueden robarnos a nuestro hombre, lo único que da sentido a nuestras vidas. Claro que sí, guapi.

De heroína a princesa

Hubiera estado bien que los creadores de la serie se hubieran decantado por incluir a otros personajes femeninos para crear equipo y batir juntos al peligro. Deben ser los únicos que no se han enterado de que la sororidad en la pequeña pantalla es lo que ha llevado a la cima a series como Big Little Lies o The handmaid’s tale. Denota una falta de creatividad, y una misoginia apabullante, que no sean capaces de generar conflictos entre mujeres que no tengan que ver con el dichoso amor romántico y que el futuro que le deparaba a Eleven fueran los brazos de un niño. Si la primera temporada finalizaba con la pequeña entregándose al monstruo para salvar a sus amigos, aquí la vemos abrazándose entre lágrimas con Mike. Bochornoso.

Ser una estúpida maleducada puede tener su gracia en las comedias universitarias americanas pero poco más

El remate de este estúpido triángulo amoroso llega en el último capítulo cuando Eleven y Max tienen un cara a cara por primera vez. Max se presenta, le acerca la mano e Eleven la desprecia y abandona la habitación sin mediar palabra. Ser una estúpida maleducada puede tener su gracia en las comedias universitarias americanas pero poco más.

Intuyo que pretendían trasformar a Eleven en una villana y les ha quedado una cretina de tres al cuarto. Los grandes malos de la historia necesitan curar frustraciones, vengar un pasado injusto o conquistar el mundo, no el corazón de un muchacho. Por más que lo intento me resulta incomprensible que hayan convertido a su heroína en una princesa. El amor no nos salva, nos oprime y nos encasilla. Qué pereza.

¿Alguien puede explicarme por qué cada vez que aparecen dos mujeres en una película o serie el conflicto entre ellas consiste casi siempre en pelear por el amor de un hombre? Cuando empecé a ver la segunda temporada de 'Stranger things' no daba crédito a lo que los guionistas habían hecho con su personaje estrella. Han convertido a Eleven en una niñata celosa que desprecia a una compañera por miedo a perder el amor de Mike. Han transformado un personaje absolutamente fascinante, que se salía del cliché que suelen reservar para las mujeres en la pantalla, en un estereotipo rancio y manido. No queda rastro de Furiosa o Ripley en nuestra miniheroina, ahora se parece más a la Reina de Blancanieves. Le ha faltado pedir que se llevaran a Max al bosque y le arrancaran el corazón. Qué pereza.

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