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'The Walking Dead' 100 episodios después: matad ya esta serie, por piedad
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Aloña Fernández Larrechi

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Aloña Fernández Larrechi

'The Walking Dead' 100 episodios después: matad ya esta serie, por piedad

La ficción de AMC, lejos de regresar con un capítulo a la altura de la celebración, cae de nuevo en los errores que han caracterizado las últimas entregas

Foto: Carl Grimes se revela como el sucesor de su padre... ¿O será más compasivo que él?
Carl Grimes se revela como el sucesor de su padre... ¿O será más compasivo que él?

Han pasado cien episodios desde que el agente Rick Grimes se despertó del coma y descubrió que la humanidad sufría un apocalípsis zombie de consecuencias impredecibles. Desde su llegada a la televisión, en octubre de 2010, el combativo policía ha luchado contra viento y marea por sobrevivir, acompañado de sus hijos y un grupo de amigos que ha aumentado y disminuido conforme se sucedían los acontecimientos. Juntos han tenido que derrotar a hordas de muertos vivientes hambrientos, pero también a los villanos más peligrosos y temibles que, como ellos, luchaban por sobrevivir en un mundo en el que el orden establecido había desaparecido. Y cien episodios después, 'The Walking Dead' destila el olor de esas prendas que se pierden en un armario y años después salen a la luz. Un aroma a cerrado, y a mustio, que lejos de aspirar a sorprender, a la vista de la redonda celebración, solo deja un poso de amargura y desesperanza para aquellos que llevan varias temporadas temiendo lo peor. 'The Walking Dead' ya no retrata la lucha de la humanidad por sobrevivir a una plaga zombie, simplemente se conforma con dar vueltas sobre un mismo eje, el que conforman Rick y el malvado de turno. Una fórmula agotada y sin gracia que ya no salva ni la maldad de Negan.

Foto: Michonne y Rick, preparados para luchar contra lo que se ponga por delante. Opinión

Sin ánimo de resultar demasiado ingenua, debo confesar que hasta hace unas horas quedaba en mi interior cierto poso de esperanza ante los nuevos episodios de la serie de AMC que en España podemos ver (desde el 23 de octubre) en FOX. Una octava entrega es un momento tan bueno como otro cualquiera para echar la vista atrás y reconocer que quizá, entre tanto episodio, ha habido demasiado relleno. Enfrentamientos impostados, desarrollos tramposos y mucho efectismo para seguir avanzando en la pequeña pantalla, haciendo Historia con su extensión o sus audiencias, pero no con su calidad. Y alcanzar algo tan redondo como el episodio número cien debía haber inspirado a sus creadores para ofrecer a los espectadores un espectáculo a la altura de su fama. Pero como si en eso también quisieran tocar las narices al respetable, no ha sido así. E incluso podríamos incluir el evento, habitualmente festivo, entre los episodios más absurdos de la producción.

ADVERTENCIA, A PARTIR DE AQUÍ SE COMENTA LA TRAMA DEL PRIMER CAPÍTULO DE LA OCTAVA TEMPORADA DE 'THE WALKING DEAD'. SI AÚN NO LO HAS VISTO, TAL VEZ NO QUIERAS LEERLO.

Bajo el título de 'Misericordia', la serie que adapta los cómics de Robert Kirkman regresa donde se quedó en el final de la séptima entrega. A pesar de que Negan es una amenaza que lleva meses somentiendo a Rick y sus seguidores, estos consiguen plantarle cara gracias a un sacrificio, el de Sasha, y a un tigre, Shiva. La alianza de los damnificados por Negan y los Salvadores congrega cada vez a más gente, y en el arranque de la octava temporada Alexandría, el Reino y la colonia Hilltop están decididos a luchar contra aquellos que les han sometido durante meses. Para dejarlo patente, en las primeras escenas encontramos a algunos de los personajes más longevos de la ficción trabajando en una misión que desconocemos. Tara y Carol miran al reloj mientras escrutan el horizonte. Rick se dirige a los hombres y las mujeres dispuestos a luchar por sus vidas, con un mensaje claro: "El mundo es nuestro por derecho". Y el pasado ha creado curiosas amistades, y Dwight y Daryl intercambian mensajes secretos. El Rey Ezekiel y Maggie, como representantes de las otras dos comunidades, también tienen su momento de gloria, mientras volvemos a ver a Carol y Tara, quien ya no teme mostrar que no es tan seria ni tan adulta como sus compañeros de lucha.

Todo parece indicar que, tal y como necesitaban, los hombres y las mujeres dispuestos a seguir al agente de Georgia han pasado semanas, o meses, preparándose para el combate. Armados hasta los dientes, y con sus coches acondicionados con "techos-escudo", lucen como si fuesen el séptimo de caballería post-apocalíptico, que lejos de temer cierta inferioridad numérica han aprendido a utilizar la mayor amenaza que les acecha como un arma contra sus enemigos. Pero no, queridos lectores, ni la pelea va a ser legendaria, ni el capítulo épico, entre otras razones porque a 'The Walking Dead' no le interesa terminar con un enemigo como Negan sin estirar (un poco más) este chicle que ya no tiene sabor.

placeholder Rick, Ezekiel y Maggie, prinicipales firmantes de la alianza.
Rick, Ezekiel y Maggie, prinicipales firmantes de la alianza.

Saltos temporales, visiones y balas

Una de las escenas más comentadas de los sucesivos adelantos que la producción ha ofrecido en los últimos meses era esa en la que Rick aparecía envejecido, tendido sobre una cama en una habitación vacía y silenciosa. Lejos de guardarse esa bala para más adelante, porque ahora nadie la necesitaba, a algún sagaz guionista le pareció buena idea que no era necesario focalizar todo el episodio en la anunciada y esperada batalla, y podrían introducir escenas que, lejos de crear tensión, sólo aportaban desconcierto. Por un lado, aleatoriamente, vemos a Rick frente a las tumbas de Glenn y Abraham, regodeándose en el dolor que le produjeron dos de las muertes más traumáticas de la producción. Por otro, aparecen pistas sobre la escena del protagonista con canas y arrugas, y a lo largo del capítulo se suceden un bastón, un reloj o un jarrón de flores, hasta que Rick despierta. Y cuando lo hace, el mundo parece ser un apacible lugar en el que los vecinos no temen por su vida y se animan a celebrar fiestas, o su hija acierta a pronunciar unas palabras llenas de ternura. ¿El futuro? ¿El limbo? ¿Un simple (y optimista) sueño?

Cuando la acción tiene tiempo de continuar con la trama principal de la historia, la anunciada batalla, vemos como queda un halo de esperanza para la humanidad, contemplando la unión de varias comunidades de desconocidos dispuestas a dejar atrás sus reticencias para luchar contra un enemigo común. La ejecución de su plan milimetrado, en el que todos tienen un papel importante, es una excelente combinación de imágenes, hasta que los viajes en el tiempo interrumpen la narración (otra vez). Y cuando regresan nos encontramos a Daryl convirtiéndose en la zanahoria de los burros-zombies, y al ejército de Rick entrando sin demasiados problemas en la factoría en la que viven Negan y los suyos. Cuando este sale a recibirles, "perdonad pero estaba en una reunión", poco parece haber cambiado en un hombre que, no hace demasiado, comprobó en sus propias carnes que aquellos que creía sus súbditos estaban más que dispuestos a la rebelión.

Pero el déspota del bate en la mano cree que cuenta con un as bajo la manga, ya que el líder de Hilltop, Gregory, ha acudido a él, y no tarda en ordenar a los integrantes de la colonia que cesen en sus hostilidades o sufrirán las consecuencias. Como es lógico, el pueblo no tarda en dejar de lado al egocéntrico hombre que les ha llevado a ser esclavos de los Salvadores y, de la mano de Jesús, proclaman fidelidad a su nueva líder. "Hilltop está con Maggie" grita, antes de que los Salvadores tiren al, ya inservible, jefe por las escaleras. A lo lejos, una nueva explosión lleva a los hombres de Negan a pensar que quizá deberían ver de otra forma a Rick y los suyos. Pero no hay tiempo para más discusiones, y el agente comienza la cuenta atrás.... Al llegar a siete la lluvia de disparos comienza y destrozan la factoría-refugio que el sádico tirano había convertido en su cuartel general. Explosiones, más tiros, zombies que se acercan, muchos más tiros... Quizá demasiadas balas para un grupo que llevaba meses sufriendo escasez de municiones, y ya derrochó unas cuantas al final de la séptima entrega. Excesivas, si tenemos en cuenta que en ningún momento vemos el interior de la fábrica, y con ello, ni un sólo cuerpo herido. Zombies descompuestos todos los que quieras, pero mortales heridos ninguno, no vaya a ser que el espectador se haga una idea de cuál ha sido el poder real de la acometida de Rick y los suyos.

placeholder Carol y Daryl a cargo del trabajo sucio.
Carol y Daryl a cargo del trabajo sucio.

Fotoperiodistas y personajes estúpidos

La frustración de Rick queda patente cuando, de nuevo, no es capaz de acabar con la vida de su mayor pesadilla, Negan. Pero el padre Gabriel no tarda en recordarle que aquella batalla no es exclusivamente suya, y el líder de los Salvadores no va a ir a ningún lado. Algo que no evita que, sin saber muy bien para qué, Rick vuelva a mirar al lugar en el que se ha metido el tirano, para fotografiarle con una Polaroid. Es una pena que la serie no haya invertido más minutos en explicar la vena artística de su protagonista, que como si se tratase de un reportero de guerra, entre bala y bala, es capaz de inmortalizar el momento. Al igual que es triste que, entrega tras entrega, la producción se empeñe en hacer de uno de sus personajes un "tonto a las tres", ese rol de comportamiento discutible e inexplicable que le otorgan todas las papeletas para morir. Tras unas temporadas exasperando a la audiencia con su comportamiento, y sus discursos, el elegido ha sido el padre Gabriel, que tras tratar de rescatar a Gregory, queda atrapado en los exteriores de la fábrica.

Con los muertos vivientes lo suficientemente cerca para terminar con la tarea que han comenzado, Rick y los suyos dejan la factoría, y se reúnen con el resto de los supervivientes para seguir minando las fuerzas de los Salvadores. Son conscientes de que un hombre ha quedado atrás, pero la lucha continúa y esperan que el destino no sea demasiado cruel con él. Su planificación es milimétrica, y deben seguir adelante si quieren acabar con Negan y los Salvadores antes de que sea tarde. Así que abaten a un nuevo guardia, rompen una nueva verja y disparan más balas. El enemigo responde con una granada, pero la acción no espera a que la nube de humo se disipe y regresa con el padre Gabriel, cuyo destino es, qué casualidad, refugiarse en el mismo lugar que Negan. Y el religioso tiene el honor de ser el destinario del enésimo discurso cargante y malhablado del dueño del bate con púas. "Estás a punto de cagarte en los pantalones" le dice a modo de bienvenida.

El único y discreto homenaje

Lo único salvable de un episodio que está muy lejos de ser minimamente espectacular, es que los guionistas han tenido la decencia de rendir un pequeño homenaje al arranque de la producción. Tras los títulos de crédito vemos a Carl, que ya ha demostrado sobradamente que no es un niño, bajar de la furgoneta que conduce y dirigirse a una gasolinera. Una vez allí, alguien que no consigue ver, le habla, lo que lleva al joven a desenfundar su pistola. El desconocido le explica a Carl su situación, las penurias y el hambre ha pasado, en una sucesión de secuencias similar a la que su padre vivió en el primer capítulo de la serie, también en una gasolinera. Y es precisamente su progenitor el que termina ahuyentando al desconocido, que una vez situado frente al adolescente sólo acierta a pedirle algo de comida. Pero su aparición no será en vano, ya que deja en el aire el lema al que se aferrará Rick , "que mi misericordia prevalezca sobre mi ira" y provocará un pequeño enfrentamiento entre padre e hijo, cuando el joven insista en señalarle a su padre que tal vez no sea suficiente con aferrarse a la esperanza.

Al final del episodio Carl es capaz de encontrar un momento para regresar a la gasolinera y dejarle al extraño un par de latas de comida. Éste, del que desconocemos su nombre, le observa escondido entre la maleza, y muy probablemente regresará en el futuro para demostrar a los Grimes si, a estas alturas del apocalípsis, es razonable o no tener fe en la humanidad. Por ahora, sólo queda claro que padre e hijo son similares en sus comportamientos iniciales, pero los años que han pasado luchando por su supervivencia los han convertido en hombres muy diferentes. Y mientras Rick parece un hombre desquiciado, aunque más esperanzado que en temporadas anteriores, Carl está decidido a pelear por lo suyo sin perder la cabeza ni tener la violencia por bandera. O por lo menos de momento.

placeholder Hasta los zombies parecen aburridos en 'The Walking Dead'.
Hasta los zombies parecen aburridos en 'The Walking Dead'.

El rollo de últimamente

Así que lejos de regresar para hacer propósito de enmienda, y devolver al espectador el interés por una lucha fraticida por la superviviencia, 'The Walking Dead' ha regresado para seguir mostrando a dos hombres que, como dice el propio Negan, siguen jugando a ver "quién la tiene más larga". Poco importa que Rick haya templado su carácter, o sea capaz de salir de su ofuscación con unas cuantas palabras. Él, y sólo él, debe ser el hombre que termine con el dictador del bate de púas y libere al pueblo oprimido para vivir en amor y concordia. El resto, a la vista de 'Misericordia', siguen siendo personajes desaprovechados que una vez brillaron con luz propia y ahora sólo son carne de escenas intrascendentes. Porque no son tan violentos, ni hablan tan mal, como el terrible Negan, del que en su día ya expresaron los componentes del reparto lo difícil que va a ser acabar con él.

Ser responsable de una cadena de televisión tiene que ser una tarea complicada, y más cuando tienes una gallina de los huevos de oro entre tus manos y no sabes muy bien qué hacer con ella. Una gallina sobre la que pesa una demanda millonaria, pero que fans de todo el mundo siguen con devoción semana tras semana. Una gallina que ya no es tan lozana, ni tan productiva como hace años, pero que sigue acaparando titulares y eventos, porque con el paso de los años ha conseguido convertirse en toda una institución. Una gallina que sigue poniendo huevos de oro, porque la fidelidad televisiva es así, pero que ya no son tan grandes ni tan hermosos como antaño. Una gallina enferma a la que hay que cambiarle el pienso, o la granja, o los granjeros, para evitar que termine contaminando todo a su paso. Eso, o sacrificarla antes de que se zombifique y convierta en un muerto viviente. Por piedad, con el animal, y con la audiencia.

Han pasado cien episodios desde que el agente Rick Grimes se despertó del coma y descubrió que la humanidad sufría un apocalípsis zombie de consecuencias impredecibles. Desde su llegada a la televisión, en octubre de 2010, el combativo policía ha luchado contra viento y marea por sobrevivir, acompañado de sus hijos y un grupo de amigos que ha aumentado y disminuido conforme se sucedían los acontecimientos. Juntos han tenido que derrotar a hordas de muertos vivientes hambrientos, pero también a los villanos más peligrosos y temibles que, como ellos, luchaban por sobrevivir en un mundo en el que el orden establecido había desaparecido. Y cien episodios después, 'The Walking Dead' destila el olor de esas prendas que se pierden en un armario y años después salen a la luz. Un aroma a cerrado, y a mustio, que lejos de aspirar a sorprender, a la vista de la redonda celebración, solo deja un poso de amargura y desesperanza para aquellos que llevan varias temporadas temiendo lo peor. 'The Walking Dead' ya no retrata la lucha de la humanidad por sobrevivir a una plaga zombie, simplemente se conforma con dar vueltas sobre un mismo eje, el que conforman Rick y el malvado de turno. Una fórmula agotada y sin gracia que ya no salva ni la maldad de Negan.

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