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De los huevos de Bardem al 'jacuzzi' de Gil: el Gran Museo de la Corrupción Cañí
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Carlos Prieto

Animales de compañía

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De los huevos de Bardem al 'jacuzzi' de Gil: el Gran Museo de la Corrupción Cañí

El Caso Malaya, del que se cumplen diez años, marcó el canon estético, folclórico y cultural del corrupto español. Algunos de los bienes decomisados se han puesto a la venta

Foto: Jesús Gil, de cintura para arriba; Javier Bardem, de cintura para abajo (Montaje: E.V.)
Jesús Gil, de cintura para arriba; Javier Bardem, de cintura para abajo (Montaje: E.V.)

Hazaña pop solo al alcance de un maestro como Bigas Luna: rodar un bodrio -'Huevos de oro' (1993)- y que el tiempo acabe convirtiéndolo en un fascinante referente cultural… La película, que contaba la historia de un arribista hortera (un imparable Javier Bardem en modo macho ibérico fanático de Julio Iglesias) que pega un pelotazo inmobiliario en Benidorm, no era precisamente un dechado de sutileza: esas continuas analogías entre el tamaño del rascacielos que quiere construir y el volumen de su pene...

Pero, ¡ay!, el curso de los acontecimientos españoles ha reubicado el filme espectacularmente: de exageración descabellada a quedarse corto. Si de profecías culturales hablamos, no hay más remedio que envainársela y reconocer algo: el truño perpetrado por Bigas era en realidad una obra maestra corrupta del 'kitsch' celtibérico… Bigas Luna: máximo respeto.

'Huevos de oro'

Viene al caso porque se cumplen diez años de la Operación Malaya. O cómo el lucro y la corrupción generada por la burbuja inmobiliaria hundieron un ayuntamiento turístico (Marbella). Malaya marcó un antes y un después, y no solo por cuestiones políticas y judiciales (inició las grandes operaciones contra los delitos del ladrillo), sino también por motivos culturales. Malaya fijó la pauta estética y folclórica del corrupto a la española, que se parecía mucho a la vaticinada por el dúo Luna/Bardem: hombre hecho a sí mismo inicia una enloquecida escalada por la pirámide social en tres actos: 'bisnes' inmobiliario, trapicheo con la autoridad competente y actitud de ir por la vida con la mano en el paquete.

Un momento histórico en el que la confusión entre lo público y lo privado -típica de nuestra era económica- era directamente proporcional a los delirios estéticos generados por el golpe de riqueza: despachar los asuntos municipales desde un 'jacuzzi' (Jesús Gil), tener un tigre en el jardín de la mansión (Juan Antonio Roca) o iniciar un fogoso romance con la gran diva de la canción ligera española (Julián Muñoz/Isabel Pantoja).

Es una pena que España no tenga los reflejos pop de EEUU; de ser así, a alguien se le hubiera ocurrido ya montar el Gran Museo de la Corrupción Cañí con los objetos más emblemáticos de casos como Malaya, Gürtel, Bárcenas o los ERE andaluces. No hay mejor momento para hacerlo que ahora: el patrimonio decomisado a Juan Antonio Roca, exgerente de Urbanismo marbellí, salieron a la venta este viernes en la web www.ventadebienesmalaya-roca.com. “Al dinero que se obtenga por la venta de dicho patrimonio se le dará el destino que las leyes determinen”, aclara la web, creada por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Málaga, que juzgó la trama marbellí.

El lote de Roca, tasado en 75 millones de euros, va de lo macro -dos complejos hoteleros, siete viviendas, ocho fincas- a lo medio -un atraque en Puerto Banús, nueve yeguas, varios carruajes del oeste- pasando por lo micro: 32 pistolas y rifles, relojes de lujo y látigos. En resumen: una maravilla.

El jacuzzi de Gil

Añadan a esto la bañera de burbujas de Gil, el abrigo de Bárcenas, el frac de Correa en la boda de la hija de Aznar, las gafas de Millet, el bañador amarillo de Rato, el bolso rojo de Barberá, la peluca negra de Roldán, las bolsas de basura de la Pantoja, el bisturí de Cristóbal Martínez-Bordiú, el telar de Matesa, los maletines de Flick, el turbante de Javier de la Rosa, las tarjetas 'black', las puertas giratorias de Felipe González, los incunables de Amy Martin, las reproducciones de a) el chalé de Corinna en el Pardo, b) la peluquería de Benavent en Valencia y c) el despacho de Juan Guerra en Sevilla, la noria de Terra Mítica, el sofá del ático de González y hasta el texto original de la Ley del Suelo (1998) en papel de pergamino; y podremos por fin inaugurar el Gran Museo de la Corrupción Cañí (construido en terrenos rústicos recalificados para la ocasión, faltaría más).

Hazaña pop solo al alcance de un maestro como Bigas Luna: rodar un bodrio -'Huevos de oro' (1993)- y que el tiempo acabe convirtiéndolo en un fascinante referente cultural… La película, que contaba la historia de un arribista hortera (un imparable Javier Bardem en modo macho ibérico fanático de Julio Iglesias) que pega un pelotazo inmobiliario en Benidorm, no era precisamente un dechado de sutileza: esas continuas analogías entre el tamaño del rascacielos que quiere construir y el volumen de su pene...