El erizo y el zorro
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Así cayó el niño prodigio de las criptomonedas
El periodista Michael Lewis analiza en 'Hacia el infinito' el auge y caída de Sam Bankman-Fried, el joven genio al que Forbes calculaba una fortuna de 25.000 millones de dólares
El 6 de noviembre de 2022, Sam Bankman-Fried, el joven genio de las criptomonedas cuya fortuna Forbes calculó en 25.000 millones de dólares, llamó a Ramnik Arora. Este era su mano derecha, el hombre que, muchas veces, tenía que solucionar los problemas que provocaba Sam a causa de su carácter desordenado y retraído. Cuando Ramnik llegó al destartalado bungalow de las Bahamas en el cual Sam trabajaba y vivía con decenas de jóvenes empleados, todo el mundo parecía aterrorizado. Ramanik, que hasta ese momento no era consciente de que estuviera pasando nada excepcional, descubrió que el problema por el que le habían llamado era que no encontraban 7.000 millones de dólares.
En teoría, ese dinero, que era de los clientes, estaba en las cuentas de las dos empresas de Sam: Alameda, que vendía criptomonedas, y FTX, una especie de bolsa en la que se comerciaba con los beneficios futuros de las criptomonedas. Pero el dinero no estaba. En un principio, los empleados pensaron que la ausencia se debía al característico descuido de Sam. Cuando este fundó sus negocios, apenas tenía una breve experiencia como inversor, y las empresas crecieron tan rápido que siempre fueron un caos; todos los jóvenes que contrató carecían de experiencia en la inversión y las criptos, y casi el único punto que tenían en común era su creencia en la “filantropía efectiva”, una teoría según la cual los individuos deben ganar mucho dinero para luego donarlo a las mejores causas posibles, pero que se basa en principios morales extremos. En el momento en el cual Ramnik llegó, Caroline la consejera delegada de Alameda y exnovia de Sam que ahora apostaba por el poliamor, estaba buscando en una pantalla ese dinero que faltaba y, a medida que encontraba alguna cantidad millonaria, lo anunciaba a los demás como si fuera todo un hallazgo. En ese momento, Ramnik recibió un mensaje de un empleado de un banco avisándole de que tenían allí una cuenta con 300 millones. Nadie parecía saber que esa cuenta existía. Al cabo de poco, la policía registraba el lugar.
Pero, ¿cómo llegaron el niño mimado del mundo cripto y sus prometedoras y millonarias empresas a ese nivel de incompetencia y, como se vería más tarde, criminalidad? ¿Sabía Sam lo que hacía, por ejemplo, al pasar dinero de una empresa a otra, algo estrictamente prohibido por los conflictos de interés que había entre ambas, o era fruto de la ignorancia? Esa es la historia que cuenta
Un tipo peculiar
Sam era hijo de una respetable pareja de académicos que enseñaban en la facultad de derecho de la muy prestigiosa Universidad de Stanford. Siempre fue peculiar. “No sentía nada en presencia del arte —dice Lewis—. Consideraba que la religión era absurda. Pensaba que las opiniones políticas de derechas y de izquierdas eran estúpidas; no eran una consecuencia de la reflexión, sino de la identidad tribal de la gente. Su familia y él ignoraban los rituales que señalaban la existencia de la mayoría de gente. Él ni siquiera celebraba su cumpleaños. Lo que daba placer y confort y sensación de pertenencia a los otros dejaba indiferente a Sam”. Pero le encantaban los juegos y eso, en parte, le permitió convertirse en inversor en una firma de inversión en la cual no se valoraban tanto los conocimientos de los jóvenes empleados como su capacidad para resolver problemas complejos rápidamente y sin dudar. Allí, era capaz de humillar a los demás cuando le parecían menos inteligentes que él, pero aparentemente no lo hacía por maldad, sino porque ignoraba las convenciones sociales. Con el tiempo se dio cuenta de que, si quería triunfar en los negocios, debía fingir que le gustaba la gente y que estaba interesado en lo que esta decía. Lewis insinúa que eso dio pie a un grave error: hizo pensar a Sam que su único defecto consistía en ser antipático, cuando sus carencias, como cuenta Lewis a medida que va descubriendo qué se oculta debajo del desaliñado niño prodigio, eran innumerables.
El libro, como todos los de Lewis, se lee con un enorme placer: no solo está lleno de hallazgos narrativos y giros humorísticos, sino que descubre cómo funciona un mundo, el de los fondos de inversión y las criptomonedas, que la mayoría de gente no conoce. Pero en Estados Unidos se le ha acusado de ser demasiado generoso con Sam, que a fin de cuenta ha sido declarado culpable de innumerables delitos económicos, financieros y fiscales, y que probablemente acabará pasando décadas en la cárcel. Aunque Lewis va desvelando poco a poco sus increíbles malas prácticas, durante todo el libro parece quedar en él un rastro de la fascinación inicial. Pero, ¿es eso un defecto moral o una muestra de la magnanimidad que debe tener todo escritor que pretenda entender a sus personajes?
Corran a leerlo y decídanlo ustedes mismos. Como toda la obra de Lewis, el libro es una joya, una ventana abierta a la mente de personajes increíbles y a un mundo tan difícil de entender como, en este caso, probablemente fraudulento.
El 6 de noviembre de 2022, Sam Bankman-Fried, el joven genio de las criptomonedas cuya fortuna Forbes calculó en 25.000 millones de dólares, llamó a Ramnik Arora. Este era su mano derecha, el hombre que, muchas veces, tenía que solucionar los problemas que provocaba Sam a causa de su carácter desordenado y retraído. Cuando Ramnik llegó al destartalado bungalow de las Bahamas en el cual Sam trabajaba y vivía con decenas de jóvenes empleados, todo el mundo parecía aterrorizado. Ramanik, que hasta ese momento no era consciente de que estuviera pasando nada excepcional, descubrió que el problema por el que le habían llamado era que no encontraban 7.000 millones de dólares.
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