El erizo y el zorro
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El rock se ha vuelto conservador (y es una gran noticia)
Algunos de sus mejores intérpretes, como Nick Cave, son señoras y señores maduros a los que en lugar del sexo, las drogas y las acciones antisociales ahora les preocupan otros asuntos
Durante décadas, el rock sirvió para celebrar la juventud, el sexo, las drogas y el comportamiento antisocial. Sin embargo, hoy algunos de sus mejores intérpretes son señoras y señores maduros a los que preocupan otras cosas. Es el caso de Nick Cave.
Este, tras una larga carrera en la que ha mezclado la estética postpunk con la provocación sexual, tiene 66 años. Ha vivido una de las mayores tragedias imaginables, la muerte de dos hijos. Siempre ha tenido curiosidad por la religión, pero esa experiencia le ha acercado un poco más al cristianismo. Ha tenido un nieto. Dice que, después de todo lo que ha vivido, por fin es un ser completo. “Antes —ha declarado— estaba a medio hacer”.
Lo mismo nos sucede ya a la mayoría de los oyentes de rock: hace tiempo que dejamos de ser jóvenes, y cuestiones como el sexo salvaje o la destrucción de las convenciones sociales solo las contemplamos, como mucho, de manera especulativa.
Cave lleva años reflexionando para sus fans, mediante una genial newsletter llamada “Red Hand Files”, sobre las preocupaciones adultas. En ellas ha escrito largamente sobre la libertad de expresión, la necesidad de hablar acerca del dolor o las virtudes de la vida sosegada y un tanto meditativa. Por supuesto, eso está también en sus discos de los últimos años. Pero ahora lo ha encapsulado aún mejor en su nuevo trabajo,
El disco es impresionante, pero vale la pena leer también las entrevistas con las que lo está dando a conocer. Una de las mejores la concedió a El País. En ella, el entrevistador le hacía una pregunta que se ha vuelto recurrente en los últimos tiempos: ¿se ha vuelto conservador? Su respuesta era que sí. Pero estaba llena de matices. “No me refiero a conservador desde un punto de vista político. Es más bien un rasgo de mi temperamento. Supongo que soy lo que llaman un conservador con ce minúscula”, decía, en alusión al término que se utiliza en la política anglosajona para referirse a los conservadores moderados y pragmáticos, frente a los conservadores “con C mayúscula”, que se consideran más radicales e inamovibles. Se definía como “alguien que entiende que es mucho más fácil derribar algo que reconstruirlo. Creo que la configuración predeterminada de mucha gente es derribarlo todo. Pensar que el sistema no funciona y que hay que destruirlo. Yo no lo veo así. Creo que hay grandes problemas en el mundo que debemos abordar con cautela. Digamos que no tengo un temperamento naturalmente radical.”
Una oleada conservadora
Los roqueros que se vuelven conservadores no suelen ser tan elocuentes y reflexivos como Cave. En España, Andrés Calamaro es un mero provocador cuyo discurso político no parece ir mucho más allá de los toros. Pero en Estados Unidos existe una larguísima tradición de músicos de rock conservadores, de los cuales mis preferidos son Frank Zappa, que adoptó un libertarismo muy razonado, y Johnny Ramone, el guitarrista de la banda los Ramones, que siempre defendió que el punk es, en esencia, de derechas, y apoyó con entusiasmo a Reagan y Bush. En Reino Unido, los más célebres son Morrissey —que ha escrito en defensa del vegetarianismo y de la superioridad de la cultura occidental— y Tony Hadley, el cantante de la banda de new wave Spandau Ballet, que habla con frecuencia de la ética de trabajo y de los impuestos bajos.
Johnny Ramone, el guitarrista de los Ramones, siempre defendió que el punk es de derechas, y apoyó con entusiasmo a Reagan y Bush
Puede pensarse que estos hombres se han vuelto conservadores simplemente porque se han hecho mayores, han acumulado unas cuantas propiedades y han dejado de salir de fiesta. Pero eso pasa a muchos hombres de su edad, sean roqueros o no. También es probable que algunos de ellos aprecien más la tradición por el mero hecho de que el rock ha dejado de ser una música de moda, se está convirtiendo en un nicho minoritario y los jóvenes, en general, han dejado de prestarle atención.
Pero la cuestión, sobre todo, es que el rock es ahora un género viejo, que hacen mayoritariamente gente de mediana edad —cuando no anciana, como Dylan, Morrison o Jagger— para otra gente de mediana edad a la que le preocupan cosas como los impuestos o el cáncer. Y algunos de sus mejores intérpretes han sabido, de manera mucho más meritoria de lo que en ocasiones pensamos, introducir en sus canciones esos temas, que no son ni mucho menos para los que nació el género. Wilco es una banda con rasgos experimentales (y muy progresista) a la que un crítico acusó, después de que sacaran un disco tranquilo con letras sobre la vida doméstica, de hacer “dad rock”, rock para padres. A los que, como ellos, tenemos edad de tener hijos adolescentes, nos pareció una etiqueta perfecta.
Wild God, el disco de Cave, va más allá, por supuesto. Como siempre, su música está llena de alusiones bíblicas, historias tortuosas e imágenes llamativas. Particularmente interesante es la presencia de la religión, que observa con escepticismo pero también como un destino casi inevitable. A fin de cuentas, es el disco de un hombre conservador con c minúscula que ya lo ha visto todo y entiende la vida mejor que un joven nihilista que aporrea una guitarra. Su mensaje es el más maduro que pueda imaginarse: todos hemos conocido el dolor y la pérdida y muchos tenemos dudas sobre nuestras creencias. De modo que debemos sobreponernos a todo y vivir con la mayor alegría posible. ¿Qué más se le puede pedir a un ya viejo y venerable arte como el rock?
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