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Estas son las mejores novelas que he leído en 2018
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Alberto Olmos

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Estas son las mejores novelas que he leído en 2018

Acaba un buen año literario donde destacaron las novelas de Manuel Vilas e Isaac Rosa y tuvimos ocasión de descubrir a la gran Rachel Cusk y la obra maestra olvidada de Joan Didion

Foto: 'Feliz final', de Isaac Rosa, y 'Ordesa', de Manuel Vilas.
'Feliz final', de Isaac Rosa, y 'Ordesa', de Manuel Vilas.

Llega fin de año y las amistades y simpatías del mundo editorial se sustancian y visibilizan a través de una herramienta infalible: las listas de mejores libros del año. A más amigos, mejor fue tu libro. Que tantos nombres se repitan año tras año en estos recuentos solo significa que se tienen amigos escritores para no leer a todos esos escritores que no son tus amigos, con la ventaja además de que hablar bien de un libro incluso si no te ha gustado hará que en el futuro el otro hable bien de tu libro aunque no lo haya leído. Estos celestineos del mundo editorial son de toda la vida, no tienen mayor importancia y nadie acabará nunca con ellos. Otra cosa es que yo los señale y aborrezca y, algunos martes, me sienta moralmente superior al conjunto de los escritores, al conjunto de los lectores y, en verdad, al conjunto de los seres vivos.

El año 2018 me dejó grandes momentos literarios y una única desgracia, vacacional: nunca más podré volver a Lo Pagán. No sé si vale la pena escribir estos artículos si no puedo ir de vacaciones a Lo Pagán. En todo caso, os llevaré siempre en mi corazón si, por lo que sea, soy capaz de encontrarlo.

Mucho corazón tuvieron los mejores libros que se publicaron en 2018, que fueron 'Ordesa' (Alfaguara), de Manuel Vilas, y 'Feliz final' (Seix Barral), de Isaac Rosa. A mí son los que honestamente más me han impresionado. Es interesante comprobar cómo toda la técnica, la originalidad, el conocimiento de un oficio y la imaginación argumental son de segunda división ante un libro que simplemente le importa a su propio autor. Lo que leemos en Rosa y Vilas es tan intravenoso que sería emocionante hasta con faltas de ortografía y mal encolado. No son libros que sucedan muy a menudo, amigos.

placeholder Manuel Vilas, autor de 'Ordesa'. (Alfaguara)
Manuel Vilas, autor de 'Ordesa'. (Alfaguara)

Luego están los demás, que fueron muchos y estupendos, y es que en 2018 ha merecido la pena pagar Netflix y HBO y, sin embargo, ponerse a leer algunas noches.

Sin aburrirles

Me entristece a veces no hablarles de un libro porque no me da para los chistes. Es lo que le ha sucedido a 'Cabezas cortadas' (Seix Barral), de Pablo Gutiérrez, que he leído con enorme placer, pero no sabía cómo decírselo sin aburrirles. Pablo Gutiérrez es de la escuela prosista española que me gusta, y aquí consigue no sé si su mejor libro, dosificado de metáforas respecto a 'Nada es crucial' (Lengua de Trapo), pero sí el más directo e imperativo.

También he leído sin contarles 'El don de la fiebre' (Seix Barral), de Mario Cuenca Sandoval, que escribe bonito por el lado europeo; y 'Filek' (Seix Barral), de Ignacio Martínez de Pisón, que no escribe bonito pero cuenta cosas curiosas.

Me entristece a veces no hablarles de un libro porque no me da para los chistes

Después de descubrir la genialidad de 'Departamento de especulaciones', de Jenny Offill, me fío ya de cualquier cosa de Libros del Asteroide que tenga pinta esnob: así llegué a Rachel Cusk, oficialmente la mejor escritora del mundo mientras la estás leyendo. 'Prestigio' salió este año, 'Tránsito' un poco antes, y 'A contraluz' primero. Extraordinaria. Joan Didion en 'Río revuelto' (Gatopardo), y apenas 30 años cuando lo firmó, ha sido también un regalo. De las españolas ya ponderé por aquí 'Honrarás a tu padre y a tu madre', de Cristina Fallarás, 'Umbra' (Caballo de Troya), de Silvia Terrón, o los diarios 'Todos llevan máscara', de Laura Freixas, y la biografía 'Concepción Arenal', de Anna Caballé. A ellas hay que sumar la segunda novela de Gema Nieto, 'Haz memoria' (Dos bigotes), de prosa purificadora; y, curiosamente, 'Amor fou' (Anagrama), de Marta Sanz, que parece una reedición así a lo tonto y resulta que es el libro de Marta Sanz que más me ha gustado. “Soy un hombre convencido de que encender esta noche el televisor y ver el partido puede alterar el resultado”. Desde 2004 viene este texto pasando por vicisitudes editoriales varias.

Un árbol de Navidad del chino

Muy humildemente salió a principios de año un librito que va a perdurar precisamente porque parece poca cosa: 'Entre ellos' (Anagrama), de Richard Ford. Después de contarnos su madre, el autor nos cuenta su padre como 30 años después y los pone juntos y conyugales en un volumen definitivo. 'Entre ellos' es como un árbol de Navidad de esos de plástico que compras en el chino: a pesar de lo poco que cuesta, y de lo simple que es, hace Navidad.

placeholder Richard Ford. (EFE)
Richard Ford. (EFE)

También nos contó su intimidad Miguel Ángel Hernández en 'El dolor de los demás' (Anagrama), con bastante poderío dentro de la ya muy vista autoficción derivada de 'El adversario'; Andrés Neuman hizo en 'Fractura' un órdago ecologista y Rafael Reig dio refugio en las páginas de 'Para morir iguales' (Tusquets) a los hospicianos del franquismo. Los compañeros confidentes Juan Soto Ivars, Víctor Lenore y Ramón González Férriz también publicaron libro, para que vean el tiempo que pierden leyendo sus comentarios en este medio.

El ensayo de Eugenio Fuentes 'La hoguera de los inocentes' (Tusquets) me sirvió para pensar la actualidad persecutoria (véase Morgan Freeman hace nada) con fundamento y sosiego, y Gabriel Zaid publicó una jugosísima recopilación de sus exploraciones del idioma en 'Mil palabras' (Debate). De ahí sale este concepto: “María Moliner confirmó que una sola persona trabajando en su casa puede hacer más y mejor que un equipo institucional”. Frase que vale para Andrés Trapiello, que publica 'El Rastro' y luego los diarios y luego una novela y prepara un libro sobre Madrid sin que sepa uno cómo tiene tanto tiempo para tanta buena prosa.

Tampoco les hablé aquí de Rubén Martín Giráldez y su corrosivo y barroco 'Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos' (Jekyll & Jill), volumen armado con las cosas que dice un tal Marcus y las cosas que dice luego el propio Giráldez: polémicos y divertidos ambos. Ni de 'Siamés' (Mármara), del sueco loco deprimentísimo Stig Saeterbakken. Ni de 'Votos' (La Caja Books), un potente monólogo conyugal de Iván Repila.

Fue un año de leer muchos libros buenos y no decírselo a nadie.

Total, para el caso que me hacen.

Llega fin de año y las amistades y simpatías del mundo editorial se sustancian y visibilizan a través de una herramienta infalible: las listas de mejores libros del año. A más amigos, mejor fue tu libro. Que tantos nombres se repitan año tras año en estos recuentos solo significa que se tienen amigos escritores para no leer a todos esos escritores que no son tus amigos, con la ventaja además de que hablar bien de un libro incluso si no te ha gustado hará que en el futuro el otro hable bien de tu libro aunque no lo haya leído. Estos celestineos del mundo editorial son de toda la vida, no tienen mayor importancia y nadie acabará nunca con ellos. Otra cosa es que yo los señale y aborrezca y, algunos martes, me sienta moralmente superior al conjunto de los escritores, al conjunto de los lectores y, en verdad, al conjunto de los seres vivos.

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