Es noticia
¿Qué fue del cambio climático? ¿Está bien?
  1. Cultura
  2. Mala Fama
Alberto Olmos

Mala Fama

Por

¿Qué fue del cambio climático? ¿Está bien?

Greta Thunberg empieza a luchar por todas las cosas al mismo tiempo

Foto: Greta Thunberg, durante su participación el 4 de septiembre en Copenhague en una manifestación pro-Palestina, en la que acabó detenida. (EFE/Emil Helms)
Greta Thunberg, durante su participación el 4 de septiembre en Copenhague en una manifestación pro-Palestina, en la que acabó detenida. (EFE/Emil Helms)

Greta Thunberg ha empezado a luchar por todas las cosas al mismo tiempo. Esto sólo puede ser una mala noticia para el cambio climático. Parece que el mundo no se acaba, o que se acaba tan lentamente que ya nos hemos aburrido de extinguirnos. Greta, entonces, está sin atención. Ahora hace que la detengan por cosas por las que antes no la detenían. Su vida es un correr a buscar a un policía por el mundo y pedirle un selfie. Los selfies de Greta son el Bonnie&Clyde de nuestro siglo. Tienen que hacer una película sólo con los selfies de Greta junto a la policía municipal de cada sitio. El 4 de septiembre fue detenida en Copenhague y el 9 de septiembre en Estocolmo. La causa palestina ahora le interesa muchísimo.

En la cuenta de X de Greta, vemos su lucha desatada. Para transitar de la justicia climática a todas las causas al mismo tiempo, se han inventado este eslogan: “No puede haber Justicia Climática sin Derechos Humanos”. Como el concepto de “justicia climática” nunca lo hemos entendido muy bien, poco podemos oponer a este enunciado. Greta va a acabar descubriendo el hambre del mundo, las hipotecas variables y a esos chicos que luego no te llaman.

El 5 de julio, sus más de cinco millones de seguidores en X vieron que se solidarizaba con algo en Camboya. El 19 del mismo mes, se iba a un pueblo de Francia donde van a hacer una presa maligna o algo por el estilo. El 26 de julio, la necesitaban en Pakistán, donde no sé qué pasa, pero ella sí lo sabe. “El mundo sabe lo que pasa en Bangladesh”, retuiteaba ese mismo día (un día atareado en la casa de Greta), en relación a estudiantes bangladesíes y a sus cartelitos hechos con cartones. El 2 de agosto, el Congo recibió su apoyo: Greta “exigía” la cancelación de acuerdos con unas empresas que son muy malas personas. El 16 y el 23 de agosto se juntaba con diez amigos en una plaza de su pueblo y se hacía fotos con tres eslóganes pintados en sábanas. El 6 de septiembre hizo lo mismo. Lo llama Fridays for future, y lleva 315 viernes que se parecen todos un montón.

placeholder Greta Thunberg en abril de 2024, al ser arrestada tras bloquear con otros activistas una autopista en La Haya. (Europa Press/Ramon van Flymen)
Greta Thunberg en abril de 2024, al ser arrestada tras bloquear con otros activistas una autopista en La Haya. (Europa Press/Ramon van Flymen)

Yo qué sé, amigos. Greta al menos estará aprendiendo geografía, de tanto señalar el mal del mundo y tenerlo todo acribillado de chinchetas. Aprender geografía le viene bien porque no tiene estudios.

Greta suma ya 21 años, y faltó a clase para salvarnos. Mientras sus compañeros aprendían francés o matemáticas, ella aprendía a posar con policías. También aprendió a poner caras atmosféricas. Lo más triste del mundo será no ver su cara cuando explote el planeta. Yo pagaría por verla. Esa cara a lo mejor sería algo como: “¿En serio se acaba el mundo? ¡No me jodas!”

La diversificación del negocio de Greta sólo parece anunciarnos que del cambio climático ya no se puede vivir. Hay que buscar nuevas fuentes de financiación para el activismo profesional. Las nuevas generaciones vienen apretando fuerte, encima, y Greta parece cada vez más un señor que presentaba el tiempo hace cuarenta años. A Greta hay que detenerla más, que si no pasa de moda.

Lo que ha pasado de moda es el cambio climático, ya nadie se lo toma en serio. Esto se nota en que vivimos todos mucho más tranquilos, y la prédica catastrofista es como un ruido de fondo que a nadie le importa ya un pimiento. La gente tuvo ecoansiedad un rato, pero luego se dio cuenta de que había problemas de verdad que no se solucionaban solos. Podemos vivir con tapones enganchados a la botella. Ahí ya hemos entrado en el juego, asumido la payasada y comprendido el “como si” del mundo moderno. Hay que vivir “como si” nos creyéramos el cambio climático. A partir de ahí, nos la suda todo.

Mark Zuckenberg se compró este verano un yate de 300 millones de dólares, que a pedales no se mueve; no precisamente. Ese es el camino: volver a comprarse yates, mansiones en la costa y sacos de cocaína. Darse lujos no afecta en nada al cambio climático, porque siempre fue culpa de la gente que gastaba poco. La ecología ha muerto porque la gente prefiere ir a un concierto de Oasis en avión, y dejarse mil euros en la experiencia. Lo de tirarse en el suelo como un perro sucio a protestar por cosas ha perdido todo su glamour. Es un cutrerío.

Del cambio climático ya no se puede vivir. Hay que buscar nuevas fuentes de financiación para el activismo profesional

Greta, por desgracia, no puede salir del cutrerío, no puede ir a conciertos de 200 euros la entrada, no puede comprarse yates y no puede opositar a notarías. Lo tiene pero que bien jodido.

Por eso, ahora está mandando su currículum a todas las causas del planeta donde te aceptan en prácticas. Greta es la Marisol de la hidrosfera, de la criosfera, de la litosfera y de la biosfera. Es una Marisol ozónica. O sea, ya no mola nada.

No deja de ser escalofriante que tanta gente adulta y formada la considerara en su día ejemplo de algo.

Greta Thunberg ha empezado a luchar por todas las cosas al mismo tiempo. Esto sólo puede ser una mala noticia para el cambio climático. Parece que el mundo no se acaba, o que se acaba tan lentamente que ya nos hemos aburrido de extinguirnos. Greta, entonces, está sin atención. Ahora hace que la detengan por cosas por las que antes no la detenían. Su vida es un correr a buscar a un policía por el mundo y pedirle un selfie. Los selfies de Greta son el Bonnie&Clyde de nuestro siglo. Tienen que hacer una película sólo con los selfies de Greta junto a la policía municipal de cada sitio. El 4 de septiembre fue detenida en Copenhague y el 9 de septiembre en Estocolmo. La causa palestina ahora le interesa muchísimo.

Greta Thunberg
El redactor recomienda