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Acusado de escribir best sellers: "¡No soy yo!"
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Alberto Olmos

Mala Fama

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Acusado de escribir best sellers: "¡No soy yo!"

Diversos escritores, como Óscar Esquivias, se enfrentan a la sospecha de estar detrás de Lorenzo G. Acebedo, autor de 'La taberna de Silos'

Foto: Lorenzo G. Acebedo, ¿qué autor de éxito se esconde detrás de este seudónimo?
Lorenzo G. Acebedo, ¿qué autor de éxito se esconde detrás de este seudónimo?
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Hace algunos días, coincidí con el escritor Óscar Esquivias y me contó su desgracia: "Creen que escribo best sellers". Esto era muy triste. De todas las cosas malas que le pueden pasar a un escritor, parece que pocas resultan tan insoportables como la sospecha de que escribes libros que venden mucho. Esquivias tenía bastantes ganas de quitarse ese peso de encima. Me dio numerosas pruebas de que no había escrito La taberna de Silos, así que le dije adiós creyendo que, sin duda, lo había escrito él.

Lorenzo G. Acebedo es el pseudónimo de un autor que ha descubierto Tusquets y del que ha publicado dos novelas. La otra se titula La santa compaña (2024). Son libros muy propios para Tusquets, del mismo modo que Óscar Esquivias siempre fue un autor muy propio para Tusquets. Nunca le publicaron. Para que Tusquets publique hoy a un autor masculino verdaderamente bueno tiene que hacerlo con pseudónimo. Eso deja siempre abierta la posibilidad de que sea una mujer.

Tanto La Razón como El País han sacado este tema que hoy les propongo. Han dicho que las dos novelas de Acebedo llevan vendidos unos 60.000 ejemplares. Eso significa que hay alguien haciendo dinero con los libros y no sabemos quién es. Esto nos da curiosidad. Si la cosa se sale de madre, y vende millones (traducciones, películas), haremos como hicieron en Italia con Elena Ferrante: una investigación criminal. Los periodistas italianos descubrieron quién estaba detrás de Elena Ferrante husmeando las transferencias bancarias por montos millonarios que hacía la editorial, más o menos como se descubre a los blanqueadores de dinero del narcotráfico.

Por ahora, en España, nos quedamos en la desgracia de Esquivias. Libreros, amigos y lectores "le descubrieron". Parece que hubo un buen puñado de lectores que vio su mano y su modestia detrás de los best seller frailunos. Esto es muy doloroso. Imaginen no ganar dinero con tus libros y que encima todo el mundo crea que sí lo ganas.

Para que Tusquets publique hoy a un autor masculino verdaderamente bueno tiene que hacerlo con pseudónimo

Tiene sentido la sospecha sobre Esquivias porque es uno de los mejores prosistas de mi generación, cuenta con la formación necesaria para levantar fábulas en el siglo XIII y, por si fuera poco, su ciudad natal, Burgos, donde para mucho, está a cincuenta minutos en coche del monasterio de Santo Domingo de Silos. Tampoco le costaba tanto escribir La taberna de Silos.

Pero no le dio la gana y la novela la ha escrito otro.

Este otro escribe demasiado bien, y ordena la historia demasiado bien, como para haber vivido una epifanía literaria. Es justo creer que otro autor fracasado o por fracasar se ha reencarnado en Lorenzo G. Acebedo para probar suerte desde la esquina contraria. Yo creo que eso deberíamos hacer todos: ponernos pseudónimos a ver si nos va mejor.

Se especula con la autoría secreta de Antonio Orejudo y Rafael Reig; incluso con una autoría a cuatro manos de estos dos convenientes narradores. También saben quién fue Gonzalo de Berceo, a diferencia del 90% de los escritores españoles menores de cuarenta y cinco años. Sin embargo, la humildad de Esquivias le hace mejor candidato. Me parece extrañísimo que un autor como Dios manda, o sea, un autor con vanidad, se ponga a escribir libros estupendos y no los firme con su nombre. El único motivo por el que escribimos es para que os quedéis con nuestro nombre.

Foto: EC Diseño. Opinión

El editor de Tusquets, señor Cerezo, debe de saber quién es, porque le hace las transferencias bancarias. Ni poniendo el número de ISBN en la Base de datos de libros editados en España del ministerio de Cultura aparecen sus novelas. Ahí han estado muy pillos.

El éxito de un pseudónimo resulta irritante. Desde hace años, los autores viven en un frenesí publicitario que ha llevado a concluir que se les da mejor la publicidad que la literatura. Quieren salir en todas partes, mandan libros sin parar, tienen cuenta en todas las redes sociales. Se cansan para nada. Porque luego viene un tipo que únicamente contesta entrevistas por email y vende más que ellos. Me parece muy gracioso.

Óscar Esquivias me dijo que la novela La taberna de Silos tenía un fallo en una mesa. Acebedo dice que una mesa es de caoba, pero no había mesas de caoba en la España del 1200. La verdad es que Esquivias se está ganando a pulso toda la sospecha maliciosa que le persigue. Para empeorarlo, me dijo también que, en esa misma obra, se plagiaba un pasaje de El largo adiós (1953), de Raymond Chandler, sobre las mujeres rubias.

"Desde hace años, los autores viven en un frenesí publicitario que ha llevado a concluir que se les da mejor la publicidad que la literatura"

Cuando volví de Burgos, que es donde Esquivias me contó su condena, me pareció que mi amigo sabía demasiado de las entretelas de La taberna de Silos como para no ser el autor, así que le escribí un mensaje pidiéndole por favor que me asegurara que no era él. "Hablabas de su libro con una precisión increíble. Como luego resultes ser el autor, te odiaré siempre", le decía. Y él: "Te aseguro que no soy el autor de La taberna de Silos"

Ahora he buscado el pasaje sobre "las rubias" de Chandler en Google. Aparece citado por extenso en una entrada de 2010 del blog Algún día en alguna parte. Es un blog muy bien escrito. Su autor, en el "about", se describe así: "Soy Alguien, de Málaga (España), escritor frustrado, lector, observador y callado. ¿Qué más puedo decir sobre mí?".

Hace algunos días, coincidí con el escritor Óscar Esquivias y me contó su desgracia: "Creen que escribo best sellers". Esto era muy triste. De todas las cosas malas que le pueden pasar a un escritor, parece que pocas resultan tan insoportables como la sospecha de que escribes libros que venden mucho. Esquivias tenía bastantes ganas de quitarse ese peso de encima. Me dio numerosas pruebas de que no había escrito La taberna de Silos, así que le dije adiós creyendo que, sin duda, lo había escrito él.

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