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Alberto Olmos

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En compañía de cosas mejor que de algoritmos

Carlos Risco da vida literaria a los objetos que apuntalan su vida de moderno ermitaño

Foto: 'Objetos a los que acompaño' de Carlos Risco.
'Objetos a los que acompaño' de Carlos Risco.
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Es muy original el libro de Carlos Risco Objetos a los que acompaño (Círculo de Tiza), donde simplemente pone el dibujo de una cosa y nos cuenta que la quiere. Salen sartenes, relojes, lapiceros. Salen taburetes y guadañas. El amor de Risco por la tribu de las cosas es sincero. A mucha gente no la quiere nadie como quiere este hombre a su cafetera.

En la literatura, el amor es como en la vida: bonito pero cursi. Nuestro autor, gallego para más inri, escribe extraordinariamente, pero a veces el punto y coma le sale refitolero. Quiere decirse que una puntada de sintaxis aquí, y otra allá, se me hacen demasiado almibaradas. Esto lo digo por decir algo malo del libro, que, en conjunto, es verdaderamente excepcional.

No es fácil irse a vivir solo a una casa abandonada en el campo y no ponerse a dar lecciones a todo el mundo. Es lo que vimos durante años, novelas y ensayos donde te invitaban a ir al campo gente que ya se estaba volviendo. En este subgénero literario de las lilas y las cabras, destacó Santiago Lorenzo con Los asquerosos. Todo lo demás era muy malo y ya lo hemos olvidado. Todo lo demás simplemente estaba muy mal escrito.

Objetos a los que acompaño despliega toda una filosofía de vida que resulta muy grata de contemplar. No es insidiosa, no se recrea, es directa y ejemplar. Vemos a Carlos tan feliz con su casa sin cerradura y su despertador de hace sesenta años que pensamos que quizá podríamos probar a irnos. Carlos no dice que vayas con él; dice que a él le ha ido bien.

Nuestro autor, gallego para más inri, escribe extraordinariamente, pero a veces el punto y coma le sale refitolero

Este tono testimonial y humilde levanta algunos faldones de filosofía. Más o menos el budismo y esas pasividades se entiende que coinciden de alguna forma con la vida elegida por el autor. "Lo bello y lo útil son una misma cosa", leemos. Pero sus textos (sacados de una serie de artículos en un periódico) apuestan abiertamente por el hombre manual, la vida de bricolaje, el jardín de Voltaire sin citar a Voltaire. En España a ese jardín tan entretenido lo llamamos huerto.

Así, hay algo muy español en este libro, que ciertamente también lo podría haber hecho un francés. George Perec tiene una novela muy divertida llamada Las cosas, donde una pareja se resume por los enseres que compartieron. También tiene Perec libros donde se cataloga la vida, se hacen listas e inventarios. Pero lo que no tiene Perec es una media fanega ni una olla de barro de Pereruela.

placeholder 'Los asquerosos' de Santiago Lorenzo.
'Los asquerosos' de Santiago Lorenzo.

Por ahí, por esas tonalidades semánticas me ha recordado Risco a Andrés Trapiello, mayormente a ese libro inmenso suyo que es El Rastro. Carlos Risco ha hecho un Rastro de su propia casa, y se vende a sí mismos sus objetos con labia fenomenal, y se convence y se los vuelve a comprar.

Objetos a los que acompaño es el libro de un hombre que se volvería a comprar todo lo que tiene.

Es fundamental en el libro el dibujito a lápiz de cada objeto, realizados por Iria Cortizo. Si no, seríamos incapaces de apreciar lo bien que escribe nuestro autor. Sobre una cuchara de madera de olivo: "Quien la talló le dejó una pala suave, algo achatada y un mango alegre. Está pulida, pero no demasiado y sus vetas sin poros no dejan espacio a los microorganismos. No se infla con el agua y tampoco recuerda los sabores". Lo más difícil de la escritura es el retrato del natural, y estas écfrasis domésticas se nos ofrecen de mano maestra.

El que hizo esa mesa, los que se sentaron a su alrededor y ya murieron, y tú mismo; y los que vendrán a ocuparla cuando tú no estés

Me fascina esta frase: "Los panaderos han dejado de ser gente honrada hace tiempo".

Risco identifica dos tiempos en los objetos. Uno es el tiempo presente, la compañía, en efecto, que te hace tu jersey o tu rastrillo. Tocar cosas, sentir materiales, sentir el mundo en pequeñas dosis. Pero otro tiempo, muy subrayado, es el tiempo de la comunidad. El autor afirma varias veces que una cosa hecha hace décadas arrastra consigo multitudes, como el hombre de Whitman. El que hizo esa mesa, los que se sentaron a su alrededor y ya murieron, y tú mismo; y los que vendrán a ocuparla cuando tú no estés.

El propio Objetos a los que acompaño se convertirá con el tiempo en lo que predica. Abrirlo será como abrir periódicos viejos y ver quién vivía y hacía las noticias. Es un libro que en el futuro parecerá un cuento de Borges, lleno de magia y mito. Contando su casa, Carlos Risco ha dibujado un mapa del tesoro de las cosas que van a desaparecer, pero que siempre podrán ser encontradas.

Es muy original el libro de Carlos Risco Objetos a los que acompaño (Círculo de Tiza), donde simplemente pone el dibujo de una cosa y nos cuenta que la quiere. Salen sartenes, relojes, lapiceros. Salen taburetes y guadañas. El amor de Risco por la tribu de las cosas es sincero. A mucha gente no la quiere nadie como quiere este hombre a su cafetera.

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