:format(png)/f.elconfidencial.com%2Fjournalist%2F4b5%2F1ce%2F797%2F4b51ce79783fb26ba15ba12b5d20b73c.png)
Tribuna
Por
Sobre los libertarios y las palabras
Hay diferencias entre libertinos y libertarios: nada mejor que verlo desde la idea que tienen del Estado cada uno de ellos
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F815%2Faa9%2F6f2%2F815aa96f2bcebc54057ca381d68f2fff.jpg)
Antes de entrar en la diferencia del libertario anarquista clásico y el anarcocapitalismo de nuestros días, conviene dar un breve repaso asociándolo con la palabra. No me referiré a la eterna pregunta de qué significa libertad y cómo la enfocan varias disciplinas. Me referiré únicamente a su uso sociopolítico. Por ejemplo, liberto era el esclavo que pasaba por tener los mismos derechos que sus amos.
Libertino se dice de quien coloca sus placeres por encima de toda norma. Todavía podríamos encontrar acepciones similares. Pero voy a centrarme en una disputa más actual respecto al término libertario. Digamos primero que se le ha zarandeado a discreción. Para unos es pura violencia. Para otros, simple caos. Y no es así. Para hacerlo más claro y escapar al embrujo de las palabras voy a hacer las diferencias pertinentes entre unos y otros. Y para ello nada mejor que verlo desde la idea que tienen del Estado.
En un extremo se sitúan aquellos que ven al Estado como un estorbo. Su teoría económica es de un capitalismo puro y duro. El Estado solo serviría para que se respete la propiedad privada. Es cierto que algunos, como es el caso de R. Nozikson, más moderados, incluyen en esa protección a todos, y no solo a los que pagan impuestos. A estos hay que llamarles libertarianos y no libertarios.
En la historia reciente hay que pararse en Bakunin y la Primera Internacional
Pasar esa distinción por alto es una confusión monumental. Dejo de lado que son los liberales clásicos, los socialistas o los socialdemócratas. Y paso a exponer quiénes son los genuinos libertarios o anarquistas. Un pacífico y profundo movimiento político y social al que la mala memoria, o el desconocimiento, lo margina como si apestara. Pero detrás de esa visión miope anida el compromiso por una sociedad en la que el cimiento sea un firme deseo de libertad. Y la rebelión contra el Poder en general y contra un Estado que engulle a los ciudadanos.
En la historia más reciente hay que pararse, sobre todo, en Bakunin y la Primera Internacional. Ahí se produce el enfrentamiento entre los libertarios anarquistas y el marxismo. Dentro de este país, los anarquistas fueron multitud en la Segunda República. Luego se han desvanecido. Solo que su deseo programático permanece. Por ejemplo, una democracia directa frente a la representativa que se hunde en los partidos, la rotación de todos los cargos públicos o unos sindicatos pegados a los trabajadores y no sometidos al político de turno. Si se me pidiera que nombrase anarquista actual de renombre, citaría a N.Chomsky. Y si me objetara que es una utopía irrealizable, contestaría con Machado que '"Hoy es siempre todavía".
Antes de entrar en la diferencia del libertario anarquista clásico y el anarcocapitalismo de nuestros días, conviene dar un breve repaso asociándolo con la palabra. No me referiré a la eterna pregunta de qué significa libertad y cómo la enfocan varias disciplinas. Me referiré únicamente a su uso sociopolítico. Por ejemplo, liberto era el esclavo que pasaba por tener los mismos derechos que sus amos.