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A mi bola
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La razón por la que (como dijo Dembelé) Mateu Lahoz es un árbitro "muy malo"
Por la misma razón por la que el mejor árbitro es aquel que pasa inadvertido, el malo o muy malo suele ser protagonista. Y esto es lo que pasa con Mateu Lahoz, que le encanta serlo...
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No sé si lo habían pensado y, en caso de haberlo hecho, estarán de acuerdo conmigo. Salvo honrosas excepciones, la fama de un árbitro de fútbol suele ser directamente proporcional a lo malo que es y, como consecuencia, las polémicas que protagoniza y la notoriedad que estas le proporcionan. Claro que, puestos a pensar un poco más, también puede haber trencillas que quizás no son malos, sino que, en su afán por ser protagonistas, arbitran mal, sin duda lo peor que se puede pensar de quien debe impartir justicia.
Pues bien, esto es lo que, en mi opinión, sucede con Antonio Mateu Lahoz, el árbitro más mediático del fútbol español que busca el protagonismo allá donde va. Y digo que lo busca porque al valenciano le encanta ser el foco de atención y no pasar inadvertido, como sucede con los mejores árbitros. Desde que sale a calentar con sus auxiliares, hasta que pita el final el partido y abandona el campo habitualmente entre abucheos, silbidos y quejas no pocas veces de los dos equipos, a Mateu le gusta dar la nota. Entre medias, sus decisiones, provocaciones y sobreactuaciones llegan a eclipsar a los propios futbolistas, con quienes tanto les gusta hablar, aunque solo para robarles protagonismo. Miren lo que le hizo a Luis Suárez...
'Bailar pegados'. Luis Suárez y Mateu Lahoz.#ElPartidazoDeMovistar pic.twitter.com/Ilzi8aWdHJ
— #Vamos de Movistar+ (@vamos) October 6, 2019
"¡Si no sabe hablar, si no sabe hablar!", le espetó Messi a nuestro protagonista (nunca mejor dicho) para tratar de convencerle de que Dembelé no le había menospreciado cuando le expulsó en el Barça-Sevilla. "Ha dicho muy mal, muy mal", le explicó el argentino para intentar evitar que su compañero fuera, no ya expulsado, sino incluso sancionado con dos partidos por desconsideración con el árbitro. Después sería Piqué quien, en otro de esos diálogos de besugos que tanto le gustan a Mateu, le dijo "escúchame, muy mal, muy mal", en referencia a lo que, según el central del Barça, había dicho Dembelé. La respuesta del trencilla fue rotunda: "No, muy malo", y así lo reflejó en el acta, que es lo que cuenta a la hora de que el Comité de Competición sancione al delantero azulgrana con dos partidos.
Pero, no se engañen, eso es lo que busca y le gusta a Mateu Lahoz, que los futbolistas le pidan explicaciones o intenten hacerle cambiar de opinión. Y cuantos más aspavientos y más polémica se genere, mejor. "Yo, que soy profesor de vocación y árbitro de profesión, creo que se avanzó mucho cuando se convirtió al profesor en una figura de autoridad", dijo el valenciano en su sorprendente aparición en el programa 'El Hormiguero'. "No voy a reivindicar nada porque no soy una persona de reivindicaciones, pero estaría bien que ocurriese algo parecido con los árbitros", añadió.
Pues bien, Mateu debería saber que mientras el poder te lo otorgan, y los árbitros lo tienen de manera absoluta durante un partido con la misión de hacer cumplir las Reglas de Juego, la autoridad hay que ganársela. Sin embargo, él antepone siempre el protagonismo, de ahí que pierda autoridad y solo tenga poder para pitar lo que le venga en gana y sacar tarjetas, lo mismo amarillas que rojas, a diestro y siniestro. Claro que la culpa no es solo de él, sino de quienes le protegen y le mantienen en una labor como la del arbitraje en la que la discreción debería ser de obligado cumplimiento.
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El ridículo WhatsApp de Velasco
Y así llegamos al quid de la cuestión. ¿Cómo no va a querer ser protagonista Mateu si su jefe también lo es? "Sólo quiero trasmitiros y que sintáis que en las situaciones difíciles e injustas como las que estamos viviendo, cuanto más nos ataquen y más nos critiquen, más estaré a vuestro lado como compañero y como Presidente. Quiero que sintáis que vuestro Comité Técnico de Árbitros sale a arbitrar a cada campo con vosotros y que yo como presidente os voy a defender a muerte siempre". Estes el mensaje de Whatsapp que Velasco Carballo -sí, el presidente de los árbitros, por si no les había quedado suficientemente claro- envió a todos los colegiados.
"Prácticamente todos los días hablo con vuestro presidente y os quiero transmitir que es un árbitro más y que ayer me demostró que a las personas y los dirigentes se les conoce en los momentos difíciles", añadió Velasco, se supone que en referencia a algo que Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), le comentó este fin de semana a raíz de los numerosos escándalos arbitrales. "SOMOS UNA ROCA, tenéis el apoyo incondicional de todos, así que salid al campo sonriendo, con fuerza, firmeza y orgullo de ser árbitro. Yo lo sigo siendo y arbitro a vuestro lado", concluyó el madrileño.
"Si fuese árbitro en activo y hubiese recibido una comunicación como la de Velasco Carballo, la hubiese enviado a la papelera con la etiqueta PROPAGANDA PRESIDENCIALISTA", escribió en su cuenta de Twitter el ex colegiado internacional Daudén Ibáñez. Pues sí, qué peligroso es que un estamento tan sensible como el arbitral no solo tenga a personajes como Mateu, a quien le gusta el protagonismo más que a un tonto una tiza, sino también como Velasco, quien va de presidente y defensor de sus compañeros, pero fue incapaz de rescatar a Teixeira Vitienes (José Antonio) de las garras de Peláez, presidente de la federación cántabra y esbirro de Rubiales, quien días después de haber ejercido de delegado arbitral en el Clásico, se lo cargó por desavenencias personales con él sin que Velasco dijera ni pío.
Por no hablar de lo sucedido con el patrocinio de Würth. Según informó El infiltrado, de GOL, Velasco mandó un correo electrónico a los árbitros de Segunda B y fútbol femenino en el que se atribuía el mérito de que esta temporada cobren 750 euros cada uno. Eso sí, a costa de quitárselo a los de Primera y Segunda. Es decir, de quienes lucen la publicidad y a los que no se les dijo nada, de ahí que el CTA tuviera que recular y a quien lo reclame, se lo pagará. Y así todo, ¿verdad Peláez?
No sé si lo habían pensado y, en caso de haberlo hecho, estarán de acuerdo conmigo. Salvo honrosas excepciones, la fama de un árbitro de fútbol suele ser directamente proporcional a lo malo que es y, como consecuencia, las polémicas que protagoniza y la notoriedad que estas le proporcionan. Claro que, puestos a pensar un poco más, también puede haber trencillas que quizás no son malos, sino que, en su afán por ser protagonistas, arbitran mal, sin duda lo peor que se puede pensar de quien debe impartir justicia.