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El Barça pasa olímpicamente de su modelo, se come sus palabras y saca la chequera
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Gemma Herrero

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El Barça pasa olímpicamente de su modelo, se come sus palabras y saca la chequera

El Barcelona saca pecho vendiendo una idea, un modelo, que después no se aplica en absoluto, esclavo de sus propias palabras y de unas normas que se salta a la torera cuando conviene

Foto: Philippe Coutinho posó ante los medios este domingo en el Camp Nou. (EFE)
Philippe Coutinho posó ante los medios este domingo en el Camp Nou. (EFE)

El fichaje de Philippe Coutinho ilusiona al barcelonismo. Deportivamente, su incorporación se interpreta como un golpe de autoridad, una apuesta estética y de buen gusto y una clara amenaza a los rivales a los que el equipo de Valverde mira por el retrovisor en la Liga, con la autoestima del que ha sabido sobreponerse a las adversidades —la marcha de Neymar, la lesión de Dembélé— y ahora se rearma para brillar en la fase definitiva de la temporada. Para la directiva, sin embargo, es otro borrón en su larga lista de incoherencias: una cosa es lo que dicen y otra muy diferente es lo que hacen. Porque, muy dignos, siguen hablando de cantera, Masia e identidad cuando han irrumpido como un elefante en una cacharrería en el mercado. El Barça se pasa por el forro sus propios mensajes y mientras entre la pelotita, todo cuela, pero recordar ahora algunas de las declaraciones que enviaron desde el club hace tan solo unos meses debería causar sonrojo a más de uno.

“El Liverpool nos pidió 200 millones por Coutinho. Lógicamente decidimos que no lo hacíamos. Es una muestra de que esta nueva manera de entender el fútbol no va con un club de 155.000 socios. El mundo del fútbol está cambiando y los clubes tradicionales éramos los que liderábamos estos mercados, pero ahora los principales actores son los multimillonarios, grupos de inversión y países. Si Robert y yo fichamos a dos jugadores por 270 millones, hubiera sido una irresponsabilidad y tendríamos que haber dimitido. La principal línea es la de no poner en riesgo el patrimonio y la viabilidad económica del club”, afirmó Albert Soler (director entonces de deportes profesionales) hace solo cuatro meses en rueda de prensa.

Foto: Coutinho jugó su último partido con el Liverpool el 30 de diciembre de 2017 ante el Leicester City. (Reuters)

Hoy, al volver a repasar frase por frase, resulta, cuanto menos, asombroso lo que ha cambiado la idea del club. “Tenemos que invertir más en la Masia y en el fútbol base”, afirmó también Josep Maria Bartomeu por entonces. Pues donde dije digo, digo Diego. El club saca pecho vendiendo una idea, un modelo, que después no se aplica en absoluto, esclavo de sus propias palabras y de unas normas que se salta a la torera cuando conviene, igual que podrían hacer el jeque del PSG, el millonario propietario americano del Liverpool o Florentino Pérez.

Defender los valores de la chequera desde luego no queda tan chulo, ni es nada romántico, pero esto es lo que hay también en el Barça y ahora se enfrentan al problema ya no de convencer a los socios, que están por la labor y han recibido con entusiasmo el fichaje del brasileño, sino de cuadrar unas cuentas que han saltado por los aires con las incorporaciones de Coutinho y Dembélé, la mejora de contrato de Messi y que todavía tiene pendientes las renovaciones de Piqué, Sergi Roberto y Umtiti. Y todo esto con un límite salarial que el propio Bartomeu en la pasada asamblea de socios compromisarios reconoció que estaba por las nubes: un 84% del presupuesto del club se va en los sueldos de los jugadores, 14 puntos por encima del máximo recomendado. Una barbaridad.

Foto: Messi renovó su contrato con el FC Barcelona en noviembre de 2017. (Reuters) Opinión

Vender jugadores ya es una urgencia

Carlos Tusquets es el presidente de la Comisión Económica Estatutaria del Barça y también del banco Mediolanum. La comisión es un órgano independiente de la directiva, pero contratada por ella para controlar las cuentas. Y Tusquets no pudo ser más claro en la asamblea: “Nos preocupa el presupuesto de los próximos años. Vemos dificultades para igualar un ingreso extra de 144 millones”, además de constatar que “no hay ingresos por futbolistas que ya no se consideran válidos”.

placeholder Bartomeu brinda por la Navidad. (EFE)
Bartomeu brinda por la Navidad. (EFE)

Más que nunca, al Barça le urge ingresar dinero, y vender jugadores es una prioridad. Los 10 millones que dejará la inminente marcha de Mascherano, que ayer pudo disputar su último partido en el Camp Nou, servirán para contratar al colombiano Yerry Mina, así que no cuentan. Con Arda Turan no hay forma: es el sexto sueldo de la plantilla y ni juega, ni va convocado ni parece tener ninguna prisa por encontrar equipo, para desesperación de un Barça que confiaba en que el amor propio del futbolista y su deseo de volver a pisar césped remaran a su favor. Nada, el turco está cómodo en su papel de prematuro jubilado de oro y el club poco puede hacer al respecto. Los siguientes en la lista son Deulofeu, Rafinha y Aleix Vidal.

Deulofeu no ha entrado ni siquiera en las dos últimas convocatorias de Ernesto Valverde. El mensaje no puede ser más claro: búscate equipo. Porque hay que recordar además que frente al Celta en Copa, Luis Suárez, Messi e Iniesta ni viajaron. Rafinha tiene el alta médica desde diciembre y tampoco se ha sentado en el banquillo desde entonces, pero su larga ausencia por lesión dificulta poderle encontrar una salida. Aleix Vidal también está en el mercado y también se quedó fuera de la lista de convocados frente al Levante. Ha pasado de marcar el tercero en el Bernabeú el 23 de diciembre a estar en la puerta de salida el 7 de enero. A ninguno de los tres, salvo sorpresa mayúscula, se le podrá vender por una buena cifra, pero económicamente el Barça no se puede permitir mantenerles.

Foto: Imagen de la Grada FANS del Bernabéu durante un partido del Real Madrid. Opinión

Cambio de estatutos

Es tal el panorama que, tal y como adelantó Catalunya Ràdio, en el club se han planteado incluso modificar los estatutos. Exactamente el punto que indica que la junta directiva puede ser cesada en el caso de que durante dos ejercicios vencidos no mantenga la deuda dentro de “unos ratios razonables” que ellos mismos se impusieron en 2013, cuando Sandro Rosell presidía el club. Es decir, que como se ven incapaces de generar los ingresos necesarios, y pese a que hace cuatro meses aseguraron que “la viabilidad económica” era una prioridad, ahora hay que buscar soluciones porque han decidido que el dinero esté en el campo y no en el banco.

Coutinho —que no podrá disputar la Champions— es un fichaje de lujo que dispara la masa salarial, pero también la calidad de la plantilla, y el Barça necesitaba un refuerzo de esta categoría. “Estamos muy contentos porque es un gran jugador y como compañero y amigo haremos que se sienta como en casa. Tiene un perfil que nos vendrá muy bien”, afirmó Luis Suárez —que le conoce de su paso por el Liverpool— a la televisión del club. “Estoy convencido de que nos ayudará muchísimo”, declaró su compatriota Paulinho a BeIN Sports. Y Valverde, a quien el club le debía ‘un Coutinho’ después de tanto remar con lo puesto, no escondió lo contento que estaba: “Es un jugador que nos puede aportar muchas cosas, hace goles, da asistencias y en la construcción del juego nos ayudará, es versátil y puede jugar en el interior y el exterior. Es un fichaje importante”.

Con el aficionado satisfecho, el entrenador entusiasmado y el vestuario dándole la bienvenida, el único problema es que el mensaje del club es absolutamente incoherente y que deberá hacer encaje de bolillos económicamente hablando. No dar lecciones sobre modelo y responsabilidad sigue siendo la gran asignatura pendiente de la entidad azulgrana.

El fichaje de Philippe Coutinho ilusiona al barcelonismo. Deportivamente, su incorporación se interpreta como un golpe de autoridad, una apuesta estética y de buen gusto y una clara amenaza a los rivales a los que el equipo de Valverde mira por el retrovisor en la Liga, con la autoestima del que ha sabido sobreponerse a las adversidades —la marcha de Neymar, la lesión de Dembélé— y ahora se rearma para brillar en la fase definitiva de la temporada. Para la directiva, sin embargo, es otro borrón en su larga lista de incoherencias: una cosa es lo que dicen y otra muy diferente es lo que hacen. Porque, muy dignos, siguen hablando de cantera, Masia e identidad cuando han irrumpido como un elefante en una cacharrería en el mercado. El Barça se pasa por el forro sus propios mensajes y mientras entre la pelotita, todo cuela, pero recordar ahora algunas de las declaraciones que enviaron desde el club hace tan solo unos meses debería causar sonrojo a más de uno.

Josep Maria Bartomeu