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Estimada señora Calviño
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Marcos Eguiguren

Economía gamberra

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Estimada señora Calviño

No debe ser fácil atraer el mejor talento hacia la gestión de lo público cuando cualquier alto cargo en grandes empresas del sector privado percibe remuneraciones mucho más elevadas que las de un ministro

Foto: La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Nadia Calviño. (EFE/Rodrigo Jiménez)
La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Nadia Calviño. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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Al igual que muchos otros conciudadanos, he desayunado recientemente con la noticia de su candidatura a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones. Ante todo, quiero felicitarle por ese paso que, a tenor de lo escuchado en su reciente comparecencia ante los medios de comunicación, parece ser una decisión exclusiva de usted misma y de su actual jefe, y se centra en disponer de la candidatura más potente posible que refuerce las opciones de que una española pueda ocupar la presidencia de ese importante órgano financiero de la UE.

Todavía es pronto para saber qué pasará en los próximos meses. No sabemos, en primer lugar, si el grupo político al que usted pertenece logrará articular una mayoría de investidura que le permita continuar al frente del Gobierno. Tal vez suceda, tal vez no. No sabemos tampoco si, a pesar de su trayectoria, su nombre será el más valorado de entre los diferentes candidatos a la presidencia del BEI. Me consta que hay otras candidaturas potentes que aspiran a esa misma posición. Eso quiere decir, por tanto, que, en enero del próximo año, usted puede encontrarse en muy diversas situaciones: 1) sigue usted ocupando una posición relevante en el Gobierno de la nación en una situación de gran inestabilidad política, 2) es usted la presidenta del BEI, 3) es usted diputada de a pie y disfruta haciendo oposición, 4) está usted en medio de una nueva campaña electoral o 5) toma usted las de Villadiego y se busca una actividad de menor exposición pública.

Foto: Foto de archivo de la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. (EFE/Fernando Alvarado)

Con independencia de lo que acabe ocurriendo, me reitero en las felicitaciones porque, salga o no elegida para el cargo, al menos usted va en camino de aumentar su caché. Tengo entendido que su actual sueldo como vicepresidenta del Gobierno está alrededor de los 84.000 euros anuales, mientras que la presidencia del BEI tiene una remuneración que excede los 350.000 euros anuales. Todos sabemos que su cargo, así como los cargos de sus compañeros de Gobierno y los de otros cargos políticos, disfrutan de otras prebendas y ventajas y que es algo simplista medir su remuneración de forma exclusiva por el sueldo bruto teórico anual, pero estará usted conmigo en que no debe ser fácil atraer el mejor talento hacia la gestión de lo público cuando cualquier alto cargo en grandes empresas del sector privado percibe remuneraciones mucho más elevadas que las percepciones de un ministro del Gobierno y, en la mayoría de casos, con la ventaja de trabajar desde un cierto anonimato. Ya sé que lo que digo puede acarrearme críticas en este curioso país en el que nos ha tocado vivir, pero me reafirmo igualmente, necesitamos menos políticos, bastante mejor pagados y que no den cuenta de su gestión solamente en las urnas, sino que se arbitren nuevos sistemas de fiscalización de la gestión pública y de rendir cuentas. Y es aquí donde llegamos al eje de esta misiva que, más allá de felicitarla por su candidatura, pretende darle algunas sugerencias, de colega a colega, sobre algunas cosas que podría usted hacer si se confirmara su salida hacia el BEI.

Foto: Nadia Calviño, vicepresidenta del Gobierno, en un acto para traer el Sepblac europeo a Madrid. (EFE/Javier Lizón)

Todas las sugerencias giran alrededor de una recomendación inicial. Que usted y el Gobierno al que representa incorporen una buena práctica típica entre las mejores empresas del mundo: la realización de una “entrevista de salida”. Como usted sabe bien, nos referimos a ese momento en que un colaborador clave comunica que deja una empresa porque le ha surgido una nueva oportunidad profesional. La entrevista de salida es ese encuentro constructivo en que, ya libres de la atadura de la disciplina y la obediencia debida, la persona que sale —a preguntas, normalmente, de su supervisor directo—, se sincera y aporta, a su juicio, cuáles debieran ser los aspectos a mejorar para que la empresa que está a punto de abandonar tenga un futuro más sólido. Le sugiero a usted y a su actual jefe que mantengan esta entrevista de salida formal. Y, desde luego, no hace falta que hagan públicas sus conclusiones.

Y, dentro de esa entrevista, tal vez pudiera usted, si le parece oportuno, mencionar los siguientes tres puntos de mejora:

  • El primero ya se ha dejado caer anteriormente en esta misiva. Necesitamos atraer el mejor talento a lo público, pero no solo a través de una mejora de las retribuciones en determinadas funciones, sino como parte de una reforma en profundidad de la Administración y de su cultura en la que la meritocracia de logros (no la que otorga una mera oposición) y la consecución de objetivos estén vinculadas a las carreras profesionales y a la permanencia en el puesto.
Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), junto a la ministra de Economía, Nadia Calviño. (EFE/J.J. Guillén)
  • En segundo lugar, abrir una reflexión profunda sobre la necesidad de legislar, en términos generales y en política económica en particular. A veces, es mejor legislar menos, o “deslegislar” que redactar compulsivamente páginas en el BOE para atacar cualquier síntoma de aspectos que aparentemente no funcionan en nuestro país. Porque no se cura una enfermedad atacando los síntomas de la misma. Y ello me lleva a
  • La tercera y última recomendación. Hay que creer en el libre mercado y legislar y regular de forma coherente con él. La mejor regulación de un Gobierno consciente en una democracia que respeta el libre mercado y la propiedad privada es aquella que contempla el pensamiento sistémico y que interviene, a la vista de los incentivos que tienen los diferentes actores económicos, para generar comportamientos de estos que tengan en cuenta el bien común. El ya evidente fiasco de la reciente ley de vivienda que, en absoluto, ha sido desarrollada desde la inteligencia sistémica, sino, más bien, desde un cierto dogmatismo, es una prueba clara de la necesidad de incorporar enfoques sistémicos en la legislación económica.
Foto:  La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. (EFE/J.L.Cereijido)

Créame, señora Calviño, que se me ocurren una buena lista de temas adicionales que podría sugerirle, pero creo que, para una entrevista de salida, estos tres son más que suficientes y dan, sin duda alguna, para un largo debate de calidad.

No quiero aburrirla más. Espero que disculpe mi atrevimiento por esta carta, pero, aunque creo que tenemos visiones distintas sobre bastantes aspectos relacionados con la política económica, me da en la nariz que, en lo más profundo de su ser, no estará usted tan en desacuerdo con los elementos esenciales de los tres temas que le he propuesto para su entrevista de salida.

Sea lo que sea lo que le depare el futuro, le deseo lo mejor. Muy cordialmente.

Al igual que muchos otros conciudadanos, he desayunado recientemente con la noticia de su candidatura a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones. Ante todo, quiero felicitarle por ese paso que, a tenor de lo escuchado en su reciente comparecencia ante los medios de comunicación, parece ser una decisión exclusiva de usted misma y de su actual jefe, y se centra en disponer de la candidatura más potente posible que refuerce las opciones de que una española pueda ocupar la presidencia de ese importante órgano financiero de la UE.

Nadia Calviño
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