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Tecnofanatismo y cambio climático
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Tecnofanatismo y cambio climático

Parece que en la cumbre de Copenhague se va a utilizar artillería pesada y algunas malas artes por parte de los que no tienen más razón

Parece que en la cumbre de Copenhague se va a utilizar artillería pesada y algunas malas artes por parte de los que no tienen más razón ni mejor argumento que la estulticia. Se ha publicado estos días en diferentes medios sobre todo extranjeros, como el Wall Street Journal o el Washington Post, que unos piratas informáticos han robado y publicado en Internet correos electrónicos e información bastante sorprendente procedente del Climatic Research Unit de la Universidad de East Anglia, centro de referencia sobre el cambio climático en el Reino Unido, que dejan en mal lugar a algunos de los más prominentes gurús del cambio climático. Parece ser que a más de uno se le podría haber visto el plumero con cuestionables prácticas y manifestaciones que intentaban silenciar a los que niegan el fenómeno del cambio climático o no comulgaban con sus tesis. Y a los contrarios se les ve regocijarse por ello sin mejor argumento que un “ya lo decía yo” que afiancen sus postulados opuestos. Tal para cual.

Hay mucha gente en este mundo, demasiada también en ambientes universitarios y académicos, con cómodas orejeras mentales y repletas de inmóviles ideas preconcebidas (e intereses personales) que no están dispuestos a dar agua al enemigo. A aprender y a evolucionar, en definitiva. Todo el que no esté de acuerdo con los postulados propios es un peligro que hay que atajar y hacer callar. Todo el que diga algo que no concuerde con sus mandamientos tecno-religiosos es un hereje científico y debe ser excomulgado. No se trata de pretender conocer la verdad sobre algo equivocándose cien veces por el camino como todo investigador que se precie. Tan solo de mostrar que el iluminado de turno está en posesión de la verdad. Vamos, que si Galileo levantara la cabeza vería un ambiente no muy diferente al que él padeció, cuatrocientos años después.

¿Está el cambio climático provocado por el hombre?

Para algunos, todo debate se reduce a si el fenómeno del cambio climático es de origen antropogénico –provocado por el hombre- o debido a causas totalmente naturales. Aunque es imposible contestar de forma precisa y contundente, lo que sí se sabe es que el hombre influye, aunque sea poco. Está demostrado que la deforestación de grandes extensiones de árboles, o la desecación de lagos o superficies húmedas, modifican el clima local de forma permanente. En el Mar de Aral, su casi desaparición ha cambiado para siempre el clima de la zona, empobreciendo a sus habitantes y, peor aún, haciéndolos enfermar. O vayan a las Tablas de Daimiel y pónganse a hacer mediciones climáticas. El hombre influye con su actuación aunque sea infinitesimalmente; pero seguro que nuestros amigos asiáticos piensan que algo más. Con lo que aquellos que afirman que el cambio climático de origen antropogénico es imposible están equivocados. Se puede discutir únicamente la escala, llegando a la segunda pregunta: ¿Cuánto? ¿Un uno o un noventa por ciento? ¿Es la acción del hombre capaz de modificar el clima global del planeta? ¿O solo de manera local o regional como hemos enunciado antes? ¿Cuál será el efecto real del aumento del CO2?

¿O la respuesta no es concluyente?

De momento no tenemos respuestas concluyentes. Hay tan solo gran cantidad de evidencias, percepciones, experimentos, modelos e investigaciones parciales de multitud de fenómenos realizadas con rigor, a pesar de sus limitaciones y problemas de método, que se inclinan hacia el sí, aunque no se pueda demostrar de momento de una manera totalmente fehaciente e inequívoca. Ni mucho menos en qué proporción. Lo cual no quiere decir que no exista. Tan solo indica que seguimos siendo una civilización bastante ignorante, corta de conocimientos y de entendederas limitadas, aunque sobrada de soberbia. Y a eso se agarran los tecno-fanáticos de uno y otro bando, cada uno con sus propias orejeras mentales y sus intereses, a los que la búsqueda de la verdad, cualquiera que sea, les importa un comino. Se trata tan solo de cumplir con los mandamientos que su catecismo ideológico les impone. O su bolsillo. Y por eso abundan tanto los gurús proféticos de uno y otro bando que hacen tanto ruido, mientras engordan la hucha, con afirmaciones rotundas acerca de su verdad a la vez que atacan sin piedad al contrario. Actitudes que los descalifican pero que muchos incautos sin criterio se tragan.

En este mundo idiota que nos ha tocado vivir el que no impacta con sus declaraciones no vende. El sensato y el prudente nunca llaman la atención. Es este un mundo superficial y mezquino dominado por los intereses creados que solo pide titulares, cutrez, sensacionalismo, salidas de tono y, sobre todo, compra, compra, compra. El fondo del asunto no importa. Se trata de vender a cualquier precio o de defender los intereses de los que pagan por difundir determinadas actitudes; de los que tienen unos intereses a menudo inconfesables e intoxican a la crédula audiencia con el fin de sacar tajada de ello.

Y con el cambio climático no iba a ser diferente. Da igual ser calentólogo o negacionista. El objetivo es el mismo. Y el que no es estridente no sale en la foto ni aparece en los medios. Hay, desgraciadamente, demasiados fieles, partidarios de ambas tecno-religiones, que adoran a estos modernos ídolos paganos que, a cambio de sus profecías, engordan sus propios becerros de oro sin importarles para nada el rigor. Lástima de educación.

El futuro está minado de retos…

¿Que tendremos que enfrentarnos los próximos decenios y siglos a enormes retos? Creo que eso pocos lo dudan. El crecimiento económico infinito disponiendo de recursos ilimitados, tal como está planteado hoy aquí, en nuestro pequeño y finito planeta azul, es imposible, mientras no cambiemos las pautas que rigen el crecimiento actual. ¿Qué parece ser que los próximos decenios van a aumentar las temperaturas en nuestro planeta cualquiera que sea la influencia del hombre? ¿Qué la contaminación, la destrucción de ecosistemas, la escasez de agua, el agotamiento de recursos naturales y energéticos, o la desaparición de especies animales y vegetales no es un hecho? ¿Qué la biodiversidad, nuestro entorno existencial, no se está reduciendo y empobreciendo preocupantemente? ¿Qué, como sigamos así, nuestro planeta no se acabará convirtiendo en una Isla de Pascua más, rodeados de moais que no se comen y nada más, dentro de doscientos o de quinientos años, qué más dará?

Hacia eso se decantan los científicos más solventes, aún a riesgo de equivocarse, y sin pretender estar en posesión de la verdad. Que traerá consecuencias. Para muchos muy graves; para otros algo menos; y hasta alguno con suerte saldrá beneficiado, no precisamente nuestra maltratada piel de toro, gracias a la lotería geográfica de vivir en algún lugar que vaya a disfrutar de consecuencias benignas como pueden ser algunos lugares del Norte de Europa. Ahora se trata de identificar y de pensar en cómo resolver los problemas venideros, aunque solo sea por si acaso. De ver cómo nos adaptamos a un mundo alocado y furiosamente cambiante y a un futuro, por nuestra culpa, cada día más incierto. Hay ya cientos de estudios serios e investigaciones que, aunque parciales, poco a poco van proporcionando una imagen cada vez más completa y global de hacia dónde nos dirigimos si seguimos con nuestra autocomplacencia casi religiosa. Mientras tanto, parece que no somos conscientes de que nuestra tecnología sigue coja; de que es todavía muy primitiva y elemental para desgracia de los tecno-fanáticos que piensan que acabará arreglando todos nuestros desaguisados de hoy. Está todavía por demostrar que alcanzaremos un nivel tecnológico que nos ayudará a conservar la biodiversidad de nuestro planeta, libre de contaminación, y que nos facilitará el acceso a energía suficiente para siempre, a la vez que nos permitirá mantener a todos un nivel de vida digno, por los siglos de los siglos, sin tener que preocuparnos nunca más de las consecuencias futuras de nuestras acciones presentes, llámense emisiones, contaminación o agotamiento de los recursos naturales.

…aunque algunos dediquen su existencia a debates estériles

¿Lo conseguiremos? Solo un fanático tecno-religioso, bien sea pro calentamiento o negacionista, lo puede asegurar. La Humanidad se enfrente a innumerables retos que todavía no sabemos cómo resolver. Mientras tanto, a continuar con los debates estériles e interesados mientras algunos trabajan para prevenir los amenazantes nubarrones que se avecinan y, de paso, por un futuro algo menos contaminado y más limpio.

Parece que en la cumbre de Copenhague se va a utilizar artillería pesada y algunas malas artes por parte de los que no tienen más razón ni mejor argumento que la estulticia. Se ha publicado estos días en diferentes medios sobre todo extranjeros, como el Wall Street Journal o el Washington Post, que unos piratas informáticos han robado y publicado en Internet correos electrónicos e información bastante sorprendente procedente del Climatic Research Unit de la Universidad de East Anglia, centro de referencia sobre el cambio climático en el Reino Unido, que dejan en mal lugar a algunos de los más prominentes gurús del cambio climático. Parece ser que a más de uno se le podría haber visto el plumero con cuestionables prácticas y manifestaciones que intentaban silenciar a los que niegan el fenómeno del cambio climático o no comulgaban con sus tesis. Y a los contrarios se les ve regocijarse por ello sin mejor argumento que un “ya lo decía yo” que afiancen sus postulados opuestos. Tal para cual.