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Javier G. Jorrín

Consecuencias económicas

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Y, por fin, el optimismo económico

La confianza de los hogares recupera los niveles previos a la pandemia y las empresas esperan ya un fuerte crecimiento en los próximos meses a medida que avance la vacunación

Foto: Colas delante de una tienda por las restricciones. (EFE)
Colas delante de una tienda por las restricciones. (EFE)
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Hace ahora un año, el pesimismo económico de los hogares marcaba máximos históricos. La crueldad del virus, el cierre total de la economía y la incertidumbre sobre el futuro marcaban el temor de los hogares. Más del 70% de la población temía un aumento inminente del desempleo y cerca del 60% auguraba una larga recesión. Sus temores se cumplieron y la contracción del PIB en el segundo trimestre del año 2020 fue la más profunda nunca registrada. Sin embargo, un año después, los hogares perciben que la recuperación es inminente y que esta vez ha llegado para quedarse.

El sondeo de confianza que publica mensualmente la Comisión Europea muestra que las expectativas de los hogares han vuelto a niveles precrisis. Las familias confían en que las restricciones aprobadas durante la tercera ola ya no vuelvan a repetirse. El triunfo de la ciencia, que ha conseguido minimizar la duración de la crisis a poco más de un año, dejará resultados en el plano económico de forma inminente. El inicio del año fue complicado y las próximas semanas todavía serán difíciles, pero el optimismo sobre la recuperación será un factor positivo para la movilización de la demanda.

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Los datos preliminares de marzo muestran una reactivación de la economía tras el levantamiento de las restricciones. A lo largo del mes, la afiliación aumentó en algo más de 70.000 personas y otras 146.000 se reincorporaron de los ERTE al trabajo. Si se suman ambos datos, resulta el mejor marzo de toda la serie histórica. Esto significa que la demanda sigue refrenada por las medidas de distanciamiento social, pero que cuando se liberan, se recupera rápidamente. Desde los mínimos de febrero, se han reincorporado al trabajo 400.000 personas, sumando nuevas contrataciones y salidas de los ERTE.

Según los registros de CaixaBank, las compras con tarjetas de crédito españolas (así se excluye el efecto del cierre del turismo internacional) durante la Semana Santa fueron apenas un 4% inferiores a las de 2019. Este dato está corregido del efecto del cobro de nóminas, que este año coincidió justo antes de la Semana Santa y eso estimula el consumo, y también del crecimiento tendencial registrado hasta 2020. En resumen, después de tantas correcciones, el consumo en la Semana Santa fue similar al del año 2019.

[Consulte aquí los principales indicadores de la economía española]

Punto arriba o abajo, lo que muestran estos datos es una clara aceleración de la economía cuando las restricciones se levantan. El reflejo inmediato de esta mejoría es el avance de los datos de la encuesta PMI que elabora mensualmente Markit con consultas a los gestores de las empresas. Esta encuesta permite medir la situación casi en tiempo real de las empresas, y los datos recopilados en las últimas semanas de marzo apuntan a un claro avance del optimismo.

Por primera vez desde julio, las empresas españolas reportan un aumento de su actividad, lo que se refleja en el indicador superando la barrera de los 50 puntos. Este buen dato estuvo marcado claramente por el sector manufacturero, que vive su mayor crecimiento desde finales de 2017. Pero lo que es más relevante, la confianza sobre la actividad en los próximos 12 meses se mantiene en niveles que no se veían desde el año 2018. “Muchas empresas ahora ven un camino claro hacia la recuperación, y los encuestados comentan ampliamente que prevén una fuerte recuperación de la actividad económica en la segunda mitad del año”, explica Paul Smith, director de Economía de IHS Markit.

Esta señal de optimismo es la única base sobre la que se puede construir un crecimiento de la inversión empresarial y del empleo. Si las empresas no esperan un aumento de la demanda, no dedicarán recursos para aumentar su producción. De esta forma es como la confianza de las empresas y de los hogares genera un círculo virtuoso que estimulará el crecimiento de forma inminente. No hay que menospreciar el efecto arrastre del optimismo, ya que los hogares tienen 50.000 millones de euros ahorrados en el último año capaces de dar un gran empuje a la demanda interna.

Esta vez es diferente. El pasado mes de agosto ya advertimos sobre los nubarrones que amenazaban el rebote de la actividad, que se confirmaron con un parón de la actividad en noviembre. Y en diciembre también anticipamos que la cuesta de enero sería muy dura y así fue, ya que los datos del PIB que conoceremos a finales de mes mostrarán una recaída del PIB en el inicio del año. En esta ocasión, sin embargo, la recuperación está apoyada por el avance en el proceso de vacunación. A pesar de la lentitud desesperante de la Unión Europea, los resultados en los países que han alcanzado ya niveles altos de inmunización son muy positivos e invitan a pensar en que este repunte de la actividad debería ser ya el definitivo. Sin más parones ni recaídas. De hecho, será difícil que España vuelva a registrar en el futuro un trimestre con una actividad tan baja como la de los meses de enero a marzo.

Foto: Imagen de una oficina de empleo. (EFE)

Estos datos no deben confundirse con una mejora generalizada de la situación económica de las familias. De hecho, este es el gran reto que tiene que afrontar ahora España, ya que la pobreza y la desigualdad han crecido de forma considerable por la pandemia. Y aquí destacan los trabajadores de la economía sumergida, que han perdido todos sus ingresos y no han tenido ningún tipo de prestación social.

Una vez contenida la pandemia, lo que debería ocurrir en las próximas semanas, hay dos objetivos fundamentales. El primero, redistribuir los beneficios de la recuperación para atajar la pobreza y terminar con las infames colas del hambre. El segundo, apoyar la inversión productiva y la recuperación de las empresas para fomentar el crecimiento potencial del país.

Hace ahora un año, el pesimismo económico de los hogares marcaba máximos históricos. La crueldad del virus, el cierre total de la economía y la incertidumbre sobre el futuro marcaban el temor de los hogares. Más del 70% de la población temía un aumento inminente del desempleo y cerca del 60% auguraba una larga recesión. Sus temores se cumplieron y la contracción del PIB en el segundo trimestre del año 2020 fue la más profunda nunca registrada. Sin embargo, un año después, los hogares perciben que la recuperación es inminente y que esta vez ha llegado para quedarse.

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