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Diario de un transeúnte

Puedo afirmarles que los propietarios de gran parte de los negocios están preocupados. Y están también hartos

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No quiero que los lleve a engaño el título de mi reflexión, por lo que procedo de manera rauda a clarificarlo. No voy a hablar de movilidad, no en esta reflexión. Es mi objetivo compartir con ustedes lo que escucho en las tabernas, lo que veo por las calles de las diferentes provincias españolas por las que transito, lo que se comenta en los distintos foros empresariales, lo que cuentan los anónimos taxistas, en definitiva, lo que piensa la calle de la situación por la que atraviesa nuestro país.

Como presidente de los Gestores Administrativos de España, no voy a compartir mi opinión acerca de estos temas. Sí que debo y puedo decirles cómo están sufriendo los pequeños y medianos negocios, puedo y debo contarles las vicisitudes a las que se enfrentan los ciudadanos cuando tienen que hacer algunos de sus trámites administrativos, importantes, a los que están obligados si quieren cobrar el paro, la pensión, el Ingreso Mínimo Vital, si quieren transferir su vehículo de segunda mano recién adquirido o solicitar una fe de vida. Y podría preparar una disertación sobre cómo creo que las administraciones podrían mejorar sus procesos y avanzar en digitalización.

Pero no puedo ni debo ofrecerles una opinión política, pues ni me lo permite el Tribunal Supremo ni me lo permitirían los colegiados; cada uno piensa como quiere y yo no les represento en este sentido. Ahora bien, creo que debo y puedo contar cómo está el patio de acuerdo con mi capacidad de observación de la realidad.

Sin momentos de paz tras el covid

Es un hecho que, desde que el covid-19 apareció abruptamente en nuestras vidas, no ha habido un momento de paz que generara un clima propicio para la actividad económica. Para afrontar la crisis sanitaria se cerró el mercado para muchos negocios. Esta situación se alargó más de lo que cualquiera podría haber pensado inicialmente, consecuencia de la resistencia del virus, su letal efectividad y el tiempo que se tardó en vacunar a la población. Solo destaco el hecho.

Las sucesivas olas víricas y el estallido de la guerra de Ucrania ahondaron la herida de una manera salvaje. Hemos vivido situaciones que nadie habría imaginado solo unos meses antes del desdichado marzo de 2020. Las bondades de la globalización, al menos algunas de ellas, se convirtieron en nuestro peor enemigo. Determinados mercados de materias necesarias para poder funcionar (madera, microchips, energía, por ejemplo) se vieron colapsados, con una elevación de precios inusual y ruptura en su abastecimiento.

Los mercados de materias necesarias para funcionar se vieron colapsados, con una elevación de precios inusual

Y entretanto, en España, desde 2020 hemos asistido a un ir y venir a las urnas permanente. Y aunque no todos los españoles han ido el mismo número de veces, cada proceso electoral ha supuesto un estado de vigilancia y tensión tanto para la actividad política general como para la económica. Galicia dos veces, Madrid dos veces, Cataluña dos veces, Castilla y León, generales, europeas… Los institutos demoscópicos no han tenido descanso.

Si la guerra de Ucrania, primero, y el conflicto palestino-israelí, después, han tenido consecuencias económicas importantes, que han afectado al mundo entero, y por supuesto también a España, las incertidumbres políticas siguen hoy afectando a nuestro país.

Las incertidumbres políticas siguen hoy afectando a nuestro país

En cualquier terraza de cualquier punto de España hoy puede usted escuchar conversaciones sobre qué va a pasar con el Gobierno de Cataluña y si el Gobierno de España se va a ver afectado por lo que suceda en aquel. Y puede usted conocer en cualquier bar los titulares de todos los medios de comunicación sin abrir internet ni comprar un periódico.

En cualquiera de esas terrazas, en un taxi, por la calle, usted va a escuchar opiniones sobre la actuación de tribunales y jueces, el papel de los fiscales, las tensiones internas de los partidos, las decisiones de empresarios y grandes fortunas sobre donde deben descansar sus organizaciones y su domicilio fiscal... en fin, se trata de conversaciones de preocupación, de inquietud, de incertidumbre, en definitiva, críticas y más críticas. Lo que menos se escucha es que se está abriendo un nuevo negocio, que se va a contratar empleados, que se está pensando en crecer…

Los números no coinciden con las historias personales

No iré contra los datos macroeconómicos que nos señalan que estamos mejor que nunca en nivel de empleo, en afiliados a la seguridad social, en crecimiento del PIB, en contención de los precios o en la caída de los tipos de interés. Si nos los cuentan, me los tengo que creer. Lo que quiero trasladar, lo que observo en mis paseos por la calle, es que el ciudadano de a pie habla de otra cosa. Habla de sus vivencias personales, que en muchas ocasiones no coinciden con lo que dicen los grandes números. Un ciudadano que no comprende donde están los ciudadanos que ahorran, que se reduce el coste de la compra o de los combustibles, que no ha visto el impacto de la caída de tipos de interés y que, si tiene hijos, la contratación de personal va mejor que nunca.

Pero aun cuando haya ciudadanos que confíen en los datos macros, que seguro que son buenos (los datos y los ciudadanos), hay una serie de hechos que generan incertidumbre y desasosiego. Como, por ejemplo, las veces que hemos ido a las urnas en los últimos cuatro años, a pesar de lo cual de nada sirven para aclarar el panorama.

Hay hechos que generan incertidumbre y desasosiego, como las veces que hemos ido a las urnas en los últimos cuatro años

Me importan poco las siglas políticas, porque como presidente de los Gestores Administrativos no me puedo sumar ni a unas ni a otras (igual en mi vida personal tampoco lo hago, quién sabe). Pero como presidente de los Gestores Administrativos, que atienden a más de 2 millones de pequeños y medianos negocios (empresas y autónomos) sí que puedo afirmarles que los propietarios de gran parte de esos negocios están preocupados. Y están también hartos.

Cuando los propios políticos, cuando los propios fiscales, cuando los propios magistrados, ponen en cuestión los sistemas, ¿qué pueden hacer los transeúntes sin cargos? Necesitamos tomarnos un receso de tanto lío. Les pido una reflexión a quienes lo tienen en su mano. ¿Son conscientes todos ellos de que pueden pasar a la historia como los peores gestores públicos de la moderna historia democrática de España? Olviden sus rencillas, cualquier posible afrenta y piensen que tienen en sus manos el destino de 48,6 millones de ciudadanos residentes en nuestro país. Suelten lastre. Están elegidos para gestionar.

¿Son conscientes de que pueden pasar a la historia como los peores gestores públicos de la historia democrática de España?

Se lo digo a todos los que tienen algo que decir en ese sentido, sin importarme nada si son gobernantes o si son oposición, si son jueces, fiscales, altos cargos de la Administración… me da igual. Pongan en su gestión un poco de sentido de Estado, y un poco de amor propio, deberían tratar de evitar que sus nietos les pregunten dentro de unos años aquello de ¿es verdad abuelo, es verdad abuela, que tú fuiste uno de esos que dilapidó el crédito democrático de nuestro país?

Ahora que también llegan las merecidas vacaciones de los funcionarios, veremos si no agravamos un poco más la situación de los trámites, que al final deberemos arreglar los colaboradores sociales a costa de nuestra propia salud.

*Fernando Jesús Santiago Ollero es presidente del Consejo General de Colegios de Gestores Administrativos.

No quiero que los lleve a engaño el título de mi reflexión, por lo que procedo de manera rauda a clarificarlo. No voy a hablar de movilidad, no en esta reflexión. Es mi objetivo compartir con ustedes lo que escucho en las tabernas, lo que veo por las calles de las diferentes provincias españolas por las que transito, lo que se comenta en los distintos foros empresariales, lo que cuentan los anónimos taxistas, en definitiva, lo que piensa la calle de la situación por la que atraviesa nuestro país.

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