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El quinielismo irrumpe en la campaña de Castilla y León
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Antonio Casado

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El quinielismo irrumpe en la campaña de Castilla y León

Los sondeos movilizan al votante del PSOE que creía perdidas las elecciones y al del PP que las creía ganadas

Foto: El candidato del PP a la presidencia de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Nacho Gallego)
El candidato del PP a la presidencia de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Nacho Gallego)

Quinielismo y encuestas crean estados de opinión y tendencias de voto. Por supuesto. Dos vectores en estado de ebullición al calor de chispeantes contertulios y finos analistas, alérgicos en defensa propia al oculto poder de la incertidumbre y al “seguro y redondo azar” que inspiró en otro tiempo a Pedro Salinas e inspira ahora a los indecisos del 13-F.

Indecisos y perezosos los hay a derecha e izquierda. Y si las encuestas del CIS movilizan al votante socialista que había dado por perdidas las elecciones del 13-F, también movilizan al votante del PP que las había dado por ganadas. Ante lo insondable, vengan las quinielas. Por mí que no quede.

Más allá de la voracidad especulativa, interesada por lo general, nadie está en condiciones de saber en qué medida los dos rasgos ambientales mencionados despertarán a la izquierda, a la derecha o al desabrigado votante de provincias olvidadas.

El expresidente Zapatero, leonés, socialista y 'follower' itinerante del Grupo de Puebla, marcó tendencia al decir hace unos días que al PP “le tiemblan las piernas”. El clima previo a las urnas del domingo rebaja sus expectativas ganadoras y le anuncia un castigo por haber utilizado Castilla y León como peldaño en la escalera de Pablo Casado hacia la Moncloa. ¿Hasta el punto de que el PSOE sea primera fuerza, según el CIS, o que el PP de Mañueco gane, pero no gobierne?

Foto: Alfonso Fernández Mañueco. (EFE/Almudena Álvarez) Opinión

Las respuestas vienen cargadas de argumentos cosidos al minuto y resultado de la campaña. Olvidan un elemento estructural, no fungible, resistente a una repentina evaporación. La inercia de 35 años de poder ininterrumpido de la derecha, ahora reforzada con la irresistible ascensión de la ultraderecha y el 'patriótico' antisanchismo en el nicho fundacional de la unidad de España. Véase a Mañueco acusando a Sánchez de preocuparse más de Rufián y Otegi que de Castilla y León. Y ese rasgo es aún más visible entre los crecidos seguidores de ese Vox que rentabiliza con éxito la supuesta flojera de Pablo Casado (“derechita cobarde”) frente al Gobierno 'socialcomunista'.

El argumento de la penalización al PP contempla una eventual victoria del PSOE en la última encuesta del CIS. Improbable, aunque no descartable. Si en mayo de 2019 perdió el PP porque buena parte de su clientela se fue a Ciudadanos, con el que acabó gobernando, ahora buena parte de su clientela va a ir a Vox, con el que puede acabar gobernando, aunque no quiera y aunque eso reviente los planes de Pablo Casado a escala nacional.

Foto: Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco en un mitin en Palencia. (EFE/Almudena Álvarez)

Sería el castigo por hacer trampas con la motivación del adelanto electoral: no poder gobernar en solitario. Lo descartable, a mi juicio, es la conformación de una mayoría distinta a la suma del PP y Vox. Y el “tenemos que entendernos” de Díaz Ayuso es la señal de que el PP ha decidido poner su resto en la apuesta por una suma con Vox de mayoría absoluta en todas las encuestas, incluida la de IMOP-Insights para El Confidencial, menos la del CIS, que la roza.

Pero justamente la perspectiva de un Gobierno PP-Vox en esta comunidad, como hipótesis de vísperas, es movilizadora en sí misma del voto socialista. Así que no estoy seguro de que la presidenta madrileña, a cuya imagen y semejanza se encomendó Casado forzando el anticipo electoral en CyL, le haya hecho un favor a la causa de su partido recomendando un acercamiento a la derecha regresiva de Santiago Abascal.

Todo lo demás es incertidumbre ante el recuento de la noche del domingo en Valladolid.

Quinielismo y encuestas crean estados de opinión y tendencias de voto. Por supuesto. Dos vectores en estado de ebullición al calor de chispeantes contertulios y finos analistas, alérgicos en defensa propia al oculto poder de la incertidumbre y al “seguro y redondo azar” que inspiró en otro tiempo a Pedro Salinas e inspira ahora a los indecisos del 13-F.

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