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Antonio Casado

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Sánchez desarboló a las dos derechas

En su mejor intervención parlamentaria, el presidente recupera la iniciativa y lleva el debate por donde le conviene

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), tras el debate sobre el estado de la nación. (EFE/Kiko Huesca)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), tras el debate sobre el estado de la nación. (EFE/Kiko Huesca)
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Aunque no faltaban motivos para plantearlo de ese modo, el PP fracasó en su intento de convertir el debate sobre el estado de la nación en un juicio sumarísimo al sanchismo.

Eso no funcionó. En la mejor intervención parlamentaria de su carrera política, Pedro Sánchez recuperó la iniciativa y llevó su enfrentamiento con las dos derechas emergentes (PP y Vox) por donde más le convenía. De hecho, sus mayores dificultades las encontró en el cruce con un portavoz de la izquierda (Gabriel Rufián, de ERC), no de la derecha.

Al paseo militar de Sánchez frente a la derecha le sobró ideología y le faltó autocrítica. ¿Logrará invertir el cambio que anuncian las encuestas?

Está por ver si su giro a la izquierda, expresamente jaleado por sus socios de UP (Echenique y Asens), las medidas anunciadas para mejorar las condiciones de vida de los españoles, su bien calculada contraofensiva política y su declarada aversión a los “curanderos” van a traducirse en una recuperación de la declinante causa de un Gobierno dividido y “sin alma”, según una de sus vicepresidentas.

Pero al paseo militar de Sánchez ante sus adversarios por la derecha le sobró ideología y le faltó autocrítica. Así que, a mi juicio, no bastará para invertir el cambio de ciclo que responde a persistentes males de fondo. Me refiero al personalismo y las amistades peligrosas, mientras el ascenso del PP se refleja en todas las encuestas.

En nombre de su voluntad de dejarse la piel en defensa de la “clase media trabajadora” y los “colectivos vulnerables”, el presidente del Gobierno vendió ideología para remontar en las encuestas, mientras que la portavoz del PP, Cuca Gamarra, apeló a la falta de credibilidad de aquel. A partir de ahí, ambos desarrollaron las líneas paralelas de sus respectivos discursos, aquellas que por mucho que se prolonguen nunca llegan a encontrarse.

Ahora que el viejo código derecha-izquierda ha quedado obsoleto, los votantes aprecian la credibilidad y huyen de las ideologías en época de realidades licuadas. La gente quiere, espera y exige gobernantes solventes y soluciones a sus problemas para llegar a fin de mes, no frases enlatadas para complacer a la parroquia 'progresista y plurinacional' que sostiene el Gobierno de coalición.

La gente quiere soluciones para llegar a fin de mes, no frases enlatadas mirando a la parroquia 'progresista y plurinacional'

Más allá del golpe de efecto conseguido con el minuto de silencio en memoria de Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA hace 25 años, al que se sumaron los diputados de la Cámara, Cuca Gamarra ignoró las medidas anunciadas por Sánchez para frenar los efectos de la inflación.

Pero en esta ocasión el rearme ideológico de cara a una izquierda rota, deprimida y desmotivada venía ilustrado con medidas de impacto en el bolsillo de la gente de muy difícil cuestionamiento: becas para la promoción social, impuestos excepcionales a la banca y grandes compañías energéticas o gratuidad en el transporte público en cercanías y media distancia.

Pedro Sánchez, que había criticado duramente las políticas restrictivas del Gobierno PP (2012-2015) tras la crisis de 2008, solo tuvo que capitalizar el silencio a sus preguntas: “¿Están ustedes en contra?”.

Foto: La portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra. (EFE/Kiko Huesca) Opinión
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Ahí pudo haber ganado el debate por goleada. Al menos en su cruce con la representación del partido que puede ganarle las próximas elecciones generales. Al final lo ganó, por puntos, tras una excelente réplica de Gamarra, ya liberada del guion previo, en la que recordó el decretazo del Gobierno socialista en mayo de 2010. Aquel que castigó a funcionarios y pensionistas con el voto favorable del entonces diputado Sánchez.

Aunque no faltaban motivos para plantearlo de ese modo, el PP fracasó en su intento de convertir el debate sobre el estado de la nación en un juicio sumarísimo al sanchismo.

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