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Moción de censura: broncas de familia
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Antonio Casado

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Moción de censura: broncas de familia

Nos espera un descafeinado debate a varias bandas, mezcla de respeto a la tercera edad con un suma y sigue de la confrontación PSOE-PP

Foto: El candidato a la presidencia del gobierno, Ramón Tamames. (EFE/Javier Lizón)
El candidato a la presidencia del gobierno, Ramón Tamames. (EFE/Javier Lizón)
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Para la gente, la moción de censura de Ramón Tamames será de alquilar balcones. Para la clase política, enésima puesta en escena de su banalidad, un episodio más que ponga de manifiesto su gusto por las broncas de familia y su incapacidad para resolver problemas reales de la gente. No vale la pena caer en rebuscados procesos de intención sobre supuestos pactos contra terceros, como el que nos remite a una coalición de intereses VOX-PSOE denunciada por el PP. Eso sirve a Feijóo para presentarse —en los medios, no en el Congreso, donde solo tendría tiene sitio en la tribuna de invitados— como el pimpampum de las provocaciones de Sánchez, por la izquierda, y de Vox, por la derecha.

Puro caldo de cerebro. El mismo que inspira a Sánchez cuando afirma todo el rato, a todas horas, por tierra, mar y aire, que PP y VOX son una misma cosa. Con toda seguridad, volverá a ser el hilo conductor del discurso o discursos socialistas durante las sesiones del martes y el miércoles que vienen. Tamames, el candidato, va a la suya. Un heterodoxo libre de compromisos y obediencia debida. Los propios dirigentes de Vox reconocen su miedo a salir trasquilados. Al tardío descubrimiento de que la independencia del profesor puede volverse contra sus patrocinadores se une al componente provocador de aquello que en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado se denominaba happening. Un evento artístico abierto que desembocaba en los más inesperados desenlaces. Así puede acabar la moción de censura de Vox contra Sánchez.

Foto: Feijóo y Abascal, en el Día de la Fiesta Nacional. (EFE/Rodrigo Jiménez)

En todo caso, las sorpresas no vendrán del recuento de votos en la jornada del miércoles. Con el "sí" seguro de los 52 diputados de Vox, si no hay fugas, lo cual no es descartable. Con el "no" seguro de los 120 diputados del PSOE, imprescindible para evitar una mayoría simple de "síes". Y con la anunciada abstención de los 88 diputados del PP. Lo demás, entre "noes" y abstenciones, es irrelevante para la cuenta final. Respecto al resultado no sujeto a números, en mi opinión habrá un perdedor seguro: el partido promotor. Su tercer paso en falso en los últimos tiempos, tras el fallido protocolo antiabortista de Castilla y León y el portazo a los presupuestos de Ayuso en la Comunidad de Madrid.

Nos espera un descafeinado debate del aspirante a varias bandas donde se mezclará el respeto a la tercera edad con un suma y sigue de la confrontación preelectoral del partido que gobierna (PSOE) con el que aspira a gobernar, en ausencia de uno de los dos titulares (Feijóo) y, en algunos pasajes de los cruces previstos, en ausencia también del propio Pedro Sánchez. A saber cómo se las arreglan los portavoces de las dos principales fuerzas para esquivar ciertas propuestas de Tamames, puesto que PSOE no puede objetar lo que une al PP con Vox (Constitución, Monarquía y bandera), del mismo modo que el PP no puede desmarcarse de Tamames cuando reclama elecciones generales sin esperar a diciembre o cuando sostiene que este es uno de los peores gobiernos de la historia de España.

Lo demás está por ver en el juego de réplicas y contrarréplicas. No en el discurso inicial. Y no porque su filtración mediática haya matado la curiosidad de la opinión pública. Quienes tenemos mucho kilometraje en seguimiento de la actividad parlamentaria, sabemos que el discurso inicial (entregado previamente a quienes ocupamos la tribuna de Prensa) siempre es aburrido y se diluye cuando se somete al principio del contraste propio de un debate parlamentario. Y ahí es donde vendrán las sorpresas, si es que el debate no se desinfla a las primeras de cambio.

Para la gente, la moción de censura de Ramón Tamames será de alquilar balcones. Para la clase política, enésima puesta en escena de su banalidad, un episodio más que ponga de manifiesto su gusto por las broncas de familia y su incapacidad para resolver problemas reales de la gente. No vale la pena caer en rebuscados procesos de intención sobre supuestos pactos contra terceros, como el que nos remite a una coalición de intereses VOX-PSOE denunciada por el PP. Eso sirve a Feijóo para presentarse —en los medios, no en el Congreso, donde solo tendría tiene sitio en la tribuna de invitados— como el pimpampum de las provocaciones de Sánchez, por la izquierda, y de Vox, por la derecha.

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