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Antonio Casado

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Radiografía de un enredo

Los comunes de Colau, y no el PP, evitan la vuelta de Trias a la alcaldía. No por independentista, sino por "derecha corrupta"

Foto: El grupo municipal de Junts, a su llegada a la sesión de constitución del Ayuntamiento de Barcelona. (Europa Press/Lorena Sopêna)
El grupo municipal de Junts, a su llegada a la sesión de constitución del Ayuntamiento de Barcelona. (Europa Press/Lorena Sopêna)
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La lucha por el poder hace extraños compañeros de cama. Un clásico. Y tras el inesperado encamamiento, el relato. Así puede el PP enriquecer su narrativa con el mérito de haber frenado en seco al independentismo en el Ayuntamiento de Barcelona. Mentira. No era esa su intención inicial. Que Xavier Trias (Junts) no sea alcalde de Barcelona ha sido un efecto deseable, pero colateral, en los planes estratégicos del PP.

Cuatro actores y una comedia de puertas: Trias (Junts), Collboni (PSC), Colau (comunes) y Maragall (ERC). El enredo comienza con la indefinición de ERC (costalero de Sánchez), respecto al componente dominante de su credo político: la izquierda o el independentismo. De pronto nos topamos con su inesperado retorno al bloque independentista, a la vista de su pobre cosecha en las urnas del 28 de mayo, pero después de la todavía reciente y dramática ruptura con los derechistas de Junts.

Foto: Ada Colau preside su último pleno en el Ayuntamiento. (EFE/Andreu Dalmau)

El enredo terminó con el no menos inesperado alineamiento de los nueve votos de los comunes con los cuatro del PP, que habían sido rabiosamente incompatibles hasta unas horas antes de hacer alcalde al socialista Collboni. Viene a ser el resultado de un curioso cruce entre los dos goznes clásicos de la política catalana: izquierdas-derechas e independentismo-constitucionalismo. Y recordemos que, en principio, el PP jugó en el primero de los ejes: impedir un Gobierno de la izquierda (socialistas y comunes). Lo que quería su candidato, Daniel Sirera, no era parar a Trias, sino echar a Colau, aunque el efecto colateral hubiera sido la vuelta a la alcaldía de los neoconvergentes de Xavier Trias, la derecha catalana de toda la vida.

"Lo ocurrido resulta de un cruce entre los dos goznes de la política catalana: izquierda-derecha e independentismo-españolismo"

Habida cuenta de que a Collboni (PSC) no le bastaban los nueve concejales de Colau (necesitaba al menos dos, aunque tuvo los cuatro del PP), el punto de bloqueo estaba en el veto mutuo de los comunes al PP y del PP a los comunes. Si no cedía uno de los dos, el alcalde sería el independentista Trias. Quienes cedieron fueron los comunes. Sus nueve concejales pudieron haber votado a su candidata, Colau, y el bastón de mando ahora sería de Trias, un escenario que envenenaba los sueños de los comunes, no por ser Junts independentista, sino por ser la "derecha corrupta" de Cataluña. Hubiéramos dicho entonces que el PP había franqueado el paso a un separatista y el PP hubiera alegado que, al fin y al cabo, Trias es tan de derechas como Sirera.

Quede claro, a modo de reseña más que de opinión, que han sido los comunes de Colau, y no los populares de Sirera, quienes, al alinearse con los votos del PP, renunciando a entrar en el Gobierno socialista de Collboni, como el PP exigía, lograron la derrota de los independentistas de Junts por mayoría absoluta, impidiendo así el acceso de Xavier Trias a la alcaldía.

"En el aire queda saber cómo se las va a arreglar Collboni para gobernar una corporación de 41 concejales con un Gobierno en minoría"

En el aire queda, eso sí, saber cómo se las va a arreglar Collboni para gobernar una corporación de 41 concejales con un Gobierno en minoría que se apoya en 10. Peor lo tiene el independentismo a la hora de explicar el revolcón. De momento, ha perdido los papeles. El candidato fallido, Xavier Trias, ha perdido incluso la dignidad en una patética despedida ("que les den") en la que se mostró incapaz de superar el ataque de contrariedad de un mal perdedor, que hasta se permite procesar las intenciones de los demás, a los que endosa un estado de mala conciencia que les perseguirá mientras vivan. Manda huevos.

La lucha por el poder hace extraños compañeros de cama. Un clásico. Y tras el inesperado encamamiento, el relato. Así puede el PP enriquecer su narrativa con el mérito de haber frenado en seco al independentismo en el Ayuntamiento de Barcelona. Mentira. No era esa su intención inicial. Que Xavier Trias (Junts) no sea alcalde de Barcelona ha sido un efecto deseable, pero colateral, en los planes estratégicos del PP.

Xavier Trias Barcelona Partido Popular (PP)
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