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Carlos Alcaraz: lo mejor de la campaña
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Antonio Casado

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Carlos Alcaraz: lo mejor de la campaña

La gesta de Carlitos conecta con la España orgullosa de haberse conocido, pero no motivó a los candidatos del 23-J

Foto: Carlos Alcaraz tras ganar la final de Wimbledon. (EFE/Isabel Infantes)
Carlos Alcaraz tras ganar la final de Wimbledon. (EFE/Isabel Infantes)
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Ni siquiera son buenos en la capitalización de acontecimientos realmente movilizadores del ciudadano llamado a las urnas. Me refiero a la sorprendente falta de reacción de los candidatos ante la gesta deportiva del veinteañero tenista murciano, Carlos Alcaraz (Wimbledon, domingo 16 de julio), en medio de una antideportiva carrera de sacos cuyo desenlace conoceremos tras el recuento de mañana por la noche.

El arrollador triunfo de Carlitos en Londres encerraba (encierra) la jubilosa propuesta de la España orgullosa de haberse conocido. Pero no motivó a los candidatos. Pasó prácticamente inadvertida a los equipos de campaña, seguramente porque los pilló ocupados en explorar nuevas formas de apedrear al adversario con fotos amarillentas, extemporáneas alertas antifranquistas, supuestas conspiraciones para alterar el voto a distancia en perjuicio del aspirante y mentirosos hermanamientos rimados con un renombrado asesino en perjuicio del titular.

Foto: Imagen de una oficina de Correos. (EFE/David Arquimbau Sintes)

El flamante triunfador del torneo de Wimbledon ha hecho campaña por la España cotidiana de millones de votantes con hambre de estabilidad y aversión a las broncas. De lo que puede deducirse que el masivo aplauso a la nueva estrella del tenis mundial ha empequeñecido a una clase política enredada en gesticulantes concursos sobre el arte de mentir, las distintas versiones del feminismo, el "falcon" de Sánchez o la plancha de Yolanda.

De toda esa charca nos rescató durante unos días el ya grande Carlos Alcaraz, como deportista y como persona, tan elegante en la victoria como elegante en algunas derrotas anteriores. Pocas, es verdad, por eso es el número uno del mundo.

Foto: La foto que dio pie a todo: Pedro Sánchez, en el Falcon, en junio de 2018. (@desdelamoncloa)

Parece mentira que los gurús de Pedro Sánchez y de Núñez Feijóo perdieran la oportunidad de sumarse —interesadamente, por supuesto— a la recuperación de sensaciones vividas en la década prodigiosa; aquella que deslumbraba en varios deportes a nivel mundial y de la que nos queda la orla inolvidable de nombres como Andrés Iniesta, Fernando Alonso, Rafa Nadal, Pau Gasol, Alberto Contador, Carolina Marín, etc.

El murciano Alcaraz es el botón de muestra de la generación que de niño se deslumbraba con los mencionados y ahora puede ser pionero de una nueva ola de triunfadores. Quien sí lo vio fue el Rey. La imagen de Felipe VI, figura visible de la España que sobrevive a los cambios de ciclo en la política nacional, quedó asociada al subidón de la España cotidiana a través del impacto gráfico de su abrazo con el tenista al término del partido.

Sabíamos de antemano que los tres (Sánchez, Yolanda, Abascal) iban de perdedores

Ocurrió en Londres en vísperas de unas elecciones generales, mientras los millones de españoles que el domingo transformaran sus votos en escaños vibraban con el triunfo de Carlos Alcaraz sobre Novak Djokovic.

En tiempo de reflexión, ya extinguido el tiempo oficial de la campaña, toca chapotear en el quinielismo político-mediático que se alimenta de expectativas y sensaciones, inevitablemente interesadas a uno y otro lado del muro. Digo expectativas y sensaciones y no propuestas contenidas en programas que nadie lee.

La última entrega puntuable fue el debate "a tres" televisado el miércoles pasado por la noche. Pólvora mojada. Sabíamos de antemano que los tres (Sánchez, Yolanda, Abascal) iban de perdedores. Lo que no sabíamos es que fueran tan aburridos. Hasta el peligroso ultraderechista, Santiago Abascal estuvo inesperadamente templado. "Más que miedo, dio penita", escribió Soto Ivars, que es un virtuoso de la oralidad literaria.

Ni siquiera son buenos en la capitalización de acontecimientos realmente movilizadores del ciudadano llamado a las urnas. Me refiero a la sorprendente falta de reacción de los candidatos ante la gesta deportiva del veinteañero tenista murciano, Carlos Alcaraz (Wimbledon, domingo 16 de julio), en medio de una antideportiva carrera de sacos cuyo desenlace conoceremos tras el recuento de mañana por la noche.

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