Infeliz 45 cumpleaños de la Constitución

El nuevo Gobierno debuta en las Cortes con un proyecto de ley que reactualiza la ley de paridad de 2007. Así ha querido celebrar el 45 aniversario de la Constitución. Sin embargo, su compromiso feminista no tapará la crispación que envenena los actos por el cumpleaños de una obra que ha pautado el más duradero periodo de paz y progreso de la historia de España.

No diré que si esto no amaina “vamos camino del Caribe”, como señala el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra. Pero las analíticas sobre su estado de salud (el de la Carta Magna, no el de Guerra) son alarmantes. Lo cual no tiene por qué interferir en la justa y necesaria paridad hombre-mujer en el acceso a los puestos de responsabilidad en las empresas, las organizaciones políticas o los órganos constitucionales.

Hoy por hoy, tenemos una España constitucional a la defensiva, encogida frente al empuje disolvente de populismos de izquierda y nacionalistas periféricos. Con la agravante de que esas dos fuerzas políticas forman parte de la ecuación de poder. De ahí nacen las causas de la desafección que, en contra del apoyo mayoritario de los españoles, flota en el ambiente de las celebraciones de ayer y hoy.

Ese es el problema. Si la clase política no predica con el ejemplo, de nada servirán las jornadas de puertas abiertas, los cantos a la obra del 78 o la campaña de la Moncloa para lograr que todos los españoles, en especial los más jóvenes, “conozcan, valoren y sientan la Constitución” como algo propio.

Tenemos una España constitucional encogida frente al empuje disolvente de populismos de izquierda y nacionalistas periféricos

Pura hojarasca propagandística si al tiempo el Gobierno pone el futuro de España en manos de quienes no quieren ser españoles, declara la guerra al poder judicial y practica el furtivismo para resolver los problemas del país.

Si el cura va a peces, qué no harán los feligreses. Ergo, ¿qué credibilidad tiene cuando apela al vigente orden constitucional ante el incumplimiento del PP en el irritante caso del caducado CGPJ? La pregunta sale sola ante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de ayer, convertida, de nuevo, en alegato partidista contra el adversario.

Otra vez estamos ante la malversación del mandato de neutralidad asignado a un poder del Estado. El mismo pecado que, como ya tengo escrito en una entrega anterior, cometió la presidenta del Congreso en la apertura de la XV Legislatura. El mismo que enturbia el desempeño de otros cargos institucionales. A saber: el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General, el Consejo de Estado, el CIS o el letrado mayor de las Cortes.

Opinión

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De esos barros, estos lodos. El clima de división reflejado en las ausencias de los actos territoriales de ayer, convocados por los gobiernos autonómicos (caso de Madrid) o por las delegaciones del Gobierno central (caso de Cataluña), va a repetirse hoy en el del Congreso, con la enemiga de los independentistas y el desmarque de los diputados de Vox.

Infeliz día de la Constitución, por tanto. Hasta las reformas tantas veces reclamadas por los partidos (no los nacionalistas, que aspiran a un Estado propio) siguen en la nevera. No hay ambiente para una reforma parcial que no afecte al andamiaje (artículo 168), y mucho menos para la total, que precisa de disolución de las Cortes y referéndum de ratificación.

Ni el Gobierno ni el PP quieren meterse ahora en ese charco, a sabiendas de que aquel se sienta sobre una mayoría balcanizada en el Congreso (era cuestión de tiempo la emancipación de Podemos, y se produjo ayer), mientras que en el Senado el PP tiene una mayoría absoluta que sería bloqueante en caso de que los aliados republicanos e independentistas de Sánchez quisieran abrir un proceso constituyente.