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La herida luminosa del haraquiri de Abascal
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Antonio Casado

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La herida luminosa del haraquiri de Abascal

La espantada institucional y antiinmigratoria de Vox divide a su propio partido, centra al PP y desarma al Gobierno

Foto: Vox acuerda salir de todos sus gobiernos autonómicos. (EFE)
Vox acuerda salir de todos sus gobiernos autonómicos. (EFE)
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Un Núñez Feijóo seguro de sí mismo arremete por igual contra el populismo de Vox y la pasividad del Gobierno "decadente y paralizado" ante el fenómeno migratorio. Se compromete en la defensa de la gobernabilidad como un bien de Estado. Y aparece como el único ganador de la huida institucional dictada desde arriba por Santiago Abascal en las cinco comunidades autónomas que gobernaba con el PP.

A las pruebas me remito. Esa decisión, que zarandea el tablero y arrasa en los circuitos mediáticos, centra al PP, divide a Vox y desarma al Gobierno. En otras palabras, es buena para Feijóo (un verdadero regalo) y mala para Sánchez y Abascal.

La dirección nacional de Vox ha hecho un pan de obleas por no quedarse en "ultraderechista cobarde" a los ojos de Luis Pérez, partidario de deportaciones masivas y contrario a la redistribución voluntaria o forzosa de los llamados "menas". Moraleja: Abascal se despega del PP como alternativa a Sánchez porque, al parecer, le importa más competir con Pérez.

Sin embargo, todo eso abre una herida luminosa a los ojos del pueblo soberano en una España solidaria y envejecida. Si cada vez nacen menos niños, la solución será integrar a los inmigrantes. Legales e ilegales, pues hay razones humanitarias no cancelables en nombre de la ley. Mucho menos en nombre de mezquinos intereses de partido.

Vox no quiere ser "ultraderechista cobarde" a los ojos de Alvise, partidario de deportaciones masivas y contrario al reparto de menores

La metáfora perfecta es la viralizada imagen del padre marroquí de Yamine Yamal sumándose en la grada del estadio al grito de "¡Yo soy español, español, español…¡". No se trata de fútbol, sino de sociología, con asterisco relativo a los derechos humanos, uno de los tres mandamientos del mundo civilizado (los otros dos son urnas y leyes; es decir, democracia y derecho).

Ver fuera de las instituciones (de momento, las autonómicas) a quien cree que la inmigración es un caballo de Troya de "ladrones, macheteros y violadores" es una gran noticia. Así lo ha celebrado públicamente el propio Sánchez, a pesar de que sale perjudicado con una decisión de Abascal que mejora la imagen de Feijóo como alternativa creíble de poder y cancela el prevaricador argumento de la Moncloa que consiste en presentar al PP como fuerza subalterna de la ultraderecha.

Pero el presidente del Gobierno no se queda en celebrar la fuga institucional de Vox ("Ahora España será un país mejor"). Sin solución de continuidad interpreta maliciosamente la espantada de Abascal como una expresa decisión de romper con el partido de Feijóo, aunque no le consta que Feijóo haya decidido romper con Abascal. Eso confirma y refuerza el discurso del líder del PP, muy crítico con una decisión de Vox que, en nombre de la gobernabilidad y el respeto a los compromisos adquiridos, el PP nunca hubiera tomado (Feijóo dixit).

La decisión de Abascal cancela el prevaricador argumento que consiste en presentar al PP y Vox como si fueran intercambiables

Amén de facilitar el viaje al centro del PP y desarmar a Moncloa en sus obsesivas referencias a PP y VOX como si fueran intercambiables, el tercer vector de la espantada de Abascal es la brecha abierta en su propio partido por el desacuerdo de sus consejeros, directores generales y asesores en las cinco comunidades afectadas (Castilla y León, Aragón, Extremadura, Comunidad Valenciana y Murcia). Unos se van a regañadientes después de dimitir o ser cesados en contra de su voluntad. Y otros se han negado a aceptar la orden y continúan en el cargo, pero abandonan el partido.

Se mire por donde se mire, el que más pierde con esta decisión de Abascal es Vox, aunque todavía no lo sepa.

Un Núñez Feijóo seguro de sí mismo arremete por igual contra el populismo de Vox y la pasividad del Gobierno "decadente y paralizado" ante el fenómeno migratorio. Se compromete en la defensa de la gobernabilidad como un bien de Estado. Y aparece como el único ganador de la huida institucional dictada desde arriba por Santiago Abascal en las cinco comunidades autónomas que gobernaba con el PP.

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