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La caída de Sánchez se incuba en ERC y Podemos
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Antonio Casado

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La caída de Sánchez se incuba en ERC y Podemos

Si llega a celebrarse el debate sobre la cuestión de confianza será un acto parlamentario descafeinado a efectos jurídicos, pero cargado a efectos políticos

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Eduardo Parra)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Acostumbrados ya a la normalización del despropósito, aquí va el último. Un posible debate en el Congreso (ni siquiera puede darse por hecho, aunque ya se le esté poniendo fecha) sobre si el presidente del Gobierno debe o no debe considerar la posibilidad de presentar una cuestión de confianza, a sabiendas de que no lo hará, aunque se preste a debatir si debe o no debe hacerlo. Está en su derecho, pues es su privilegio personal e intransferible como presidente del Gobierno.

Eso y no otra cosa es lo que, en forma de proposición no de ley de Junts ya con las urnas limadas, es lo que la mesa de la Cámara ha decidido tramitar por unanimidad de sus nueve miembros (cinco del tándem PSOE-Sumar y cuatro del PP). Si llega a celebrarse el debate a modo de intercambio de pedradas verbales, sin votaciones, sin consecuencias vinculantes, asistiríamos a un acto parlamentario descafeinado a efectos jurídicos, pero cargado a efectos políticos. Sobre todo, los referidos al futuro inmediato de Pedro Sánchez, pues se escenificaría su debilidad. Más señales de que ha perdido la confianza del Parlamento.

El momento es muy delicado para la flotación de Sánchez en el poder. Por la corrupción de cercanías y porque el llamado bloque de investidura está seriamente fracturado. Lo veríamos en este remedo de debate sobre el estado de la nación por cuenta de la PNL de Junts. Un pim, pam, pum, de fuego amigo, a excepción del socio de coalición (Sumar) contra los incumplimientos del Gobierno.

Los damnificados son Junts, ERC y Podemos. Pero, a mi juicio, no es Junts el más interesado en dejar caer a Sánchez. En contra que lo que parece, ya no es la pieza desencajada con más poder desestabilizador. Ese potencial se ha trasladado a los dos partidos de izquierda mencionados. ERC y Podemos van a enseñar sus cartas como socios incómodos del Gobierno, hartos de que ese papel lo monopolice Junts. El colapso de la legislatura se está incubando en los cuatro diputados de Irene Montero (prepara su espantada de Bruselas y el retorno a la política nacional) y los siete de Oriol Junqueras. Ya no son una garantía indiscutible como socorristas de Sánchez. ERC necesita confrontar con Junts y Podemos con Sumar. Por razones de rentabilidad política en sus respectivas escalas, han descubierto que les irá mucho mejor confrontando con un eventual gobierno de Feijóo (españolista y de derechas).

Foto: La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras. (Pérez Meca/Europa Pres)

Los republicanos de Junqueras están enjaulados por el Gobierno, mientras todo el protagonismo político es para Junts en Madrid y para Illa en Cataluña. Entre Podemos y Sumar la tensión crece a pesar de los esfuerzos de IU por recomponer la unidad. Es un secreto a voces que Sumar se aferra a la reducción de la jornada laboral para recuperarse. Pero también que a Podemos le conviene hacer caer a Sánchez para renacer con fuerza a la izquierda del PSOE. De ahí que esté en potenciar su tendencia al alza en las encuestas y acelerar la tendencia a la baja de Sumar, para volver donde solía y devolverle a Yolanda Díaz las humillaciones de hace un año.

Lo repito para que nadie se desoriente: el mandato del Congreso al presidente es para que Sánchez explique en el pleno por qué se niega a presentar formalmente una cuestión de confianza, aunque accede graciosamente a considerar la posibilidad de hacerlo. Lo hará si Puigdemont no retira la iniciativa. Tampoco es descartable, si le va bien en las furtivas negociaciones con el PSOE para que Sánchez siga teniendo el apoyo de los siete diputados de Junts “carpeta a carpeta”.

Acostumbrados ya a la normalización del despropósito, aquí va el último. Un posible debate en el Congreso (ni siquiera puede darse por hecho, aunque ya se le esté poniendo fecha) sobre si el presidente del Gobierno debe o no debe considerar la posibilidad de presentar una cuestión de confianza, a sabiendas de que no lo hará, aunque se preste a debatir si debe o no debe hacerlo. Está en su derecho, pues es su privilegio personal e intransferible como presidente del Gobierno.

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