El Zaguán
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Pero que no lo llamen concierto económico…
La imposibilidad del PSOE de explicar lo inexplicable abre el debate sobre la reforma de la financiación autonómica, que medirá el peso de Juanma Moreno dentro de su partido
Las vacaciones son un paréntesis, una pausa, una anestesia a la rutina que no elimina las obligaciones, tan solo las aparca. Como cuando dejas un libro empezado en la mesita de noche a la espera de un momento más idóneo para retomarlo. O como parar una serie para terminarla más adelante. Agosto es real, pero no es la realidad, que te aguarda, tozuda y malencarada, a la vuelta de ese respiro. Igual que la novela con el marcapáginas que sobresale o el capítulo bajo el aviso de “Seguir viendo”. Claro que esa lectura o ese visionado son voluntarios, mientras que septiembre llega repleto de responsabilidades y compromisos ineludibles. Por más que dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, te entretengas recordando las fotos de tu descanso o maldigas tu suerte, las tareas no desaparecen, siguen señaladas en rojo en la agenda. Y, parafraseando a Augusto Monterroso, cuando Pedro Sánchez se quitó el bañador, la financiación autonómica todavía estaba allí.
Aunque nos fuimos de vacaciones sin tener demasiado claro el contenido del acuerdo entre el PSOE y ERC para investir a Salvador Illa y aquí estamos, más morenos y relajados, si bien con las mismas dudas sin resolver. Al menos los independentistas sí parecen muy seguros de lo que han firmado, pero como los pactos, igual que los matrimonios, son cosa de dos, siempre hay que preguntar a la otra parte. Y ahí surge el problema, porque hasta ahora los socialistas lo que nos han dicho es lo que no es, ni una pista de lo que es. “Ni es un concierto económico, ni es una reforma al uso del sistema de financiación”, señaló María Jesús Montero. Volviendo a lo de los matrimonios, le faltó entonar el socorrido “cariño, esto no es lo que parece”.
Una práctica habitual, por otra parte, en este actual PSOE, que delega la explicación de aquello que acuerda en el otro firmante, tal vez porque resulta complicado negar lo evidente. Si parece un pato, nada como un pato y grazna como un pato, entonces, probablemente, sea un pato. Si es un acuerdo bilateral entre la Administración de Cataluña y la del Estado español que regula sus relaciones en materia de impuestos y finanzas, por el que la primera se encarga de recaudar los impuestos y tributos concertados, además de realizar labores de inspección y gestión de impuestos, entonces, probablemente, sea un concierto económico.
Sánchez y Montero juegan a la clásica fórmula de los publicistas, que es añadir un término para simular que el producto es especial y no el mismo que ya estaba a la venta. Como fórmula mejorada, nuevo o premium, ¿le suena? Financiación singular y solidaria siempre queda mucho mejor que concierto fiscal. ¿A quién va a creer, a mis palabras o a sus propios ojos? Que hagan lo que quieran, pero que no lo llamen concierto… (hoy nos ha dado por el matrimonio).
Con el elefante de la explicación imposible ya dentro de la habitación, el recurso que va a utilizar Pedro Sánchez es intentar meter un animal aún mayor que distraiga la atención. Ya que el tema es tendencia en esta reapertura del curso político, admitirá hablar de la reforma pendiente de la ley de financiación autonómica, sabedor de que los barones del PP albergan opiniones distintas de cuál es la fórmula ideal. El manifiesto conjunto del pasado lunes y la reunión anunciada por Alberto Núñez Feijóo con sus presidentes territoriales el próximo 6 de septiembre son la manera de mostrar unidad, aunque a la hora de plasmar una propuesta en negro sobre blanco aflorarán los diferentes intereses.
Andalucía, Comunidad Valenciana, Murcia y Baleares alegan el criterio de la población, Galicia, Castilla y León, Extremadura o Aragón hablan de tener en cuenta su dispersión y edad, mientras que Madrid siempre alude a que es la comunidad que más aporta a la caja común. Más allá del rechazo común a los privilegios hacia Cataluña y la convicción de que el asunto debe tratarse a través de una negociación multilateral en la Conferencia de Presidentes y el Consejo de Política Fiscal, a la hora de descender a los detalles se abrirán fisuras que Sánchez quiere alentar y aprovechar.
Será una buena ocasión para medir la influencia de Juanma Moreno dentro de su partido y su capacidad para velar por los intereses de los andaluces. Ya fue capaz en 2017, cuando estaba en la oposición, de apoyar la reivindicación de la entonces consejera de Hacienda María Jesús Montero al Gobierno de Mariano Rajoy de una mayor financiación para Andalucía, y ahora el peso de su perfil es mucho mayor. Por si acaso, Juan Espadas ha aparecido, con una barba que desconocemos si es producto de la relajación estival o de una nueva imagen para empezar de cero, para pedirle que pacten una posición común que parta de la acordada entonces.
Este debate es una oportunidad para que todos muestren sus cartas y demuestren si detrás de la palabra solidaridad hay algo más que marketing. Porque algunos quieren cambiar la célebre frase de Manuel Clavero Arévalo de “café para todos” por “un frapuccino con leche de soja y azúcar moreno de caña para mí y un solo descafeinado de sobre para los demás”. Como el enterado que hay en casi todas las pandillas que dice “¿pagamos a escote, no?”, antes de pedirse los platos más caros de la carta.
Las vacaciones son un paréntesis, una pausa, una anestesia a la rutina que no elimina las obligaciones, tan solo las aparca. Como cuando dejas un libro empezado en la mesita de noche a la espera de un momento más idóneo para retomarlo. O como parar una serie para terminarla más adelante. Agosto es real, pero no es la realidad, que te aguarda, tozuda y malencarada, a la vuelta de ese respiro. Igual que la novela con el marcapáginas que sobresale o el capítulo bajo el aviso de “Seguir viendo”. Claro que esa lectura o ese visionado son voluntarios, mientras que septiembre llega repleto de responsabilidades y compromisos ineludibles. Por más que dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, te entretengas recordando las fotos de tu descanso o maldigas tu suerte, las tareas no desaparecen, siguen señaladas en rojo en la agenda. Y, parafraseando a Augusto Monterroso, cuando Pedro Sánchez se quitó el bañador, la financiación autonómica todavía estaba allí.
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