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El segundo entierro de Pablo Iglesias Turrión
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Nacho Cardero

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El segundo entierro de Pablo Iglesias Turrión

Ya son muchas las veces en que el exlíder de Podemos ha resucitado políticamente. Y cada vez lo hace con menos fuerza y menos crédito

Foto: Pablo Iglesias y Lilith Verstrynge, en un acto de Podemos. (EFE/Javier Cebollada)
Pablo Iglesias y Lilith Verstrynge, en un acto de Podemos. (EFE/Javier Cebollada)
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"Propagandistas de violadores". Me lo ha venido recordando Alejandro Requeijo según se iba sabiendo del dislate que ha supuesto la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, más conocida como ley del solo sí es sí, amadrinada por la ministra Irene Montero.

El día que informamos de que la iniciativa legislativa de Unidas Podemos supondría una rebaja de penas e incluso la excarcelación de agresores sexuales, desde las cajas de resonancia de la formación morada se nos calificó sin ningún pudor de "propagandistas de violadores". El pasado jueves, el Congreso de los Diputados aprobó la modificación de la ley del solo sí es sí por 233 votos a favor y solo 59 en contra. Es decir, 233 propagandistas de violadores frente a 59 guardianes de las esencias del feminismo.

Foto: La ministra de Igualdad, Irene Montero. (EFE/Daniel González)

Por guardianes de las esencias me refiero a ese feminismo desmemoriado que denunciaba en su día Oriana Fallaci —nada sospechosa de fascista—, del que se ha apropiado Unidas Podemos amparándose en la dictadura de lo políticamente correcto, según la cual, solo hay una verdad, la nuestra, y solo hay un feminismo, el morado, y si alguien piensa distinto al dogma imperante, ya sea un juez, un periodista o incluso socialistas como Carmen Calvo, no habrá más remedio que lapidarlo en el muro de las redes sociales.

Más allá de estos marcos mentales en que nos quieren colocar Pablo Iglesias et alii, y que tienen una importancia relativa (cada vez menos), lo peor es el daño ocasionado e imposible de resarcir. Como ocurre con la mayoría de las medidas adoptadas por el Gobierno de coalición, medidas del corto plazo y marcado carácter populista, el problema no son los efectos que tengan hoy, sino los del mañana. Ya nos lo decía un reputado jurista al calor del solo sí es sí: "La ley dura mucho menos que sus consecuencias".

Como ocurre con la mayoría de las medidas adoptadas por el Gobierno, el problema no son los efectos que tengan hoy, sino los del mañana

Los agresores beneficiados se acercan a los 1.000, con ya 100 presos excarcelados, y aunque en la Fiscalía General del Estado estén convencidos de que pueden revertir buena parte de las rebajas en la tanda de recursos que han presentado ante el Tribunal Supremo, en torno a un centenar, lo cierto es que en los casos que aún no se han juzgado, con juicio señalado o en proceso de instrucción, se seguirá aplicando la ley con el rango de penas más laxas, es decir, la más beneficiosa para el reo. Un cuentagotas que irá deteriorando la ya de por sí maltrecha imagen de UP.

Las cortinas de humo lanzadas para tratar de ocultar el fiasco no dejarían de resultar anecdóticas —otra más en el debe de Unidas Podemos— si no fuera por el momento en que se producen, en vísperas de unas elecciones autonómicas y municipales en las que se repartirá más del 70% del poder territorial, y justo cuando se está reconfigurando el espacio de los partidos situados a la izquierda de la izquierda, con la llegada de Yolanda Díaz y su plataforma multimarca Sumar.

Foto: El presidente de Castilla-La Mancha y candidato del PSOE a la reelección, Emiliano García-Page.

Y es aquí, en este contexto, donde los vaticinios para los de Iglesias, el macho alfa al rescate de Montero y Belarra, el que dejó la política tras la derrota estrepitosa de su candidatura a Madrid frente a Ayuso y ahora regresa, no parecen nada optimistas. Se está cociendo el epitafio. A partir del 28-M, Unidas Podemos dejará de existir. El segundo entierro político de Iglesias.

La partición de la antigua UP se antoja irreversible. Aunque hay quien apuesta por el pragmatismo y una negociación de última hora que facilite una lista de consenso para las generales, a día de hoy, resulta ciertamente complicado imaginar a Iglesias, Montero y Belarra haciendo de socio menor en un nuevo Gobierno de Sánchez, coprotagonizado por Yolanda Díaz y con Íñigo Errejón de artista invitado. Resulta más verosímil el harakiri morado que permitir una fotografía del Consejo de Ministros como la descrita.

"Resulta ciertamente complicado imaginar a Iglesias, Montero y Belarra haciendo de socio menor en un nuevo Gobierno de Sánchez"

¿Qué pensarán buena parte de los votantes progresistas de la ley del solo sí es sí? ¿Qué pensarán de la carnicería abierta entre líderes que aseguran representarles y solo saben hablar de sí mismos y masacrar al que tienen al lado? ¿En qué lugar de la comparación quedan Díaz e Iglesias ante figuras que les antecedieron como Anguita o Carrillo?

No solo se trata de las incompatibilidades personales. Las perspectivas estratégicas de Sumar y Podemos también están en las antípodas. Parecen francamente irreconciliables. Mientras Díaz juega a reducir a la mínima expresión a UP para que le pase como a Cs y así penetrar en el espacio del PSOE y negociar con Sánchez desde una posición de fuerza, Iglesias se malicia que, si triunfa la derecha, los socialistas entrarán en una fase errática, Sumar tenderá a restar, esto es, a disgregarse y él podrá emerger como el nuevo profeta de la revolución frente a un hipotético Gobierno del Partido Popular con Vox. De ahí el preferir ir solo a mal acompañado.

Foto: Iglesias, en la presentación de su libro 'Verdades a la cara'. (EFE/Juanjo Marín)

El análisis de Iglesias tiene su miga (sus análisis siempre la tienen), pues este escenario lo situaría como referencia y líder de la resistencia frente al fascismo de PP-Vox. El problema es que ya son muchas las veces que Iglesias ha resucitado políticamente y cada vez lo hace con menos fuerza y menos crédito.

Concurriendo por separado, es verosímil que todas las fuerzas que se integran en Sumar alcancen en torno al 10% y UP se quede en el 5-6%. El total de ambos porcentajes sería superior al 13% de Unidas Podemos en 2019, pero la rentabilidad en escaños sería muy inferior. En las provincias más pequeñas, votarlos apenas servirá para nada. A nadie escapa tampoco que, si el total de los porcentajes de Sumar y Podemos aumenta respecto a 2019, es porque se los roban al PSOE.

En definitiva, mientras el pastel de la izquierda se circunscriba al 40% que señala el grueso de las encuestas, la irrupción de Sumar y la división de la izquierda solo ponen las cosas más difíciles a Sánchez y más fáciles a Feijóo. Igual que en 2019, pero justo al revés.

"Propagandistas de violadores". Me lo ha venido recordando Alejandro Requeijo según se iba sabiendo del dislate que ha supuesto la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, más conocida como ley del solo sí es sí, amadrinada por la ministra Irene Montero.

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