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Nacho Cardero

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"Feijóo está herido y va a por todas"

Se juega mucho Feijóo en un momento en el que la máquina de picar carne se ha activado de nuevo, aventada por aquellos que quieren repetir la operación Casado

Foto: Feijóo, en el acto del PP contra la amnistía. (Sergio Beleña)
Feijóo, en el acto del PP contra la amnistía. (Sergio Beleña)
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Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas, reza una frase de Lenin que bien podría servirle a Alberto Núñez Feijóo para estos días. El líder del Partido Popular, 62 años, cuatro elecciones al Parlamento de Galicia, cuatro mayorías absolutas, se juega su carrera y prestigio, así como el presente y futuro del PP.

En la formación conservadora son conscientes de que tanto la manifestación contra la amnistía que tuvo lugar el domingo, y que dejó una clara sensación de arrope, como el discurso de investidura, martes a las 12:00, en el que expondrá su idea de España y programa de gobierno, suponen un punto de inflexión para los populares.

Foto: Acto del PP contra la amnistía. (S. B.)
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Ana Belén Ramos Fotografía: Sergio Beleña

Se juega mucho Feijóo en un momento en el que la máquina de picar carne se ha activado de nuevo, aventada por aquellos que quieren repetir la operación Casado en ese juego cortoplacista en el que se ha convertido la política española. Flaco favor hacen al partido los que cuestionan el actual liderazgo y empiezan a colar por debajo de la puerta los nombres de Ayuso y Moreno Bonilla, en un momento en el que no toca.

La única forma que se visualiza para alcanzar la Moncloa es haciendo palanca en Madrid (16 escaños el 23-J) y Andalucía (25 escaños), y no sacando a sus líderes territoriales de las plazas donde gobiernan y en las que han consolidado sus respectivos liderazgos, lo que sería peor que desvestir un santo. Sería directamente un suicidio.

La atmósfera que se percibe es justo la contraria. Sabedores del momento que atraviesan y de la posibilidad de que unos y otros salgan escaldados si entran al trapo del juego de tronos en el que los quieren embarcar, los populares han tocado a rebato en defensa de su líder. Su apoyo explícito se visualizará en el debate de investidura.

Más que un discurso, lo de este martes deben ser las líneas maestras de un plan político que, a día de hoy, todavía está por definir

Sobre todo porque la principal incógnita que planeaba sobre la figura de Feijóo, esto es, si estaría dispuesto a hacer la travesía del desierto y quedarse en la oposición tras la investidura no consumada, ha quedado resuelta. “Va a por todas. No tengas la más mínima duda”, confiesan en su equipo. Herido en su orgullo, dicen, no está dispuesto a terminar su carrera con un borrón como el del 23-J, y menos si sale del tintero de Pedro Sánchez.

Más que un discurso, lo de este martes deben ser las líneas maestras de un plan político que, a día de hoy, todavía está por definir, y con el que los votantes puedan identificarse. Para ello, podrá blandir una de las armas más potentes, la de los principios y valores.

En un momento en el que priman el relativismo radical y esa idea cada vez más extendida de que el fin justifica los medios, la reivindicación de la moral se antoja imprescindible para salir de la espiral tóxica en la que el país está atrapado. Este punto de partida, entiende Feijóo, es la única forma de romper con los marcos mentales que nos han impuesto y de hacer ver que hay una centralidad en la que se sitúa una mayoría de españoles.

El Partido Popular tiene que tomar una decisión respecto a los de Abascal para que los votantes sepan a qué atenerse

Otro de los retos del PP será prepararse para una nueva etapa que requiere de redirección y reorganización de forma urgente, pues la posibilidad de generales está ahí. La estrategia de Feijóo, consistente en dar autonomía absoluta a los barones en su toma de decisiones, ha devenido fallida, especialmente en los pactos con Vox. Hace falta comunicación y mando en plaza. Tampoco la estructura de Génova 13, con un Feijóo refugiado en su inner circle gallego y tratando de forma estanca con sus vicesecretarios, ha resultado eficiente.

Y luego habrá que sacar al elefante de la habitación. De una vez por todas, el Partido Popular tiene que tomar una decisión respecto a los de Abascal para que los votantes sepan a qué atenerse. O corte o cortijo, escribía José Antonio Zarzalejos. O los aceptan y visibilizan como socios necesarios de gobierno, como en Extremadura o Murcia, o rechazan explícitamente la posibilidad de meterlos en un futuro Ejecutivo.

"Hay una parte del electorado que es superior en número, especialmente entre jóvenes y mujeres, que tiene más miedo a Vox que a Bildu, y eso es algo que no hemos sabido ver", señala un consejero autonómico. "Muchos jóvenes no saben ni quién es Miguel Ángel Blanco ni Bildu, ni lo que hizo ETA, mientras que Vox está presente en nuestro día a día. Todos tenemos hijos que son amigos de chavales homosexuales o transgénero a los que les horripila el discurso de Vox, o conocemos mujeres cuya ideología podría situarse en el centroderecha, pero que cuando escuchan cómo hacen de menos a la violencia de género, se sienten agredidas. La vida ya va por otro lado".

Feijóo debe aclarar cuanto antes cuál es su relación con Vox. Difícilmente encontrará mejor ocasión que este martes

Al margen de los errores propios, que los hay y muchos, existe la convicción de que el culpable de la movilización en la izquierda en las dos últimas semanas de campaña del 23-J fue la posibilidad real de tener a Abascal de vicepresidente del Gobierno. Sus declaraciones unos días antes, augurando que volverían las tensiones a Cataluña si Vox entraba en el futuro Ejecutivo, hicieron un boquete a las aspiraciones de un PP (seis escaños frente a los 19 del PSOE) que también tendrá que redefinir su estrategia en esta comunidad.

Ante la posibilidad de que no haya acuerdo entre el PSOE y Junts sobre la amnistía, o de que Sánchez prefiera apretar el botón rojo de la repetición electoral porque crea que le conviene, Feijóo debe aclarar cuanto antes cuál es su relación con Vox. Difícilmente encontrará mejor ocasión que este martes en el Congreso.

En caso contrario, existe un temor cada vez más extendido en la dirección del partido de que pueden sacar peor resultado que el 23-J. El PP necesita de esos dos millones de votos de centroizquierda, que a veces les vota y a veces no, y que son los que a Feijóo le pueden hacer presidente sin tener que depender de la formación de Abascal. "Y los que crean que es imposible, se equivocan como se equivocaron en Andalucía", sentencia el consejero.

Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas, reza una frase de Lenin que bien podría servirle a Alberto Núñez Feijóo para estos días. El líder del Partido Popular, 62 años, cuatro elecciones al Parlamento de Galicia, cuatro mayorías absolutas, se juega su carrera y prestigio, así como el presente y futuro del PP.

Alberto Núñez Feijóo
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