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Vox aísla a Pablo Casado de la política en España
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Estefania Molina

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Vox aísla a Pablo Casado de la política en España

Hasta la fecha, hay que recordar que Vox mantiene una base electoral bastante sólida, al menos a la luz de las encuestas. Nada de la desaparición que los populares pronostican, que tal vez a modo de ilusión o temor, más por fe que por evidencia

Foto: El presidente del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE/Ángeles Visdó)
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE/Ángeles Visdó)

El Partido Popular corre el riesgo de quedarse aislado en la política española por su necesidad de alianzas con Vox para llegar a la Moncloa, asumido que la ideología del partido de Santiago Abascal puede esquinar al PP en la configuración de alianzas potenciales. Es decir, en lo relativo a modelo territorial, derechos y libertades e, incluso, dentro de su propio partido, como con el 'affaire' Isabel Díaz Ayuso. Ello sería crucial para Pablo Casado, de ganar las elecciones del año 2023, pues su capacidad para aglutinar alianzas quedaría dinamitada, si no contara con la mayoría absoluta junto a los voxitas.

En primer lugar, porque el principal eje que amaga con sacudir el tablero político a dos años vista es el de la España Vaciada. Es decir, una serie de candidaturas que podrían causarle un roto al PP, dado que nacen en territorio conservador. A saber, Soria Ya, Segovia Enraíza, Teruel Existe, Jaén Merece Más… Son plataformas arraigadas a regiones donde otrora el PP sacaba parte de sus votos. Aunque esas candidaturas pudieran quitar escaños a la izquierda, su existencia sería mucho más incompatible con los populares y con Vox, en términos de gobernabilidad futura.

Pasa que la España Vaciada es el mayor ejemplo de un particularismo territorial de nuevo cuño en el tablero nacional. Esto es, la exigencia de un trato de favor para la Meseta, y demás territorios que se sienten abandonados por su carácter rural o su despoblación. A fin de cuentas, lo que buscan es un foco político que sea equiparable a la atención omnímoda que vienen recibiendo independentistas catalanes y nacionalistas vascos a lo largo de más de 40 años de democracia, en paralelo al centro tan rico que supone Madrid en términos de inversión y desarrollo.

La realidad empuja a Pablo Casado a la necesidad de Vox para llegar a la Moncloa

A la sazón, la génesis o razón de ser tras esas candidaturas corre el riesgo de ser un potente ariete para laminar cualquier entente que el PP pudiera tener con ellas, asumida su necesidad de votos de Abascal. Pasa que, si Vox defiende una España uninacional, con un solo parlamento, o la supresión de las Comunidades Autónomas… entonces los particularismos de la España Vaciada no podrán encontrar acomodo en la triangulación con Génova 13. Solo en la izquierda de PSOE y Unidas Podemos podría darse esa cercanía en lo relativo a modelo territorial.

Hasta la fecha, hay que recordar que Vox mantiene una base electoral bastante sólida, al menos a la luz de las encuestas. Nada de la desaparición que los populares pronostican, que tal vez a modo de ilusión o temor, más por fe que por evidencia. La realidad empuja a Pablo Casado a la necesidad de Vox para llegar a la Moncloa. No obstante, algunas voces en el PP mantienen su creencia de que podrían esquivar el yugo voxita, si los números les permitieran mantenerlos fuera de un eventual Ejecutivo. Por ejemplo, si el PP ganara las elecciones y necesitara los mínimos apoyos, al estilo de Isabel Díaz Ayuso.

Ahora bien, es difícil pensar en una mayoría de la derecha sin necesidad de ningún otro socio, hasta si ese otro fuese un partido como el PNV. Por muy mal que a los peneuvistas les pueda sentar la cercanía del Gobierno de coalición con Bildu, acaso se arriesgaría la formación de Íñigo Urkullu a entrar en un mismo pacto PP-Vox, de cariz patriótico-nacionalista español. Todo ello, mientras Urkullu mantiene el pulso con la izquierda abertzale pisando los talones en el País Vasco por el voto nacionalista.

Esta soledad a la que se ve condenado el PP ha tenido también sus ramificaciones en el Congreso de los Diputados

Al respecto, el PP correría el riesgo de autoengañarse, si equiparara la entente con Vox, al pacto cruzado de Mariano Rajoy con Ciudadanos y el PNV en 2016. Existe una fricción que los 'jeltzales' mantienen con los voxitas en derechos o Historia, que va más allá del rifirrafe con la formación naranja. Acaso compartiría el PNV la derogación de la ley de eutanasia, o la supresión de la ley de Memoria Democrática, de entrar esta normativa en vigor.

Esta soledad a la que se ve condenado el PP ha tenido también sus ramificaciones en el Congreso de los Diputados. Por ejemplo, los populares hicieron bandera del rechazo a los indultos de los 'consellers' presos por los hechos del 1-O, al albur de los sondeos que les daban la razón. Pese a ello, no lograron en el parlamento nacional que su propuesta de oposición a la medida de gracia saliera adelante, más allá de sumar los votos de Abascal, UPN o Foro Asturias. Lo mismo podría aplicar a cualquier proposición no de ley en contra del Gobierno. Por su parte, el resto de socios plurinacionales están bien amarrados al caladero de la izquierda, y no son pocos.

Todo ello lleva a otra arista de lo que Vox supone para Casado en términos orgánicos. Este le ha dado estabilidad a Ayuso con los presupuestos, aunque no así a José Luis Martínez Almeida. Ello ha dado lugar al rumor sobre que a los voxitas les interesaría mantener en jaque a la dirección nacional de Génova 13, en una especie de connivencia indirecta con Ayuso. Casualmente, la líder más comprensiva con su línea y con la que no compiten de forma descarnada.

Vox exigiría derogar las leyes de la izquierda, desestabilizando mediáticamente a los populares

Pero si algo pondría definitivamente en jaque a Casado es que su gobierno eventual no tendrá estabilidad a coste cero, en caso de gobernar alguna vez. Los lunes por la mañana el PP vendería economía, estabilidad económica. Por la tarde, Vox exigiría derogar las leyes de la izquierda, desestabilizando mediáticamente a los populares, y poniéndoles contra los límites que estos estén dispuestos a asumir. En el 'impasse' hasta llegar a la Moncloa, quizás se salven algunos barones como Juanma Moreno, si hubiera adelanto en Andalucía, y los voxitas no deciden entrar a ningún Ejecutivo autonómico en 2023.

Aunque quien no se salvará, probablemente, sea Casado. Bien es cierto que la inmolación política de Ciudadanos es parte del voto que recuperarán los populares, que la inflación y la precariedad de la población puede desmovilizar a la izquierda, que el proyecto de Yolanda Díaz no ha empezado con buen pie en su relación con el PSOE… y pese a ello, los populares podrían seguir solos en el tablero estatal, aislados, sin posibilidad de más acuerdos que con Abascal y los riesgos que ello supone. Eso, aunque en Génova 13 ahora sigan abjurando de cualquier entendimiento con el partido de su antiguo correligionario, Santi.

El Partido Popular corre el riesgo de quedarse aislado en la política española por su necesidad de alianzas con Vox para llegar a la Moncloa, asumido que la ideología del partido de Santiago Abascal puede esquinar al PP en la configuración de alianzas potenciales. Es decir, en lo relativo a modelo territorial, derechos y libertades e, incluso, dentro de su propio partido, como con el 'affaire' Isabel Díaz Ayuso. Ello sería crucial para Pablo Casado, de ganar las elecciones del año 2023, pues su capacidad para aglutinar alianzas quedaría dinamitada, si no contara con la mayoría absoluta junto a los voxitas.

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