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Pedro Sánchez y Feijóo, ¿gran coalición por la puerta de atrás?
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Pedro Sánchez y Feijóo, ¿gran coalición por la puerta de atrás?

El acercamiento PP-PSOE demuestra que Sánchez no se cierra a cualquier intento de salvar los muebles, asumido el coste electoral de permanecer impasible mientras la vida de los ciudadanos se encarece

Foto: Pedro Sánchez (i) saludando a Alberto Núñez Feijóo (d). (EFE/J.J. Guillén)
Pedro Sánchez (i) saludando a Alberto Núñez Feijóo (d). (EFE/J.J. Guillén)
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Pedro Sánchez coqueteó esta semana con la idea de una especie de gran coalición por la puerta de atrás junto al Partido Popular sobre la base de acuerdos para paliar las consecuencias de la invasión de Ucrania. Las cosas han cambiado desde la pandemia en 2020, donde la estrategia del PP y Vox era la del derribo del Gobierno. Y ahora España gira hacia un nuevo contexto mundial, donde la seguridad nacional y la defensa primarán sobre la agenda del Ejecutivo. Sea este de izquierdas o mediopensionista, guste a Podemos o no.

Muestra de ello es la reunión que el equipo del Gobierno mantuvo con el PP para abordar cómo bajar el precio de la energía. Con un tono muy distinto al de los tiempos de Pablo Casado, los populares se abrieron a apoyar bajadas de impuestos, en sintonía con lo comentado por sus barones en la conferencia de presidentes autonómicos. El Ejecutivo, a su vez, se comprometió a tomar alguna determinación, aunque esta pudiera no pasar por reducción fiscal, y sí por subvenciones al precio de los insumos.

De hecho, el acercamiento PP-PSOE demuestra que Sánchez no se cierra a cualquier intento de salvar los muebles, asumido el coste electoral de permanecer impasible mientras la vida de los ciudadanos se encarece. Así le cueste al presidente apearse de aquel 'No es no' que le catapultó en 2016, de cuando el PSOE se abstuvo para que gobernara Mariano Rajoy. 'No es no' que ahora ya no atenazaría tanto al PSOE como entonces, debido a la debilidad del que era su archirrival, Podemos.

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira Jr.) Opinión
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Precisamente, la realidad es que el líder socialista y jefe del Ejecutivo también ha cambiado en estos seis años, y no es en absoluto casual que ahora le quiera regalar esa foto al PP de Alberto Núñez Feijóo, pese a las críticas con que este ha arrancado su gira popular.

De un lado, porque la crisis de gobierno de este verano supuso para Sánchez un punto de inflexión. El abandono de la política demasiado cargada de relatos, pasando la política basada en las 'cosas del comer'. Esto es, asumiendo el hartazgo de la ciudadanía de tanto truco de magia gubernamental, y que solo logrará movilizar a la izquierda si hay percepción de mejora económica.

Del otro, el giro se completa precisamente con la salida de Casado. Este había alimentado la baza de la polarización con Moncloa, y ello servía al presidente para esquinar al PP. Aunque eso no funcionaría ya con un liderazgo como el de Feijóo. Es decir, un político que viene de ser barón regional. Prueba es la búsqueda de acuerdos útiles paras las comunidades autónomas, como la cuestión impositiva.

A la sazón, la parte más perjudicada de toda esta ecuación sería Podemos. No solo por la cercanía con la derecha, sino también por el lugar en el que el nuevo escenario mundial deja al ala morada del Gobierno.

No es la primera vez que a Sánchez y UP le salta la agenda por los aires y se ven abocados a gestionar la situación, como en pandemia

Hay que recordar que hace un par de semanas, el partido morado puso el grito en el cielo por el envío de armas, aunque luego hubo de transigir con la decisión del PSOE. Lo mismo ocurrirá, en adelante, con el compromiso del Gobierno de España de incrementar gasto en defensa para cumplir con los compromisos de la OTAN. Es decir, cuestiones que apoyarán PP y Vox, pero que el ala morada afeará para su parroquia, cada vez más menguada electoralmente, según las encuestas.

Parecido ocurriría también con la política fiscal, se salde o no con bajadas de impuestos. Antes de la guerra, Irene Montero e Ione Belarra montaron un acto junto a ERC y Bildu para abanderar las subidas de impuestos a los "ricos". Pero así son las cosas: no es la primera vez que a Sánchez y UP le salta la agenda por los aires y se ven abocados a gestionar la situación, como en pandemia.

Así, se prueba cómo cada crisis acaba socavando a Podemos, asumido que los gobiernos no pueden pivotarse exclusivamente sobre la ideología, y requieren altas dosis de pragmatismo. Ese agravio comparativo redobla además con la posición de su candidata electoral eventual, Yolanda Díaz, que a pocas cosas se opone cuando Sánchez manda a cerrar filas.

Segundo, el otro socio mal parado en este contexto es Esquerra Republicana, ya que la mesa de diálogo, ni está ni se la espera. Ello no parece un problema para Pere Aragonès, toda vez que el diálogo con el Gobierno debió leerse como una escenificación para lograr tiempo mutuamente, y no como el vehículo hacia ningún referéndum de ruptura. Incluso, el momento presente favorece el regreso del 'president' a más foros multilaterales, como su asistencia al foro de presidentes de hace unos días.

El pragmatismo de Sánchez es conocido, y tanto él como el líder del PP son hoy personas muy distintas, lleguen o no a acuerdo

Con todo, este acercamiento bipartidista en un contexto de crisis nacional entre Sánchez y Feijóo también tiene un impacto en Vox. La estrategia de Santiago Abascal pivota ahora sobre las 'cosas del comer', como se dijo aquí mismo. Ahora bien, el hecho de sentarse con el Ejecutivo proponer alguna medida no permite a los voxitas exhibir nada tangible al electorado. Y si PP-PSOE logran algún entendimiento tangible exitoso, el malestar social iría a menos, y la pujanza electoral de Vox quedaría lastrada.

Pese a ello, no deja de ser curioso que Sánchez y la derecha discutieran a cara de perro en el Congreso este miércoles, que es el plató de la política española. Pero quien apoyaría bajadas de impuestos, aumento en gasto militar para defensa, y la ayuda a Ucrania sería la derecha. Los socios del PSOE, ya no todos, ni todo el pack completo. España gira al contexto de crisis nacional, a la necesidad de acuerdos, a la rebaja de la polarización, a las cosas del día a día, y no al careo entre partidos.

Esa sería, en el fondo, la esencia de cualquier gran coalición por la puerta de atrás, de producirse. Que la situación internacional sopla a favor de un repliegue sobre cuestiones que favorecen a los partidos de derechas: economía, defensa, militarización… Aunque el pragmatismo de Sánchez es conocido, y tanto él como el líder del PP son hoy personas muy distintas, lleguen o no a acuerdo. Pues gestionar es una cosa, y portar la pancarta callejera, otra muy distinta, como conoce mejor el bipartidismo en sus carnes que la nueva política.

Pedro Sánchez coqueteó esta semana con la idea de una especie de gran coalición por la puerta de atrás junto al Partido Popular sobre la base de acuerdos para paliar las consecuencias de la invasión de Ucrania. Las cosas han cambiado desde la pandemia en 2020, donde la estrategia del PP y Vox era la del derribo del Gobierno. Y ahora España gira hacia un nuevo contexto mundial, donde la seguridad nacional y la defensa primarán sobre la agenda del Ejecutivo. Sea este de izquierdas o mediopensionista, guste a Podemos o no.

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