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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Diez lecciones del caso Cifuentes

Los viejos métodos no han hecho sino precipitar una dimisión que ha llegado como el visionado del hurto, en diferido. Las cosas están cambiando

Foto: Cristina Cifuentes tras la rueda de prensa en la que anunció su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid. (EFE)
Cristina Cifuentes tras la rueda de prensa en la que anunció su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid. (EFE)

La gestión que ha hecho Cifuentes de su caso reproduce el manual del antiguo testamento para crisis de este tipo. Sin embargo, los viejos métodos no han hecho sino precipitar una dimisión que ha llegado como el visionado del hurto, en diferido. Las cosas están cambiando.

Primera lección. Ya solo existe una manera infalible de impedir que salte el escándalo: evitar la tentación. Vivimos en una época en la que todo queda registrado. Nuestro comportamiento deja cada vez más huella en los soportes digitales. Y esa información, esté en la intranet de una universidad o en el disco duro de un supermercado, no desaparece, queda siempre almacenada. Es nuestro pasado durmiente. Un puñado de megas puede destrozar la imagen pública de cualquiera, cada día vamos dejando todos constancia documental de la conducta.

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Segunda. Las personas con más dificultades para dominar sus impulsos conforman el principal grupo de riesgo en la sociedad de la vigilancia. Y tanto el máster como el asunto de las cremas responden a decisiones más cercanas al trastorno del control de impulsos que a la decisión racional. Cifuentes no necesitaba ninguna de las dos cosas. En política existe una gran desproporción entre los pequeños placeres fugaces –poder presumir de un título, pasar por delante de la cajera creyéndote más lista que ella- y el sufrimiento no perecedero que conlleva convertirse en una paria social.

Foto: Cristina Cifuentes en la convención nacional del PP en Sevilla | EFE

Tres. Los secretos no desaparecen, solo se dosifican. Creer que basta con esperar a que el ciclo informativo cambie, es desconocer que la información ya no funciona analógicamente. Las tácticas de encubrimiento y distracción están desfasadas. En el frente viral, los escándalos se expanden como gases letales. Cada dosis de información ha ido extendiendo la sanción social que hemos visto en las encuestas. El viejo recurso de encender el ventilador para manchar a todo el mundo ha mantenido a Cifuentes en el primer plano de la atención pública y no ha servido para frenar el tiro de gracia que ha supuesto el vídeo.

Cuatro. La impunidad tiene fecha de caducidad. Aparcar en mitad de la Gran Vía para acercarse al cajero como hizo Esperanza Aguirre, o mangar en un súper de Vallecas, son acciones que pertenecen a la misma categoría. Pero la reacción de la sociedad ya es distinta a la de hace unas décadas. El poder ya no te sitúa tan por encima de los demás. El descaro se premia cada vez menos en la sociedad. Un policía puede pararte y un guardia jurado puede ordenarte que abras el bolso. Además, cualquiera sabe que el error de un servidor público puede tener un valor económico.

Foto: Ilustración: Raúl Arias. Opinión

Cinco. Venderse como ejemplo siempre tiene factura. Cifuentes se ha mostrado como martillo de herejes y virgen de la derecha intacta a la corrupción. Al hacerlo ha dañado la imagen de sus compañeros de filas. Es posible que el PP madrileño sea el lugar más peligroso para una operación comunicativa de ese tipo. Es probable que este sea el momento más delicado en clave de partido, Ciudadanos está en crecida y la sucesión de Rajoy está sobre la mesa. El fuego amigo existe y todos los amigos están armados.

Seis. Cuando la muerte política llega, solo queda una supervivencia por salvar. Cifuentes tuvo que dimitir en las primeras 24 horaso​. Su impulso para tratar de evitar lo inevitable, solo ha servido para someterse a una tortura emocional y para dañar a su partido y a las instituciones. Las consecuencias de esa mala lectura serán difíciles de reparar. Tuvo la oportunidad de reducir daños. Pudo tratar de salvar la dignidad personal hace un mes, para reciclar su vida profesional en un par de años. A partir de ahora, tendrá tiempo para pensar en la magnitud de su error.

Siete. Cuando te persiguen, cada movimiento restringe tu capacidad de actuación. No dimitir, enrocarse detrás de Cospedal y trasladar la presión a Rajoy, solo servía para fijar un objetivo de corto alcance: llegar hasta el 2 de mayo. De nuevo una decisión no racional, condicionada por el orgullo. Todo por una foto que no se podían permitir los suyos. La oposición podía haber hecho el vacío y no asistir. Además, la fotografía podía haber estado fuera del palacio. Mayo es un mes proclive a juntar gente en la Puerta del Sol.

Ocho. Cuando la caza se desata, la iniciativa la lleva el cazador y no la presa. Habrá 'conspiranoia' en Madrid como es tradicional y lógico, la salida justo ahora de un vídeo grabado hace siete años invita a ello. Seguramente, nunca conoceremos el recorrido que han seguido las imágenes hasta llegar a la opinión pública. Habrá quien especule con una maniobra milimétricamente diseñada desde las cloacas, como si esto fuese una novela de John Le Carré. Habrá quien prefiera creer en una operación en el mercado negro del periodismo con tintes de Azcona porque, al fin y al cabo, esto es España. Sea cual sea el trayecto, cuesta creer que la salida del vídeo haya sorprendido en Moncloa.

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Nueve. A veces la estética, mata. Nada tiene más poder que la imagen. Hemos visto casos de corrupción en los que se han movido cantidades de dinero tan grandes que hasta resultan abstractas para el ciudadano raso. Sin embargo, el impacto de unos pocos fotogramas puede ser mayor y más inmediato. El público necesita pocos ingredientes visuales para hacerse una composición de la historia y del personaje. La combinación de zapatos de Prada, supermercado en Vallecas, cámara en sala sórdida y cremas de belleza es imbatible. Resulta demoledora porque genera una mezcla de impresiones que lo arrasan todo. Lo cutre, la vergüenza ajena, la indignación, desde luego la parte cómica...; todo contiene un campo de posibilidades narrativas infinitas y, como consecuencia, conforma el meme del año.

Diez. El azar existe y a veces genera curiosas coincidencias. Quienes piensen que siempre existen planes dentro de planes quedarán fascinados ante el hecho de que en 24 horas puedan abrirse camino la conformación del gobierno catalán, la aprobación de los presupuestos y la superación de la crisis madrileña. Cosas que pasan. Hay más caprichos del destino. Los hay cada día. Esperanza Aguirre dimitió el 24 de abril de 2017. Cifuentes, el 25 de abril del 18. A ver qué ocurre dentro de un año y un día.

La gestión que ha hecho Cifuentes de su caso reproduce el manual del antiguo testamento para crisis de este tipo. Sin embargo, los viejos métodos no han hecho sino precipitar una dimisión que ha llegado como el visionado del hurto, en diferido. Las cosas están cambiando.

Cristina Cifuentes