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La encuesta electoral que va a cambiarlo todo
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Carlos Prieto

La caída de Saigón

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La encuesta electoral que va a cambiarlo todo

¿Estamos viviendo los últimos días del sanchismo? ¿O no? Desbarros, volantazos y psicodramas de la campaña. Crónicas costumbristas (y absurdas) desde el frente electoral

Foto: Propaganda electoral en la calle. (Reuters/Jon Nazca)
Propaganda electoral en la calle. (Reuters/Jon Nazca)

Hola. Yo soy el general Perón, y usted no lo es.

Por si no tuviéramos suficiente con una encuesta semanal por medio, el último grito en coberturas electorales son las encuestas diarias, también conocidas como trackings, que suena a trekking, aunque para hacer tracking no hacen falta complementos del Decathlon (salvo que el encuestador sea de la izquierda abertzale).

Mucho ojo: tampoco hay que confundir el tracking con el twerking, eso es extremadamente peligroso: un becario de Logroño aplicó para hacer twerking en el CIS, acabó perreando en una discoteca dominicana y aún no ha vuelto (se niega a volver, de hecho).

Foto: Tamara Falcó y Pablo Motos, en 'El hormiguero'. (Antena 3) Opinión

Si al twerking no le veo ningún reparo, el problema del tracking (como producto informativo) es que la encuesta del día anterior se parece bastante a la del día siguiente, y el periodista tiene que hacer cabriales para dar intensidad dramática al titular: “¡El PP pierde un escaño en Pitis: caen las bolsas mundiales!”.

El caso es que la industria electoral se ha convertido en un monstruo que crece cada año. ¿Qué será lo siguiente al tracking? ¿El chufflling?

Crónica desde la campaña electoral de 2027:

Hoy me han llamado tres veces de una empresa demoscópica. Querían saber si he cambiado el sentido de mi voto en las últimas dos horas. Una nueva ley —impulsada por la industria electoral— obliga ahora a responder a las encuestas.

¿Qué será lo siguiente al 'tracking'? ¿El 'chufflling'?

Vivo con miedo. Miedo a que el despertador suene de madrugada para alertarme de que el voto del Pacma ha caído un 0,01% en Colmenar de Oreja. Angustia a irme a dormir y encontrarme a Ferreras en pijama desglosando encuestas con la máxima intensidad. Pero lo que más canguelo me da, lo que me tiene emocionalmente frito, es toparme con un encuestador llamado EL PERRO DE PRESA, del que ya hablan las teles: hace 10 días, apretó tanto con las preguntas electorales a un jubilado de Hortaleza, que el anciano acabó confesando un crimen que no había cometido y ahora cumple una pena de 54 años en Sing Sing.

Suena el teléfono.

—¿Digame?

—¿Es usted Rufus Mindunder?

—Correcto.

—Mi nombre es Devon Miles, de la Fundación para la Ley y el Orden, esto es una encuesta electoral.

—Vaaaale.

-¿A quién va a votar usted en las generales?

—No lo sé aún.

Foto: Alberto Núñez Feijóo y Yolanda Díaz en Santiago. (EFE) Opinión

—Ya… ¿Y ahora?

—Sigo sin saberlo.

—Sabe que la multa por negarse a contestar es de 500 euros, ¿verdad?

—¡Pero si es que no lo sé!

—Ya, ya, sigamos. ¿Es cierto que votó usted a Suárez en el 77, a González en el 82, a Aznar en el 96, a Zapatero en 2008, a Rajoy en 2014 y a Sánchez en 2019?

—Sí…

—Anda que no le gusta ir a caballo ganador ni nada…

—Tampoco se pase.

—Sigamos. ¿Ha visto alguna vez a un hombre desnudo?

—¿Perdone?

Foto: ¡Corre, Sánchez, corre! (EFE/Borja Puig de la Bellacasa) Opinión

—¿Le gustan las películas de gladiadores?

—¿Pero qué dice?

—¿Ha estado alguna vez en una cárcel turca?

—¿Pero qué clase de encuesta es esta?

¿Ha estado o no ha estado?

—No.

—¿No me estará mintiendo? Le estoy observando.

—[Mirando inquieto por la ventana]. Oiga…

¿Qué ropa lleva usted puesta?

—¡Será posible!

—Una camiseta de Nirvana y unas bermudas, ¿verdad?

—[Aterrorizado]. ¡Cómo lo sabe! Voy a llamar a la policía.

Yo soy la ley y el orden.

—... [Colapsado en el suelo].

Hola. Yo soy el general Perón, y usted no lo es.

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