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El parque de atracciones burgués que sucumbió ante las 'casas baratas' de Madrid
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Miguel Díaz Martín

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El parque de atracciones burgués que sucumbió ante las 'casas baratas' de Madrid

Antes de que la Fuente del Berro acogiese una de las primeras “colonias higiénicas” del Madrid moderno, la burguesía de la capital instaló allí un parque de atracciones con avestruces y comedores en los árboles

Foto: Una de las casas de la Colonia de Fuente del Berro. (Cedida/COAM)
Una de las casas de la Colonia de Fuente del Berro. (Cedida/COAM)

Madrid tuvo una vez un parque de atracciones del que no queda rastro. Su nombre: los Nuevos Campos Elíseos. Su público: la alta burguesía decimonónica que buscaba "un sitio ameno donde tomar el fresco" entre tiovivos, funciones teatrales, "notabilísimos bailes de espectáculo" y toda una serie de extravagantes actividades. Pero, como todo lo bueno, este parque estaba condenado a ser efímero, dejando paso a una de las colonias de viviendas higiénicas mejor conservadas de la capital, la Colonia Iturbe o de la Fuente del Berro.

El aparente antagonismo entre el parque de diversiones y las casas salubres proyectadas tras su clausura por el arquitecto Enrique Pfitz refleja la dualidad del Madrid de finales del siglo XIX: el floreciente, pero humilde sur obrero de Delicias y Arganzuela, frente al nuevo urbanismo de clase media y acomodada de Argüelles, Chamberí o Salamanca; la tan esperada llegada de la electricidad y el agua corriente a las casas -fruto de la ‘guerra’ por el suministro entre el Canal de Isabel II y el Marqués de Santillana- frente al lujoso Madrid de las vidrieras que diseñaba la casa Maumejean.

La apertura de los Nuevos Campos Elíseos en la Fuente del Berro coronó el cambio de centuria. Su diseño aprovechó la histórica finca del mismo nombre y la potenció con lo mejor de los "jardines de recreo" precedentes, como los del Buen Retiro (en Cibeles), los Jardines de Apolo (Fuencarral) o los primeros Campos Elíseos, situados entre las calles de Alcalá y Hermosilla.

placeholder Uno de los planos de los 'Nuevos Campos Elíseos' de Madrid. (Cedida)
Uno de los planos de los 'Nuevos Campos Elíseos' de Madrid. (Cedida)

El pago de la entrada, reservado a los más pudientes, permitía acceder a la pista de tenis de hierba, al tiro al pichón, los billares, el quiosco de música y un tiovivo, según las obras la profesora e investigadora Carmen Ariza Muñoz. Entre las atracciones principales se contaba una montaña rusa mecánica de mampostería de madera similar a la que había existido junto a la calle de Alcalá, la primera de su clase en España. Jesús Cruz, profesor de Historia y estudioso de la burguesía española, relata que el parque tuvo el considerado como "mejor velódromo de España", así como un invernadero de hierro y vidrio de 300 metros cuadrados con acuario incluido.

Lujo y avestruces

Pero la imaginación altoburguesa no se quedó ahí. El palacete clasicista de planta en U que existía en la finca de la Fuente del Berro fue usado como restaurante de alta categoría. Las aguas de la fuente que da nombre al enclave -y que se bebían en la Corte desde el s. XVII- llenaron una ría artificial con barcas, estanque y cascada, similar a la que aún existe en el Parque del Capricho. Completaban la oferta un pintoresco comedor rústico sobre la copa de un árbol y los exóticos paseos en avestruz, reservados solo a los más valientes, como recoge Enrique de Aguinaga, investigador del Instituto de Estudios Madrileños.

placeholder Un grabado de la ría de los Nuevos Campos Elíseos. (BNE)
Un grabado de la ría de los Nuevos Campos Elíseos. (BNE)

Lujos y excentricidades no ayudaron, sin embargo, a la supervivencia del recinto, que cerró tras poco más de dos años, víctima de su propia insostenibilidad, del cambio de las modas del ocio y de las necesidades de la ciudad, cuya creciente población sufría una alarmante falta de viviendas.

Merced a la clausura, la Fuente del Berro recuperaría su trazado y su concepción como "jardín recoleto", según la denominación del cronista de la Villa, Pedro Montoliú. Por su parte, el experimentado constructor Gregorio Iturbe adquirió los terrenos colindantes a la finca por donde se habían extendido los Nuevos Campos Elíseos para levantar uno de sus proyectos estrella: un "suburbio-jardín" de desarrollo cooperativo al amparo de la recién estrenada Ley de Casas Baratas.

De 'casas baratas' a colonia exclusiva

La Construcción Moderna anunció en mayo de 1926 la inauguración de una nueva "barriada de viviendas higiénicas" en lo que todavía era el extrarradio de Madrid. Estas satisfarían la muy repetida demanda de hogares dignos y económicos para las "clases modestas", así como para unas clases medias que la publicación definía como "el profesional que, acabada su carrera, empieza a trabajar; el militar de no muy alta graduación; el empleado oficial y particular y el dependiente de comercio de sueldos no muy elevados", así como médicos, ingenieros, arquitectos, abogados e industriales con "negocios de no grandes rendimientos".

Enrique Pfitz, arquitecto autor de la casa-palacio del Vizconde de Escoriaza, y José Urroz, ingeniero, diseñaron una característica colonia de 184 "hotelitos" unifamiliares de dos plantas con inspiración racionalista y "reminiscencias regionalistas", según el archivo histórico del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM). El propio COAM destaca la novedosa concepción del proyecto, que recurrió por primera vez a muros de carga de hormigón en masa, más resistentes y rentables que los tradicionales de fábrica de ladrillo.

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Los planos de las viviendas de la colonia de Fuente del Berro. (Cedida/COAM)

Los 68,80 metros de cada planta cuadrada se repartían en recibidor, cocina, comedor, aseo y un dormitorio en la zona inferior, reservando la superior al baño principal y al resto de dormitorios o habitaciones (4). Todas las edificaciones, agrupadas en lotes de dos, tres o cuatro unidades, contaban con ventanales para la iluminación natural, agua corriente y saneamiento.

Los pequeños jardines delanteros y el arbolado de alto porte en las calles daban al conjunto una cohesión cromática, estética y de materiales que se ha perdido en la actualidad. Las sucesivas intervenciones han ocultado -cuando no eliminado- elementos pétreos y cerámicos, tejados y aleros de madera, pavimentos de baldosín y mosaico hidráulico e incluso algunas de las características ventanas delanteras abovedadas.

El desarrollo de la Colonia Iturbe y de su gemela Iturbe II en la parcela al norte de la primera enterró por completo el recuerdo de los Nuevos Campos Elíseos, de los que no quedaron ni las atracciones ni el invernadero ni la torre-mirador que hacía las delicias de los visitantes. Hoy, aquellas “casas baratas” son refugio de políticos, artistas, estrellas de televisión y profesionales de alto nivel debido a su ubicación preferente y a su agradable disposición urbana.

A pesar de su exclusividad, la colonia conserva un aire romántico y bohemio fomentado tanto por su relación de vecindad con la Quinta de la Fuente del Berro como por su contraposición a la ruidosa M-30. Su singularidad ha permitido que sobreviva, de forma que el entorno merece sin duda una o varias visitas, como ocurre con otras colonias madrileñas de las que hablaremos en nuevas entregas de Caminemos Madrid.

Madrid tuvo una vez un parque de atracciones del que no queda rastro. Su nombre: los Nuevos Campos Elíseos. Su público: la alta burguesía decimonónica que buscaba "un sitio ameno donde tomar el fresco" entre tiovivos, funciones teatrales, "notabilísimos bailes de espectáculo" y toda una serie de extravagantes actividades. Pero, como todo lo bueno, este parque estaba condenado a ser efímero, dejando paso a una de las colonias de viviendas higiénicas mejor conservadas de la capital, la Colonia Iturbe o de la Fuente del Berro.

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